Jornada

Afectaciones generadas por una Jornada Artística

      

 Incertidumbre; lo incierto como impronta de esta jornada que nos convoco ese sábado tan soleado. Llegar a una facultad distinta de la que se habita en la vida cotidiana: llena de gente que no sabe, que no tiene idea de que hacer, hacia donde dirigirse. Algunos, más tranquilos, charlan en grupos sobre temas superfluos. Otros, más inquietos, preguntan, y no se cansan de preguntar a cuanta persona se crucen que es lo que tienen que hacer, hacia donde tienen que ir.
 La incertidumbre se disipa (por el momento), cuando se asignan pequeños trozos de papel con números que designan aulas. Un cúmulo de cuerpos se traslada de aquí para allá, buscando sus aulas respectivas. En el trayecto, se empiezan a encontrar “personas” que desentonan, personas vestidas de una manera diferente a lo “normal”, rompiendo el esquema clásico del sentido común que nos impone la realidad compartida. “Personas” que parecen salidas de otras épocas, que llaman la atención de la masa de estudiantes de la cual formaba parte.  Todos nos mirábamos azorados, sin entender; estas “personas” se miraban de manera cómplice, sabiendo algo que no sabíamos. Finalmente, en las aulas nos encontramos con estas “personas”, reunidos en un espacio pequeño, y comienza la exposición. Justamente no eran “personas”, eran personajes (¿Quién de nosotros no es un personaje? ¿O acaso, somos un yo con identidad? La identidad es una ficción, un personaje…). Su “técnica” para actuar, es la denominada “máquina libro”. Consistía en un dispositivo, que permitía generar desde múltiples hojas des-ordenadas en las mesas, diversas escenas que iban conformando un tema aparente, que iba cobrando sentidos diferentes;  posibilidades de diversas significaciones, miles de historias posibles que nacían del entrecruzamiento de otras tantas historias, prosas poéticas y cuentos. A partir de éste dispositivo, los actores ya no representaban una escena de la vida cotidiana, actuaban emociones, afectaciones; con una mayor libertad, pasaban de la alegría a la tristeza, del llanto al amor; del rencor a la ternura… Estas afectaciones, se podían pesquisar en el aire, afectaban a los que estábamos mirando, expectantes, lo que sucedía frente a nosotros.
 Volvió la incertidumbre, cuando nos pidieron que no bajáramos al hall de la facultad, en la cuál se estaba preparando una intervención. Los cuerpos expectantes y ansiosos, curioseando, pero acatando el pedido. El bajar al hall con la luces apagadas, provoco una avalancha de sensaciones: no saber que sucede, no poder ver, escuchar un murmullo constante del cuál sobresalen voces que gritan, chocar gente, seguir caminando; una situación un poco angustiante, un poco divertida, lo curioso, lo inesperado jugado en ese acontecer. Actores, personajes, con pequeñas luces rodeando sus caras, contestando in-coherencias que, y esto es lo más incierto, tenían sentido. En ese instante, uno no sabía quien era, que hacía allí; no importaba aprobar la materia, ni los requisitos, ni saber, ni preguntar. La intervención puso de manifiesto algo que estaba en potencia pero que no emergía, nos hizo perder, hizo que pudiéramos vivenciar algo del orden de lo afectante.
 Finalizada esta intervención, una masa de estudiantes, profesores, actores se dirigió al aula mayor, a poner en orden lo vivenciado, a charlar amenamente de las sensaciones provocadas por esta irrupción artística en la facultad.
 Lo incierto, lo dudoso, lo molesto, incluso lo angustiante, se pudo pesquisar en esta jornada. Pero también, lo artístico, lo divertido, lo amoroso, lo compañero.
 El cúmulo de gente se va reflexionando a sus respectivos hogares. Los pensamientos afloran, intentando explicar, dando un sentido a lo acontecido, pero se tranquilizan disfrutando de lo vivido, afectados por lo extraño…


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LO JORNIANO...

Tuvimos la posibilidad de ser parte de diferentes actividades en la jornada que nos permitió dar cuenta sobre la idea de salirse, de las posibilidades de diferir de sí, del poder ser otros y muchos más.
 En el aula componíamos frases desde distintos fragmentos de poesías a los cuales les sumábamos afectaciones dramáticas tales como el llorar, el reír, el gritar. Esto es lo que nos permitía distendernos, soltarnos, entregarnos un poco más. Cambiando así lo formal de la poesía, y manteniendo una estructura, pero desde allí yendo a otras posibilidades, pensando en salidas de esa estructura, que nos permitiesen viajar a otros posibles, ser habitados por otras figuras.
Luego los actores que se encontraban en el aula realizaron una presentación increíble encarnada por el drama, allí  se producía una transmisión de lo que les estaba pasando a ellos, por momentos sentías tristeza, por otros momentos te reías, era lo que ellas actuaban y transmitían. Allí,  un cuerpo que dice y que habla se hizo presente donde los cuerpos estaban tomados por distintas figuras, las figuras del cuerpo se van tomando más allá de la interpretación, un vaivén de tramas, de potencias que se bifurcan.
 En las actuaciones presentadas no había nada fijo, no había sentido de propiedad, en cambio, había personajes que iban cambiando, cuerpos que se dejaban atravesar. Allí se veía una experiencia de disponibilidad, se podía ver y sentir la creatividad, siempre dispuestos a ser otra cosa, sin anclarse a una identidad podían ser Hamlet, Antígona, Ismene, etc… En la actividad se ponía en juego la idea de rizoma donde se iba perdiendo una línea y recomenzaba otra, una máquina que producía flujos y cortes, fugas, potencialidades que formaban un rizoma.
En la actividad en el hall de entrada de la facultad, se encontraba un cuerpo hablante demandándole preguntas a otro cuerpo interrogado, ¡¿De dónde venís?! ¡¿Quién sos?! Le demandaba un ser alguien, la demanda de estar anclado a un sujeto, ser parte de un lugar, pero el actor respondía, respondía desde el intento de salirse, respondía por lo que le soplaban otros actores, por lo que le venía desde afuera y no por una identidad, respondía con otras ideas, pensando en lo nuevo, en lo diferente, desde una visión poética y sin anclarse. Y había otro actor quien se encargaba de tirarle agua para producir sus afectaciones, para que se produzca el llanto, la angustia, el drama. Allí se activa una visión poética del ser, se trata de una maquina como una forma de producción del ser donde se traspasa la realidad donde se realiza una presentación de las creaciones donde se rasga la máscara común, donde se permite salirse,  donde se ve la idea de componer otro cuerpo.
En la improvisación el sujeto se ve desplazado, se muta, se pone en juego el valor del cuerpo dejándose atravesar, hacerse cuerpo colectivo.

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“MÁQUINA LIBRO. Dinámica de fragmentación y  RECICLAJE hacia una poética cartonera”
Una máquina, pero una máquina libro. Una producción sin fin de ideas. Pero una máquina que recicla, que es una máquina cartonera. Producciones, ideas, saberes, pasan a través de la misma, la cual la modifica. Y allí es donde se introduce la improvisación, esa máquina NUNCA va a ser LA MISMA, nunca se va a volver a vivienciar esa producción de subjetividades.
Un libro fragmentado, miles de palabras, oraciones, ideas que cada uno toma y produce un nuevo conocimiento, un nuevo saber. Abre paso a la multiplicidad. Esa multiplicidad de voces, de cuerpos atravesados por sensaciones, ideas, pensamientos.
Poética cartonera hace referencia al reciclaje. Cuando se recicla la basura, no sabe a quién le pertenecía, quién arrojó ese material dentro del contenedor, y eso es lo fundamental, poetizar y cartonear sin conocimiento del sujeto que produjo ese saber, anonimando los cuerpos y dando paso a la producción de saberes e ideas.
Crear sentidos nuevos sobre palabras ya escritas. Reformular lo establecido. Ese fue un punto que se puede rescatar de la jornada. Multiplicidad de autores, frases, palabras, oraciones; que entremezcladas armaban un nuevo sentido, un sentido ÚNICO. Único ya que jamás se va a volver a repetir IDÉNTICO. Por más que se quiera volver a realizar lo mismo jamás se vuelve  a aquello.
DEJAR ATRAVEZAR. Otra idea que se puede rescatar. Dejar que el cuerpo sea atravesado por distintas sensaciones y sentimientos. IMPROVIZAR. Diferir de sí, ser atravesado por las figuras que se le presentaban al  cuerpo en ese momento. Reír, llorar, saltar, besar, sonreír, respirar.
Un punto importante que se resaltó fue la RESPIRACIÓN. Respirar es vivir. Reciclar la respiración, controlar la respiración, hacer algo con esa respiración. La respiración comandaba la improvisación, es más, los actores rescataron el hecho que era más importante la respiración que las propias palabras dichas.
En fin, lo fundamental de la jornada fue des-sujetarnos de la idea de facultad que nos viene dada del sentido común. Llegar a una facultad que, si bien quedaba en el mismo sitio geográfico, era otra. Encontrarse con actores en un aula, improvisar, crear nuevos sentidos, encontrarnos con el hall de Independencia a oscuras, con un interrogatorio, con una situación inhabitual.
Para finalizar quisiera compartir una intervención del grupo “Acción Poética”  la cual yo también la he intervenido:


La frase dice: “Yo tampoco sé cómo vivir, estoy improvisando”
Si le quitamos el Sujeto: YO y el ESTOY, es decir, des-sujetamos esta frase y la ubicamos dentro del campo de Lo grupal y Lo neutro seria:

“Tampoco saber cómo vivir. Improvisar”

VIVIR IMPROVIZANDO, IMPROVIZANDO PARA VIVIR. Reciclar lo dicho, lo establecido para dar un nuevo sentido, un nuevo orden a las cosas.


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“Hermoso como el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección” (Lautréamont)
Esta pintura refleja la no fijeza, en ella no hay sujetos definidos, sino que hay un encuentro azaroso de objetos que conforman una situación, esto abre paso a las explosiones poéticas más intensas, da lugar a lo no pensado, a imaginar lo inimaginable.
Pompeyo Audivert en el texto “Un piedrazo en el espejo” expresa que el arte es el nexo del hombre con lo poético que funda al mundo, es lo que nos permite escabullirnos en esta lógica surrealista y salir en búsqueda del accidente.
“Los lugares del actor, autor y director deben dejar de reproducir las formas de producción capitalista en el sentido de adueñamiento y especificidad de trabajo en línea, para pasar a funcionar totalmente mezclados, atravesados y ligados a una visión poetizante de los vínculos artísticos.”
Considera al teatro como el piedrazo necesario que se debería dar al espejo, para así hacer vibrar, salir de las identidades fijas y los personajes comunes dando lugar a las figuras, a las afectaciones.
“Al romperse el espejo ya nada queda en su lugar y los fragmentos flotan en distintos niveles, algunos dan vueltas, otros ya se han ido o se están yendo, pero todos forman parte de un conjunto conjurable: el momento anterior al piedrazo, una unidad en perdición”.
Esa sacudida permite la vida en el instante, en ese justo momento donde las acciones se adelantan al pensamiento y no encontramos los por que, ni las causas.
Siguiendo lo planteado por Borges en el Seminario, él entiende intensidad por “sin causa, sin fin, sin cálculo, sin objeto, sin saber”. Algo que ocurre, estalla allí, naciendo una sensibilidad que antes no existía; En esto consistió la experiencia de la Jornada, en el extravío, el desconcierto que nos permitía estar, en el torbellino que confunde, que no se estanca, que fluye.

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Informe sobre Jornada “Teoría y Técnica de Grupos II”
Año 2014: Máquina Libro.

  Comienza la Jornada, múltiples figuras atraviesan los cuerpos que ocupan un espacio conocido pero novedoso a la vez. La Sede de la Facultad de Psicología se presta en este encuentro a una experiencia que escapa a la lógica universitaria, que intenta intervenir este espacio para que nunca vuelva a ser transitado por esos cuerpos de la misma manera.
  Lo incómodo, inseguro, lo tímido, lo curioso se presenta frente a una no consigna, frente a la invitación de dos seres atravesadas por la experiencia de lo actoral, por la experiencia de desujeción. La invitación proponía romper con la lógica del espectador, no estar expectantes de forma pasiva frente a la situación que se presentaba, sino ser actores de lo que acontece, actores en términos de actividad, de hacer algo con eso que se propone, de intervenir un espacio, un texto. En un primer momento, esta invitación a lo absurdo, a la posibilidad de crear escapando del sentido, presentó ciertas resistencias. Tal vez el ambiente de la Facultad, tan cargado de representaciones, impedía la posibilidad de hacer algo que no estuviera dentro de los parámetros del sentido común, se imponía una traba que partía de la clasificación de alumnos, “alumnos que vienen a estudiar, no a disfrutar, vienen a ser evaluados”. Temor a la evaluación, a ser juzgados.     Luego, se desaloja la idea de aprobar y se hace presente el deseo de probar. Los cuerpos presentes comienzan a soltarse, a desalojar esas figuras antes habitadas y permitir el acceso de otras más participativas. Se genera un entrecruzamiento rizomático de lo pensado por cada uno, de lo que cada uno aporta desde lo neutro, desde un lugar de improvisación. Encerrarse en sí mismo es impotencia, la apertura, la multiplicidad, dieron lugar a conectar continuamente lo diferente, al rizoma.
  Se hizo notable, además, el camino liso por el que debíamos atravesar a lo largo de toda la jornada. Rompiendo con lo rutinario, con lo establecido. Constantemente los cuerpos se topaban con la incertidumbre y con la posibilidad de crear frente a lo que estaba aconteciendo.
 
  En una segunda parte de la jornada, se ubicaría la instalación estética que tuvo lugar en el Hall de entrada de la facultad. Lo sorprendente de aquella experiencia se ubica en la responsabilidad de estar en el momento dichoso. No había guías, reglas, sino que se trataba de una instalación llevada a cabo en distintos escenarios, en distintos tiempos, permitiéndole a los seres ser parte de lo poético de la experiencia pero no obligándolos a ello. Permitiendo que esos seres fuesen atravesados de múltiples formas, desde la elección, el deseo de participar.
  Respecto de la instalación cabe cuestionarse cuánto de lo controlador, lo policial nos atraviesa, cuántas veces nos vemos inmersos en la necesidad de interpretar, de comprender todo a nuestro alrededor, ficción absoluta que nos hace caer en la ilusión de que es posible comprender, controlar lo que acontece. Intentamos impedir, tapar las múltiples voces que aparecen, que se superponen, que gritan. Lo miedoso, lo incómodo se presenta frente a la posibilidad de devenir máquinas que nunca se apagan, que suponen un producir constante, un flujo de ideas que no es posible acallar. Es más fácil y cómodo permanecer dormido, no escuchar, esconderse en el velo del sentido común que nos permite no prestar atención, un sentido común que, como a los policías en la instalación, nos impide romper con lo establecido. Voces que escapan, quiebran, que se presentan con el anhelo de ser escuchadas y permitir producciones. En un momento de la historia, seres nefastos creyeron que las ideas podían morir con los cuerpos. Las ideas no mueren, las ideas viajan, atraviesan cuerpos, se enlazan con otras ideas y en este andar de ideas se produce en algún momento la posibilidad de romper lo establecido. Nos domestican para no pensar, para evitar que las ideas traspasen nuestros cuerpos. Es un acto de responsabilidad desalojarnos del miedo, de la comodidad que produce lo conocido y permitir devenir otro, devenir idea, pensamiento, desterritorializar lo fijo y moverse hacia lo desconocido.  
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Día atípico en la facultad, el hecho de que todos los días sean previsibles y lineales hizo posible ser afectados por el asombro y lo novedoso de la intervención. ¿Que pasaría si todos los días nos dejáramos sorprender por lo no pensado? ¿Nos seguiríamos asombrando? ¿Ese sentimiento que nace de la experiencia novedosa, sería nuevo entonces?
Entramos a la facultad con incertidumbre y sin una expectativa definida, porque TODO lo que podía suceder superaría los límites de lo imaginable.
Todos dispersos por distintas aulas, sin identidad, ni nombre ni apellido, incluso sin los compañeros y amigos con los que compartimos a diario y los que nos pueden identificar aun sin un nombre que nos defina. Desde el comienzo, entonces, estuvimos desujetados, fértiles para ser atravesados por la experiencia.
Fuimos actores de la improvisación y nos desconocimos en diversas figuras. El drama, la risa, la incomodidad, la vergüenza, el “¿Y ahora que van a hacer?”.
Incluso, “¿Alguien sabe que hacemos acá?”, se escuchaba esa pregunta por cada pasillo, la intervención afectó con intensidad. Incertidumbre que generaba incomodidad, pero también risa, “estamos locos”, y mucho sentido común.
Era interesante observar las múltiples figuras que desfilaban en el encuentro. En los mismos actores se podía ver impreso el sentido común en las preguntas del tipo ¿Quien sos? ¿Que querés? ¿De donde venís? Interrogantes que sirven para situar, para encasillar, y de ahí “poder entender”.
Pero las respuestas no aludían a  nada de eso, eran palabras sopladas por otros actores que daban cuenta de las afectaciones que los iban atravesando.
Aquellos quienes eran interrogados expresaban las potencias acalladas a través de gritos, llantos y risas.
Todos los rodeábamos y esas figuras que desfilaban en los actores se esparcían en el aire y nos atravesaban, pasando de cuerpo a cuerpo. Algunos preguntaban “¿Quienes son estos?” “¿Que están haciendo?” Otros observaban y disfrutaban lo imprevisible de la situación, otros querían irse, esa oscuridad daba incluso hasta miedo.
Intervención que posibilitó el entrecruzamiento de figuras, flujos, pasajes, novedad.
Nos desconocimos conociéndonos en  lugares nunca habitados, una experiencia inspiradora, que impulsa a curiosear, a conocer, a ya no querer volver a entrar a la facultad y esperar un día lineal.
Permite arrojarnos a la teatralidad de los estados, a las “visitas inoportunas de la oportunidad” [1]



[1] “Quitarle la razón al razonable,… dormir con la mujer de su marido”

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Primeros momentos habitados por la indeterminación, la incomodidad, algo parecido al caos que a la vez daba la sensación de la tranquilidad, de silencio, de los des-hablado. Algo desalojado del ámbito académico tradicional mezclado con el azar como se repetía constantemente pero con la idea de que no era tan azaroso. Aún así hablado por la ingenuidad de no saber lo que se espera, Algo inexplorado, atravesado por el malestar, lo incierto (¿o cierto quizás?). Entrada de “personajes” sorpresivos que eran capaces de atravesar los cuerpos con creatividad a pesar de que se manifestaba lo inhibido, lo tímido del pensamiento universitario de sentirse en igualdad de condiciones frente a otro que contiene o dice contener el saber/poder. Dominados por el acontecimiento de algo inexplorado y la idea de “veo un posible grito disponible”[1] ya que había cuerpos atravesados por la necesitad de pronunciar algo y se estaba habitado por el silencio. Actividad múltiple con consigna ejemplificada con lo fragmentado, lo in-esperado, con lo DESAPREHENDIDO del texto. Intentar encontrar significación en las frases no significadas, fuera de contexto, desalojadas de sentido común, de cotidianeidad o con un sentido que se le da desde lo no pensado. PALABRAS INFLAMABLES, pensamientos sentimientos de lo libre,  de lo desdibujado. Participación con espectadores que son confrontados por lo NO ESPERADO, confrontados por eso que produce un corte, ese flujo de ideas que simultáneamente es cortado por un pensamiento. Dar paso a lo improvisado en el instante que podría ser muchos instantes en el tiempo (ir con la cabeza lejos del aquí y ahora). Imaginar esa situación y habitar la sorpresa de no estar en el lugar de lo conveniado para que suceda (teatro). ¿Actuación? O puesta en escena del delirio, del intento de representar lo no presentado (¿o presentar?). Condiciones de exceso, figuras de drama, tristeza, cólera, euforia, miedo, llanto tragicómico; estados que más que estados se convertían en cuerpos  habitados por la poética. Implicancia sin intervención explícita. Intento de interpretaciones que no tenían un resultado sino un fuera de sí, fuera de un inicio, fuera de la linealidad causa-efecto (figura de la duda de que hubiera una ruptura de esa totalidad por la fatal y total ambigüedad). Esto relacionado con la idea de rizoma que no tiene puntos como una estructura, teatralidad  no guiada por estructuras, sin raíces fijas sino múltiples. Luego la sorpresa, lo sorpresivo en lo no-visto por lo oscuro que des-orienta, en donde no hay una direccionalidad (contra corriente). Intención de estallar las alteraciones binarias (roles intercambiables) miedo y pasado (pasado argentino, Perón, FIGURA DE INTERROGATORIO), tortura a la que no se cede o se cede desde la poética; líneas de articulación formadas por la multiplicidad de voces como intento de respuesta a las preguntas que guían lo cotidiano (quienes somos, de dónde venimos y a donde vamos). Tejido saturado de afinidades[2] entre los espectadores en quienes deviene lo incómodo de la no-intervención aunque se pretenda eso desde la figura del “interrogante” que habita la potencia de decirle al otro quién es pero quien responde (no importa quién) no se deja habitar por lo fijo sino que a esas palabras les importa el acontecimiento, el qué se dice. La interpretación, lo interpretable no puesto en la boca que nombra sino en los ojos que miran, los oídos que escuchan, que “cortan transversalmente los estratos yuxtapuestos de la multiplicidad de narraciones”[3] y de las voces hablantes que desactivan los modelos de control y carecen de legalidad teórica (contrario a la idea de máquina). Final como desujetado solo con sonidos, caminos sin rumbo, saliendo de lo “humano”, desconcierto colectivo y a la vez idea de fuga, de caminos bifurcados que a la vez convergen. Dejaban de ser “reales” para ser muchas vidas en una sola vida recorriendo el laberinto (el hall hiperpoblado) y que se esfumaban en la multitud, dejando a la multiplicidad de sentidos huérfana, habitada por el corte.
En síntesis: expectativa que queda traicionada con la identidad desplazada gracias al florecimiento de la desmesura, gracias a lo fragmentado con cuyos trozos es posible construir la poética. Intento de crear la propia realidad que se vuelve tan poco capturable y signado por el arte cuya supuesta figura es la del disfrute aunque este habitado por el estallido de una forma revolucionaria. Finalmente, habitado el acontecimiento por lo fundamental de la composición física expresiva para componer con un cuerpo, otro cuerpo (cuerpo como gran antena).


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La teatralidad de los Estados[1]
            Incomodidad, Incertidumbre, Inquietud, Impaciencia. Lo "in", como ese perfijo que indica que algo falta, que algo no está. Sucede una sacudida que te libera de todo lo usual, de todo lo que "tiene que estar"; la comodidad, la certeza, la quietud y tranquilidad, la paciencia. Necesariedad de la "binariéz" (Esto, ¿Qué es?). Todo lo que habita al sujeto universitario usual, "esperable", en ese espacio, ese hall, ese edificio. Teatralidad de la representación, como eso que necesita identidades, personajes, elencos, organizaciones, etc. Lugares fijos, siguiendo una lógica de la sujeción.
            La razón poética BATE (Palabras). Las figuras salen de viaje, accidentando al sujeto, llenándolo de turbulencias, tempestades desquiciadas. Momento inédito. Búsqueda de la teatralidad de los estados, como aquello que desaloja, tensiona, búsqueda de afectaciones, espíritus errantes. La entrada de nuevos personajes, sorpresivos, visitas inoportunas de la oportunidad. Generan expectativa e incertidumbre. Lo intimidado.
            De pronto, extravío del tiempo cronológico, aparición del tiempo medido en intensidades. El paso de las horas se hizo imperceptible. Habían pasado dos, tres; inadvertidas. Abstracción. El tiempo se convirtió en tiempo de intensidades, de afectaciones. Generación de un espacio grupal, donde se arma una cartografía del habla colectiva, donde todas las voces son una misma voz, viviendo una misma historia, donde las afectaciones son colectivas, donde se es uno y todos a la vez. Hay palabras que flotan, flotan sin ser de nadie, perteneciéndole solo al momento, como acontecimiento. Lo grupal deviene eufonía. El habla, el lenguaje; todo fluye de modo increíblemente bello y poético. Euforia.
            Todas las posibilidades en el tiempo, convivieron en simultaneidad. Acontecimiento blanco donde pueden darse todas las posibilidades. Hojas seleccionadas al Azar, frases seleccionadas al azar, el momento seleccionado al azar. Ante ello, infinitas posibilidades. Desujeción.
            Sabor blanco; huella indefinible que se desvanece pero que detectamos por sus efectos (y afectos). La emoción, lo interesado y sorprendido. No quedan rastros de personalidades, de personajes, se lugares fijos. Es el acontecimiento, es lo que sucede en ese momento lo que importa y moviliza. Pase de Magia. Instantes privilegiados. Innecesariedad de la "Binariéz". No importa el que.
           

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Experiencia de la jornada del sábado 14/6/2014
 En un primer momento prevalecía la incomodidad que genera la incertidumbre por estar con compañeros que no eran los de siempre, tampoco lo eran las personas a cargo del taller, quienes nos hacían una propuesta nueva y desconocida para muchos. El método máquina-libro resultó difícil pero se logró formar textos utilizando la improvisación y conectando palabras con preposiciones. Al leer los distintos textos armados por las figuras que estaban en ese taller, podía notarse la fuga de sentido. De eso se trata el método máquina libro, de una puesta en marcha, de producir discursos y arte mediante flujos y cortes, dando lugar a la fuga de sentido, la que no suele ser costumbre.
La improvisación refleja lo no pensado, lo no lógico ni atado a la gramática de siempre. Es algo del momento, del instante. El foco está en lo que sucede, en el acontecimiento y no en quién está actuando. Podía darse cuenta de esto al notar que los actores encarnaban distintos personajes todo el tiempo, jugando con la improvisación, habitaban distintas figuras de un momento a otro.
En la intervención que hicieron los actores refleja la multiplicidad de voces, trabajada con el concepto de rizoma, porque el sujeto era hablado todo el tiempo y eso creaba distintos discursos constantemente, dando lugar siempre a lo nuevo, a lo no pensado.
Relacionando con el texto de “Sacarle la razón al razonable…dormir con la mujer de su marido”, puede pensarse que lo realizado en la jornada no era tanto representar sino producir a partir de lo acontecido en el momento. En dicho texto esta idea se expresa diciendo que “la teatralidad de la representación necesita de identidades”, mientras que “la teatralidad de los estados necesita de tensiones, figuras sin siluetas, poéticas, alojamiento en el lugar gramatical del sujeto, afectaciones”, es decir, figuras que habitan el lugar del sujeto.
Todo lo vivido y mencionado anteriormente, llevó a que pensara la cuestión de la fuga de sentido y reflexionara que a pesar de no haber un hilo o un sentido tan claro, uno siempre tiende a darle un sentido a lo que vivencia.

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Los rostros del aula anuncian una pizca de sinsentido. Por momentos, rozan lo incierto de no saber qué hacer, de saberse diferencia. Las palabras brotan de la boca, dos actores autoproclamados con ropajes repletos de una amarilla vejez comienzan a disparar palabrerío. La frontera del aquí y allí permanecen fijas, intactas, inamovibles. La máquina se viste de mecanismo, se enmascara con las miradas perdidas. Los cuerpos parecen afectados, bajo el mar de estos ojos se saben perdidos. Rostros, ansiosos, inciertas preguntas. Se intenta perseguir el azar, fallida operación que se recubre de academicismo. ¿Estallar el espejo de un piedrazo? ¿Y si tomamos la piedra, la hacemos polvo antes de atisbar arrojarla? El sentido común se sienta en la última fila, tiene reservado un lugar en el aula, maúlla como gato dañado, preñado de sinsentido, engendrando un monstruo, próximo a vomitar el malestar de toda una cursada. Anuncia el ardor, el sinsentido ardoroso que quema las pieles, que pretende deconstruir las ideas para ver qué pasa con los cuerpos.


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Experiencia Máquina Libro
           
            Un día diferente, poetizado, teatralizado, des-sentidocomunizado, des-sujetatorio, actores presentadores de caminos bifurcantes, cuerpos que se meten en laberintos de palabras, libros que otorgan posibilidades, improvisaciones, figuras que vuelan por nuestra casa de estudios, y que pasan de cuerpo en cuerpo, y los cuerpos abiertos a las figuras.
            Personajes que se mezclan, que fluyen y que se fugan, lagrimas que brotan, risas que se escapan, gritos que se entremezclan con susurros y bocas abiertas de asombro ante los aconteciente. Asombro ante lo múltiple, ante lo cambiante, ante las infinitas posibilidades, tantas que abruman.
            Caminos que se entremezclan, dentro de un cuerpo tantas historias… Muchos presentes pero ningún pasado y ningún futuro, ningún por-venir, sino puro aquí y ahora, des-haciéndonos del tiempo, des-temporalizados, y dejando que el tiempo fluya, viviendo el tiempo según las sensaciones que nos habitan. Tiempo disfrazado de Edipos, de Yocastas, de Borges, de Perones, de actores y de alumnos, de cuerpos que no importa que nombres lleven o sus imágenes. Cuerpos que se asombran ellos mismos por lo que fluye en su interior, por como las palabras se fugan, las palabras mezclándose, haciendo oraciones, formando guiones pero ellos no guionados, no guiones esclavizadores sino palabras que fluyen, cuerpos guiados por esas palabras que buscan encontrar sentidos, pero sentidos que se escapan… y los dejamos ir, aunque nos cueste.
            Vivimos buscando sentidos, ¡Ahora es Edipo! ¡Ahora son dos novios! ¡Ahora es Perón! ¿Podemos vivir una vida sin buscar sentidos? ¿Una vida sin sentido? Fugarnos hacia la poesía des-sentidizante… ¿Quitarle el sentido a todo sin enloquecer en el instante? ¿O seria más divertida una vida de locos? Vivir sin sentido, sin identidad, sin tiempo… vivir en un pleno teatro, una plena improvisación, fugarnos del sentido común… aunque eso implicaría vivir en un sentido común diferente, en una plena fuga, vivir fugándonos, no es a eso a lo que apuntamos. Vivir un guion y de a momentos fugarnos, que un acontecimiento nos acontezca y nos saque de la rutina, como una instalación, algo que difiera, como poniéndole un disfraz, una mascara a la comodidad, y vivir una experiencia diferente, y que ello nos lleve a ver todo de una manera diferente.
            Poetizar para diferir de nosotros mismos, instalar algo diferente en nuestro sentido común, y así vivir ese acontecer, algo único, y guardar ese disfraz, quizás en otra ocasión lo volvamos a usar…

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Cuerpos en situación de pasaje. Cuerpos atravesados por un estado, un pensamiento, una reflexión. Entrecruzamientos rizomáticos, ruptura de identidades, anonimato. Identidades dislocadas, desbordadas. Narraciones imbricadas. Infinitas voces. Producciones subjetivas.  Cuerpos interferidos. Diferir de uno mismo, se vislumbra la otredad, devenir otro, fugarse hacia otras figuras, ser habitado por el instante y dejarse llevar. Romper con el sentido común.
 A través de ésta instalación el cuerpo es atravesado por lo inquietante, lo desconocido, lo incómodo. Es habitado por el instante y aloja lo desconocido, se pierden las referencias. Ésta instalación, puja para salirse del sentido común, por desbaratar las identidades, concebir los anonimatos para que los cuerpos sean desnombrados, desujetados. Es así que la figura es impactada por lo que pasa, por lo que acontece, es captada por la perplejidad. Es por eso que en los primeros momentos deviene lo incómodo, el malestar, que son aliados del sentido común,  que "lucha" contra lo impredecible, contra la incertidumbre. Acontece la incomodidad porque aquel cuerpo pierde momentáneamente el control, es impactado por lo imprevisto.
  Finalmente el cuerpo se deja habitar por el acontecimiento, se entrega a lo imprevisible, al azar, a lo no pensado. Deja de existir para acontecer. Ruptura temporaria, se entrega al caos, en donde conviven las múltiples narraciones. El cuerpo se encuentra con otros cuerpos, las figuras de los cuerpos, sus ideas, sus pensamientos, se entrelazan por un momento, en una misma experiencia. Una instalación que es una pero es múltiple, porque conlleva en ella la infinidad de acontecimientos. En un mismo espacio coexisten por un instante las múltiples figuras por la que los cuerpos son atravesados. Los cuerpos se liberan porque se desprenden del lenguaje impuesto por el sentido común, y comienzan a crear un lenguaje nuevo, afloran frases neologistas, a partir de la experiencia propuesta por la instalación que consiste en tomar dos palabras de un escrito y mezclarlas con otras que estén atravesando el pensamiento en ese momento. Recortando ciertas palabras llamativas y reordenarlas al azar para luego emitirlas.
  Para decir estas frases no había tiempos impuestos ni un tiempo clave, sino que la clave comprendía saber mirar y dejarse mirar, ver y dejarse ver por los ojos de aquellos otros cuerpos y dejarse captar por la mirada para luego poder hablar, entonces cuando las miradas se cruzaban, eso le indicaba a las lenguas el tiempo de hablar, a través de los ojos las lenguas hablaban, diferentes entonaciones y ritmos puestos en juego. Cuerpos intervenidos de diferentes maneras, Según atravesara la figura de lo apresurado, de lo nervioso, de lo tranquilo, de lo triste, era que se iban a manifestar los diferentes tonos y ritmos para enunciar las palabras. Cada una de estas afectaciones conlleva la idea de lo múltiple, ya que en el dispositivo se puso en juego que no hay uno sola manera de interpretar esas figuras. Así es como luego de intercambiar las frases, se intercambiaban los lugares de los cuerpos, es decir, aquel que tenía en frente y que me atravesó con su mirada, ahora iba a ocupar mi lugar y mi cuerpo el de él. Así no había lugares fijos ni conservados, sino que eran intercambiables. A través de la experiencia, se genera una polifonía de voces, de miradas, de sentidos. Ésta idea de máquina que lleva a la fuga, fugarse de uno mismo para poder ser otros, salirse de la existencia para poder acontecer en algo nuevo, desprovisto de sentidos pre-existentes, entregarse a la improvisación, a lo no pensado, a lo instantáneo, aquello que no está dado a priori sino que se produce en aquel momento en el que es vivido. Cuerpos intercambiando-se, entregando-se al azar, a aquello que no puede ser previsto de ningún modo, aconteciendo en un acto de fuga. Aconteciendo en las diferentes afectaciones de las figuras, entregarse al devenir.


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Ciertamente la experiencia que viví en el aula me resultó muy interesante, y a pesar de lo que comentaron algunas compañeras en el práctico pasado (16/6) de que no tenía mucha relación con la cursada y su contenido, a mí me pareció todo lo contrario, que fue un excelente resumen de lo que la materia propone transmitir.
En el ejercicio de improvisación que realizaron los actores no importaba tanto lo que se decía, sino la afectación que atravesaba al actor en el momento en que estaba improvisando. Y en ese sentido, explicaban, es de suma importancia darle intensidad a lo que se está diciendo, o mejor, dejarse atravesar por la intensidad y expresar lo que se siente. ¿No es ésta acaso una expresión artística, más vinculada al teatro por cierto, que sintetiza una de los pensamientos centrales de la materia: "no importa lo que es sino lo que acontece inesperado"? No importa lo que es (en este caso una determinada palabra pronunciada), sino lo que acontece (la afectación que se deriva de eso pronunciado). La idea de lo grupal como lo múltiple era muy visible en este ejercicio de improvisación. La idea de improvisación, ya sea en teatro o en música, plantea de entrada abrirse a lo inesperado, a lo imprevisible. Uno no sabe cuando empieza a improvisar cuánto va a durar lo que va a hacer, o qué carácter (alegre, triste, eufórico, melancólico) va a ir tomando a lo largo de su desarrollo el hecho artístico que está haciendo. Hay que dejarse llevar por el aquí y ahora y dejarse atravesar por las palabras (en el teatro) y por los sonidos (en la música), y en base a lo que va ocurriendo, a lo que acontece, la improvisación camina, sigue su rumbo, creando nuevos sentidos. Entonces, para improvisar en arte, podríamos decir, tenemos que tener en cuenta que la idea de lo imprevisible, lo inesperado (no saber con exactitud hacia dónde nos dirigimos, esto implica cuestionar por medio de un hecho artístico la idea de exactitud) y lo posible (como expresión de lo múltiple, las múltiples narraciones que se pueden dar en la improvisación) son claves; no se puede improvisar de otra manera, si uno está cerrado a lo nuevo.
Una de las actrices nos contó que aunque no sabe nada de psicología, el objetivo que ellos se plantean a priori es el de quitarle a la palabra su significación, y crear por el contrario, a partir de la actuación, un advenimiento de sentido. Tenemos entonces la diferencia entre significación o significado y sentido: el primero es una certeza y cierra una idea; el segundo, amante del arte, cambia permanentemente y, por sobre todo, ama el deslizamiento de ideas. Algo de la fijeza del lenguaje logra escurrirse, algo se pierde. ¿Qué se pierde? Algo de su automatismo, del sentido común, lo des-sujetamos por un instante. Y es en esta línea que señalaba esta actriz que por medio del arte nos corremos del sentido común, nos resistimos a él; como al escribir poesía y emplear el recurso de la metáfora, o del neologismo.
Por otro lado, lo que rescato de la experiencia que se llevó a cabo en el hall de la facultad, es que se podía apreciar muy claramente que todas las voces (en este caso eran dos personas que les hablaban al oído al que improvisaba) "sonaban" al mismo tiempo, todas tenían lugar en el discurso, conformando de esta manera una polifonía (si bien una polifonía de dos voces, tres si contamos al que representaba, una polifonía al fin), en la cual tenían cabida múltiples narraciones.
Para cerrar, aplaudo de pie el hecho de que se nos muestre el contenido de una materia con arte.

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Al llegar, recibí de un muchacho un papel en el que estaba escrito el número 124. Este indicaba el aula donde debía ir. Una chica también facilitaba los papalitos pero ella ofrecía un sobre y la posibilidad de que cada uno tomara uno sin saber que  cifra ocultaba. Allí no hubo asignación, designación de aulas, de habitaciones. El azar entró en juego ya al principio de la jornada.
¿Qué esperaba en esa aula? ¿Tuve suerte? ¿Hay diferencias entre aulas? ¿Hay números mejores que otros? Fueron dudas que me atravesaron mientras caminaba escaleras arriba. Tenía alrededor a otros compañeros que seguían el mismo sendero, pero el camino no era el mismo para todos. En algún punto se bifurcaba y llevaba con poliritmia de pasos a lugares diversos. No era un camino binario, con un inicio (0) y un final (1), sino (si+no) que ahí comenzaba la puesta, la a-puesta de lo poético que nos proponían nuestros invitados. La lógica del código binario, del 0 y 1, del inicio y final del camino, se desbarata y estalla en esa multitud de cuerpos y senderos que toman y reciben pasos que forman un enraizamiento o rizoma hasta el aula donde espera lo incierto lo no sabido, lo posible.
Una vez en el aula nos reciben una chica y un chico que ya con sus ropajes, mostraban que algo de la cotidianeidad quedaba entre paréntesis. Venían a regalarnos una muestra de lo poético.
La primera actividad implicaba destrucción. Destrucción de poesía, del texto que nos entregaron. Pero Pompeyo Audivert nos advirtió, en el texto que nos facilitó, que “destrucción y construcción son mecanismos asociados”. Destruimos un poema pero sin culpa porque enseguida creamos algo. Tomando palabras, cambiamos el texto dado y generamos un cambio. Al destruir el texto se liberó energía y nosotros la tomamos para transformarla y crear algo nuevo. Que las palabras vuelen, que conversen, que se agiten en el recipiente y creen un coctel con un sabor no sabido. Nos alcanzó la figura del artista, la razón poética como oxigenación de la arrogancia de lo establecido.
Unos voluntarios  y luego nuestros invitados actuaron, pero no representando un papel, no desde la teatralidad de la representación. No siguieron un personaje arquetipado simulando ser otros, guionizados, sujetos a un texto lineal; sino que esta actuación se jugó en los terrenos de  la teatralidad de los estados, el de las figuras sin siluetas, sin límites marcados. Con sus palabras en gritos: excedieron los bordes de la gramática y de las paredes del aula. Violencia de intensidades, con voces en el pasillo, interacción entre figuras y afectaciones. Conquistando a compañeros, haciéndonos parte, formando lo inédito con creatividad, recortando los versos, fluyendo palabra por palabra. Re- escribiendo no con caos absoluto, sino con una razón, pero poética y vital.
Al bajar, en el hall central, los actores ya estaban deviniendo. Múltiples figuras y sus voces llenaban el aire, poetizando su intervención. Actores gritando, sufriendo, llorando y riendo a la vez. Son interrogados y responden con un maquinismo. Lo poético los alcanza por los oídos y nos llega a los espectadores al punto de multiplicar los matices de las palabras flotantes. Maquinas que producen pero destruyendo lo que pudo haber sido pero que por acción de lo poético puede ser otra cosa.
Afectados por las emociones creadas. Se intentó poner en palabras en la reunión. No sé si se logró.

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