Cartografía sentimental
Suely Rolnik
Para los
geógrafos, la cartografía, a diferencia del mapa, que es una representación de
un todo estático, es un diseño que acompaña y se hace al mismo tiempo que los
movimientos de transformación del paisaje.
Los paisajes psicosociales son también
cartografiables. La cartografía, en este caso, acompaña y se hace mientras se
desintegran ciertos mundos, pierden su sentido, y se forman otros: mundos, que
se crean para expresar afectos contemporáneos, en relación a los cuales los
universos vigentes se tornan obsoletos.
Siendo tarea del cartógrafo dar voz a
los afectos que piden pasajes, de él se espera básicamente que esté involucrado
en las intensidades de su tiempo y que atento a los lenguajes que encuentra,
devore aquellos elementos que le parezcan posibles para la composición de las
cartografías que se hacen necesarias.
...Sustentar la vida en su movimiento de
expansión...
¿No será eso que define su sensibilidad,
independientemente del grupo al que pertenece, de sus referencias teóricas, de
sus preferencias metodológicas y hasta de sus nombres?.
Cartógrafo, cuando queremos resaltar que
él no revela sentidos el mapa de la mina sino los crea, ya que no está
disociado de su cuerpo vibrátil: por el contrario, es a través de ese cuerpo,
asociado a sus ojos, que procura captar el estado de las cosas, su clima, y
para ellos crear sentido.
Llamamos Transdisciplina a esta
modalidad que lleva a la persona a ceder seguridades por incertidumbres, a
arriesgar razones por azares, a exponer el cuerpo en la verosimilitud precaria
de la sensación, sin dejar de atragantarse con el mundo (ya que no hay nada
suficientemente ajeno), a fundar una existencia en la ética y estética de lo
imprevisible, como estilo de vida, como modo de ser y que, referido a lo
profesional, se manifiesta con caracteres similares.
El profesional transdisciplinado vive
con malestar ciertos modos de hacer ciencia, que, en nombre del rigor
metodológico, lo apartan de las manifestaciones de lo humano con las que él
vibra. Se inquieta cuando se le exige identidad profesional o muerte (para no
ser descalificado, no reconocido o echado de lo instituido como central), más
fiel a los principios de la propia disciplina que a las manifestaciones de
aquello que está cambiando y que todavía no es y que curiosamente siempre
circula cerca de los bordes. Inventa nombres y conceptos para sus experimentos,
con el deseo de herir, hacer sangrar, drenar, no dejar que cierre la palabra,
para que todavía se note en ella el latido de lo vivo. Es un profesional que
sabe más "lo que no" que "lo que sí", que ya no puede
soportar la simplificación sin sonrojarse y que está condenado dantescamente a
una complejidad devoradora de lo que lo toca en su humano y por lo tanto
inestable.
Entendemos así que la
Transdisciplinación, se refiere a un modo de producción de subjetividad
distinto que aquél de la Interdisciplinación, a un proceso a través del que se
crea un territorio de experimentación en las personas (caosmosis existencial),
de autoobservación y de observación de hábitos de pensar, hacer, sentir o decir
(figuras de subjetivación), con una invitación a la lógica de los sentidos y de
los cuerpos, a un tartamudeo de las estrategias, de las logísticas y de las
técnicas, a una deconstrucción de los tiempos y los códigos. En este territorio
existencial se vive en el choque permanente entre disciplinas o, de un modo
amplio, entre culturas diferentes, que ponen en cuestión, hacen asintónica o
despiertan la extrañeza, respecto de un pensamiento organizador, hegemónico,
etnocéntrico y por lo tanto familiar y tranquilizante a través del cual cada
profesional, las técnicas, las culturas son reconocidas, identificadas,
entendidas, exteriorizadas.
Lo Transdisciplinario en la vida
profesional (o personal) del sujeto se hace a medida que tiene lugar un proceso
de heterogénesis en el marco conceptual y de acción que se considera como
"propio" y se da a partir de conceptos científicos, de puntos de
vista, de expresiones culturales que se infiltran en la vida de las personas,
de contrabando, al descuido, al principio sin sospechas, dado que se trata de
algo ajeno, pero gustoso, que no altera la consistencia del campo "de
uno", sino que refresca al viajero del tedio del viaje. Intereses
musicales, gustos literarios, influencias cinematográficas, curiosidad por
cuestiones que afectan a otros campos de la ciencia o de la cultura llegan como
una manifestación natural de quien vibra con su tiempo, para luego impregnarlo
todo.
El ideal de aceptación de lo ajeno,
noble pensamiento de la cultura progresista, que supone el reconocimiento de lo
propio (amemos a los negros, a los judíos, a los homosexuales, a los zurdos
aunque sean diferentes a nosotros), en el proceso de lo transdisciplinario
tendería a complejizarse ya que desde una mirada micropolítica sería necesario,
no sólo observar este mecanismo dentro de cada uno (amemos nuestras
contradicciones, nuestras debilidades, a nuestro extraño, a nuestro negro
interior, típico de las tendencias armonizadoras de un neo new age), no sólo
vivir el resquebrajamiento de una cultura que sacralizó los opuestos como
dicotomías (amemos la diferencia), sino la producción de la desestabilización o
del desequilibrio como fuentes de incomodidad, de tensión necesarias para un
cambio (aprender a transitar el malestar antes que lograr el bienestar, para
poder caminar es necesario aprender a desequilibrarse, cambiar el peso de una
pierna a otra, etc.)
La Transdisciplinación, en la esfera de
lo profesional, se va dando a través de un trabajo conjunto (no se trata de
construir un enfoque interdisciplinario que compagine y armonice los puntos de
vista), cuyo crecimiento es discontinuo, a saltos (entre desesperanzas y
entusiasmos), y en una manifestación múltiple de saberes en los que no se pueden
discriminar autorías (todos son autores, ninguno es autor)
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