PRIMER PARCIAL


¡En  búsquedA  D LO  Grupal!

                                                                                                                 Jacek Yerka

El aterrizaje en este terreno amplio y des-estructurante que propone la materia Teoría y Técnica de Grupos implica un desfallecimiento de sólidas ideas previas, las cuáles ya no sirven frente al campo de lo imprevisible. Este proceso no es fácil siendo que venimos con una mirada programada para aprender lo establecido y luego plasmarlo y reproducirlo bajo los criterios de evaluación pertinentes. Pero este espacio implica una lógica diferente, ya que lo construimos entre todos abriendo lugar a la reflexión y a lo inesperado y dónde la idea de poder se encuentra diluida.
Pensamos lo Grupal como el entrecruzamiento de singularidades que generan multiplicidad de sentidos. Pero ¿y lo individual? ¿Qué lugar me pertenece dentro de lo grupal? Las propuestas de des-determinación, de de-construcción de la noción de Sujeto y del sentido común implican poner en cuestionamiento nuestras ideas esquemáticas de ver al mundo y salirnos de la fijeza de las identidades. Consiste en pensar lo grupal desde lo anónimo, desde las figuras que ocupan el lugar del sujeto, y no desde el yo, tomando como pista lo neutro para evitar la captura de las formas.
Pero es justamente esta sujeción la que nos dificulta la apertura a lo no pensado reflejándose en interrogantes del tipo ¿Para que sirve lo Grupal? ¿Qué técnica se utiliza? Preguntas realizadas desde una estricta lógica clasificatoria que buscan respuestas en la misma línea.
El proceso consiste en comprender que en lo grupal no respondemos desde la causa y el efecto, sino que hay multiplicidad de causas como de efectuaciones. Consiste en crear desde un umbral que permita ampliar el panorama hacia infinidad de posibilidades. Nada está establecido, sino que todo es posible, se trata de poder ver más allá de lo que el ojo se limita a ver por la cerradura.
Entonces esta travesía implica abandonar toda técnica que prevea un arribo específico, permitiendo el desvío e incursión por lugares desconocidos desde donde PROBAR Y CREAR.
Siguiendo a De Brasi[1] lo Grupal consiste en la fuga de los grupos hacia la interrogación sobre las condiciones de producción de subjetividad, sobre los modos en que habitamos la vida.
Lo grupal habilita espacios de disidencia y creatividad, se presenta como llamado al silencio y a la soledad. Derrida (1968)[2] utiliza el termino “diferir” como modo de abrir paso a lo no pensado, a lo ignorado de sí, insistiendo en lo diverso. Pero desconocerse no significa ignorarse, sino más bien dejarse sorprender ante potencias que buscan expresarse, de esta forma, habitamos lo que no nos pertenece.

Y entonces… ¿que hacemos?

Roland Barthes[3] explica que “el lenguaje no tiene exterior: es un a puertas cerradas”. El lenguaje clasifica y ordena asignando posiciones. Suponemos que hablar nos libera, pero en realidad nos ata. Es por eso que es necesaria una astucia para escapar de esos lugares fijos definidos gramaticalmente. De acuerdo a sus postulados lo único que nos resta es hacerle trampas. “A esa fullería saludable, a esa esquiva y magnífica engañifa que permite escuchar la lengua fuera del poder, en el esplendor de una revolución permanente del lenguaje, por mi parte yo la llamo: literatura”.
Tanto la literatura, la poesía, el arte, el teatro, la pintura, el surrealismo, el juego, son formas de ir más allá de lo previsto, como artimañas para escapar del engaño de aquellas verdades absolutas.
La literatura Borgeana da cuenta de esta apertura a lo ilimitado, nos sugiere atrevernos a la vida en el instante y alejarnos de los mandatos morales y disciplinarios.
Tanto las ficciones Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, y la loteria en Babilonia[4] cuestionan la idea de sujeto, de las identidades como fijas y naturales. Es una forma de mostrar que los sujetos tienen la ilusión de un yo, de poseer su vida y gobernarla, pero en realidad se trata de la fuga de esas figuras hacia otras. El amor, el odio, la alegría, la tristeza pertenecen al vivir.
Otra trampa de Borges[5] al lenguaje, le permite violar completamente el sentido del orden y es la “cierta enciclopedia china” en la que se dice que “los animales se dividen en:
(a) pertenecientes al emperador,
(b) embalsamados,
(c) amaestrados,
(d) lechones,
(e) sirenas,
(f) fabulosos,
(g) perros sueltos,
(h) incluidos en esta clasificación,
(i) que tiemblan como enojados,
(j) innumerables
(k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello,
(l) etcétera,
(m) que acaban de romper un jarrón,
(n) que de lejos parecen moscas”.

Siguiendo esta lógica  el presente cuento es un intento de trampear al lenguaje.
Crónica de Hoy:
Esta vez la desgracia pasó por casa. No comprendo como Dinah quiso cruzar al Ater.
Todos los días hay un loco, delincuente, bohemio, curioso o suicida que decide cruzar esa línea y ¡quién sabe que pasa allí!, pero Dinah no es nada de eso, o por lo menos no lo era.
Así como en el mar del Diablo está el Triángulo de Formosa, en el lago Ontario el Vórtice Marysburgh, en el océano Atlántico el triángulo de las Bermudas, en Canadá el Calignosus, y en muchos otros lugares, muchos otros umbrales, en esta ciudad, cómo si con la muerte no bastara, está el Ater.
Los diarios, los noticieros y los ateresistas no se cansan de contar nuevos casos de gente que decide cruzar el umbral. Se van y no vuelven, nadie más que ellos sabe que sucede en ese lugar. Sin fin de teorías especulan sobre qué es lo que acontece, pero no hay certeza absoluta.
En este país los gobernantes usan el Ater como albergue de los condenados a muerte, los suicidas y deprimidos como poción letal y los locos como reflejo de su sin razón, pero ¿Por que Dinah habría de cruzarlo?
No logro entender porqué ella tan coherente y pensante decidió aterer, me desespera ese misterio.
Puede que ahora esté sufriendo mucho ahogada entre tanta oscuridad, o puede que esté disfrutando, o puede que simplemente ya no esté.
Que incertidumbre aterrante e insoportable ¡pobre Dinah, enloqueció!
Este fragmento del cuento evidencia la desesperación y desconcierto de quien relata frente a la “locura de Dinah”. Su pensamiento está dominado por el sentido común, catalogando e identificando de “loco, delincuente, bohemio, curioso o suicida “a quién decida cruzar el umbral llamado “Ater”.
De acuerdo a Marcelo Percia en cada decisión queda alojada la indecisión. Se trata de ese limite dónde nadie asegura nada, un sujeto decide sin garantías, como el caso de Dinah, que decide fielmente a cruzar el umbral sin saber que hay detrás de eso.
Siguiendo a Blanchot (1969)[6] consiste en desprenderse de la protección de un absoluto, en este caso, la vida ordinaria y cotidiana de los habitantes de dicha ciudad, que los estabiliza y ordena. Decidir se trata entonces de escuchar la incertidumbre que habla tras cada decisión.
Estos ciudadanos (que simbolizan la sociedad en su conjunto) le tienen tanto miedo al Ater como a la muerte, no lo pueden representar, desconocen que sucede allí; ante lo desconocido: el miedo. Se asocia lo no pensado, lo imprevisible, con lo oscuro, con la muerte.
El Ater es cruzar, animarse a vivir desde esta lógica des-clasificatoria, cruzar el limite de lo establecido, lo rutinario, para ver que pasa allí.
Desde la razón no está aceptado ese cruce, desearían que no existiese esa posibilidad de curiosear sobre lo que pasa en el incógnito umbral.
Se ve en esta postura una respuesta al funcionamiento del sistema capitalista, los mismos delincuentes son arrojados allí como forma de someterlos a la pena de muerte. Le muestran a la sociedad que el Ater es sinónimo de castigo, entonces quién irrumpa las reglas tendrá ese merecido, de lo contrario quien accione acorde a lo reglado estará absento de recibir ese “Final”. De acuerdo a las reflexiones de las clases teóricas, vemos como en la actualidad se ve una “colonización de la vida cotidiana”, se vive desde lo planificado, todo sigue un rumbo específico sin bifurcación permitida, no hay sorpresas ni azar. Incluso el deseo está atrapado en alcanzar una meta, y no en el desear mismo, en el movimiento y búsqueda constante.
Creemos estar en el camino de la libertad, pero eso nos esclaviza. Por el contrario, lo que los habitantes llaman Ater y creen les limitaría el vivir, en realidad, lo ampliaría infinitamente. La descripción de Marcelo Percia[7] sobre lo grupal sirve para entender lo que se plantea en el Ater: “Es, en cambio, una propuesta de acción que imagina que siempre es posible pensar y obrar de otro modo. Es un pensamiento de la resistencia que aspira a fundar otra relación con la ilusión”.
En quien relata el fragmento se puede ver que habita la negatividad “No logro entender porqué ella tan coherente y pensante decidió aterer, me desespera ese misterio”. En el Uno no cabe la idea de creer. Comprender implicaría volverse cómplice de ese mundo insoportable. La rutina justamente sirve para callar ese dolor, adormece la posibilidad de desvío, de estar atentos al instante, a lo que precipita inesperadamente.

Adivina, adivinador… ¿Qué figura me habitará hoy?
 “Era yo, mujer, médica, alta, rubia y deprimida. En cambio Ahora, si se puede hablar de tiempo, soy lo que me habita”.
                                                                                                                        Jacek Yerka  

El umbral que desde la razón conocen como Ater, desde el Ater lo llaman Eximus, espacio habitado por habitantes habitados por lo exótico.
Ingresar implica vivir vertiginosamente en estado de pasaje. Consiste en la caída y fuga permanente a través de un hueco curvilíneo e infinito forrado de espejos multi fórmicos. En arriba-abajo se descansa del reflejo.
No hay relojes, ni tarde, ni temprano, tampoco hay leyes que los gobierne y dirija.
La lógica que marca el ritmo es lo que el espejo les refleja, son lo que creen ver, considerando, claro, que no se trata de un único plano.
Entrar implica salir del cautiverio de la identidad y vivir en lo anónimo, los cuerpos funcionan como transporte del habla, las emociones mudan asiduamente de uno a otro.
No existen los nombres propios, se llaman lo que creen percibir que los caracteriza y habita en ese momento, así quién pudo haber sido Martín en la ciudad conducida por la razón, en Eximus es lo calvo risueño, las combinaciones son infinitas. Un habitante puede ser lo alto contento  y lo bajo tristón a la vez, lo cerrajero colérico y lo cantante desbordante, o simplemente nada cuando arriba-abajo los habita des-espejando.
“Desde que llegué me ha habitado lo obeso desesperanzado, lo maestro sorpresivo y lo viajante amoroso, ahora el espejo me evidencia lo viudo irritante.
Tuve rulos por primera vez en lo maestro sorpresivo, y volví a tener rulos por primera vez en lo viudo irritante, desde acá se siente diferente. En cada figura todo se vive por primera vez.
En Eximus no es posible hablar de La tristeza, La alegría, El miedo. No emplean definiciones, todo se vive diferente desde cada reflejo, en cada habitat hay encuentro con lo desconocido, con lo irrepetible y novedoso.
Lo desesperante en un hábitat puede asemejarse a lo cómico en otro, y lo amargo saber agrio desde otra figura, así como lo caluroso en lo obeso puede sentirse friolento en lo delgado.
En Eximus reina la atracción por lo imprevisible, las figuras fluyen constantemente en cada habitante y mientras uno dice ser atrapado por lo adolescente jocoso, otro dice ver en esa figura lo adulto miedoso, pero lo incierto no los inquieta en absoluto.
Todos ingresan por la misma puerta siendo alguien, con una historia particular que determina un porvenir esperable de acuerdo a sus atributos, pero esa estabilidad se escabulle al fundirse en lo profundo y misterioso del hoyo.
Hay infinidad de figuras posibles, y en cada una abunda lo inédito y lo insólito.
“Solía ser Dinah, tenia una rutina específica de lunes a viernes, y otra menos “estructurada” para los sábados y domingos, al menos eso suponía.”
En Eximus las rutinas son imposibles. Pueden ocurrir múltiples acontecimientos todos igual de imprevisibles, desde el hábitat de lo cómico cerrajero una piedra puede ser un cristal y un carbón a la vez como puede estar lloviendo y soleando en el mismo instante, desde lo alcohólico alucinante pueden hablar los mosquitos, y florecer las nubes, y de repente ser habitado por lo artístico pelirrojo, o porque no, por lo melancólico astronauta.
¡Quién sabe!

 ¡A poner en cuestión!
Este segundo fragmento del cuento es un ensamblaje de los conceptos trabajados en las clases hasta el momento. Se trata de un juego, una fantasía que pone un mundo a existir y refleja el proceso de aprendizaje que desplegamos con la materia Teoría y Técnica de Grupos.
Muestra como los habitantes habitan cuerpos, no son sino que viven en estado de asalto.
Es lo alto contento lo que inventa y hace nacer al habitante, no hay interior, ni yo, sino que es lo que creen percibir en ese momento lo que los hace nacer como ficción.
Por un cuerpo pasan infinitas narraciones, transformándose en un amplificador de pasajes que tienen la ficción de propios pero no lo son.
En la vida acontece la ilusión de un yo que controla y domina, creemos vivir nuestro deseo, poseer nuestra vida; la ficción es tan poderosa que sentimos que pensamos nosotros, pero en realidad es la ilusión la que nos hace nacer, los deseos buscan cuerpos en quienes posarse, no existe mi deseo.
Lo singular está acentuado en la idea del instante, en donde de repente acontece lo inesperado, lo novedoso, lo extraño, lo irrepetible.
Esto permite poner en cuestión las ideas de identidad y de propiedad ¿Quién habla cuando se habla? entendemos al cuerpo como transporte del hablar, la lengua necesita para hablar y expresar una voz hablante.
Abrirse a lo descontrolado implica habitar un umbral que no limita y acota, sino que ensancha; ya que el vértigo de la infinidad de posibilidades podría ser insoportable, consiste en un descanso de todos los ensambles posibles que implican vivir, lo cual se diferencia de pensar en un yo interior.
Los habitantes de Eximus son constantemente habitados por multiplicidad de figuras, el descanso lo consiguen al mirar arriba-abajo donde no hay espejos que les reflejen figuras.
Desde esta lógica se piensa lo Grupal como juego de multiplicidades y como llamada a la soledad y al silencio.
En soledad lo in-escuchable se puede volver audible, es un espacio susceptible de sensibilidad donde se levanta el volumen de lo acallado, todo habla. Esto es lo que ocurre en la psicosis, donde los cuerpos están poblados por multitudes, se encuentran en demasía, no pueden escapar de eso, lo cuál se torna insoportable.
La clínica Grupal de la psicosis muestra como un acto colectivo inventa un cuerpo infinito que intenta sostener emociones que un solo cuerpo no podría. En lo Grupal hablan las emociones, en este caso los dolores insoportables mudan de un cuerpo a otro, pertenecen al vivir.

Siguiendo a lo planteado por Pavlosky[8] lo Grupal consiste, entonces, en un campo de problemáticas donde los distintos hilos se van entrelazando configurando una red y conformando una trama. Lo grupal es la voz inaudible del habla colectiva, trasciende el grupo. Se trata de un proyecto colectivo que inaugura un horizonte común, posibilitando la producción subjetiva sin diluir con ello, las singularidades de los sujetos.
En lo Grupal no se utilizan técnicas sino que se pone en juego la creatividad de los colectivos que construyen dispositivos y mecanismos de acuerdo a la situación sin corresponder a ninguna disciplina específica.
Lo Grupal puede acontecer en cualquier lado, más allá de la clínica. A mediados del siglo XX gran variedad de manifestaciones estéticas reflejaron como el arte decidía salir del encierro de los museos y las galerías desplazándose a las calles, plazas, trenes, colectivos.
Se observa, de esta manera, como las instalaciones estéticas colectivas nutren acciones de grupos que posibilitan invenciones clínicas inesperadas soltando potencias sin ninguna consigna y programa previamente delimitado.


Grupaleando en la actuación
Espacio de potencialidad creativa: jugar, probar, crear
¿CÓMO? Como pase, pasando, siendo.


Se activan zonas desconocidas, se anudan subjetividades y el resultado…
                                                         ¡¡BOOM!! Inesperado.                           Jacek Yerka

Nos encontramos con lugares nunca soñados, y con creaciones más originales que si buscáramos la originalidad.
Singularidades se mezclan y el fruto son historias inimaginables dónde las figuras son y ya no son.
Cuándo lo desconocido se conoce, se avanza a un nuevo desconocer, y así el camino es infinito.
Los cuerpos como pasaje:
NO SE ANCLAN, ESTÁN DISPONIBLES, PRESENTES, ABIERTOS, ATRAVEZADOS: EXPLORAN, SE MUEVEN, PRUEBAN, TROPIEZAN, FLUYEN.



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El ser humano es capaz de ser interceptado por el mundo y más…




                                         
Los espacios de grupos anidan la potencia de lo grupal, la cuestión es “no ser”, la idea de “diferir de sí”. Lo grupal es un acto de construcción, un punto neutro, pero no importa lo que es sino aquello que acontece como desconocido. Entonces la pregunta que deberíamos hacernos desde aquí es: ¿De qué manera acontece lo grupal? ¿Cómo acontece lo grupal?
 Podemos tener en cuenta nuestro primer día en la materia en el cual todos asistimos al aula, espacio al cual todos llegamos y nos sentamos en los bancos, aquellos bancos que ya fueron parte de otro, no fuimos los primeros, sino que hay marcas de otros, hay huellas de otros porque uno, solo es un pasaje allí, un cuerpo en estado de pasaje, aquello nos está pasando.
Nos sentamos en ronda alrededor de una voz hablante, en la cual hay multiplicidad de voces, con la cual establecemos un dialogo, pero es un dialogo entre cuerpos a los cuales nos tensiona, la intriga lo intrigado, el sueño, lo soñado,  el saber lo sabido... Allí cada uno encarna diferentes figuras, una multiplicidad de figuras… algunos de inquietud, otros de aburrimiento, otros de comprensión; diferentes formas de habitar el espacio, ese espacio el cual es una construcción donde interviene el lenguaje, el hablar, las ideas, unos se ríen, otros se hacen preguntas, pero todos somos uno, somos con el otro, así de esta manera vamos construyendo la materia que va a nutrirse a partir del cruce de preguntas, de afirmaciones, de respuestas, de materiales, de temas, multiplicidades que interactúan… Al finalizar la clase todos nos retiramos de ese lugar de encuentro, atravesados… algo pasó, algo adquirimos, algo nos cambió, nos transformó. Salimos atravesados por la experiencia y esa experiencia nos permite devenir, nos permite poder ser de otro modo.

“…pues las cosas que ocurren necesitan de alguien al que le ocurran…”[1]

Nos vamos distintos, de cada clase nos vamos atravesados y esto que nos pasa, pasa por otro, no emana de uno, somos otro, siempre hay otro que nos antecede, nos enseña, nos habla, siempre hay otro, siempre fuimos otro, ya nacimos habitados, hablados … Estamos afectados a esa sensibilidad de pasaje, ese algo exterior nos influyó. Pero lo importante es que aprendemos de aquello que nos acontece; uno se hace con el otro. Se busca ser interferido por ese otro, ser interferido y no ser interceptado, no busca que lo limiten, busca abrirse a nuevos pensamientos y a posibilidades. Esto nos permite crear y ser creativos.
Esto va a permitir en cada uno y en todos, una producción de subjetividad, subjetividades que no son identidades en sí mismas, sino que son con el otro, no se puede ser sin los otros, el asunto de: ¿Quién soy? O si ¿Soy bueno o malo? ¿Tendré éxito o no? Todo se aprende a lo largo del camino y con el otro, a partir de equilibrios, desequilibrios, saltos, esfuerzos, experiencias… Para esto es necesario estar disponibles a un movimiento de los cuerpos, abrirnos a un campo de posibilidades, y el estar disponible hace a las posibilidades. En sí, lo grupal se trata de esto, lo grupal es poner en cuestión, ponerse en cuestión, pero eso produce molestia, produce incomodidad en el cuerpo, ¿Por qué nos incomoda? Debemos cuestionar la idea de sujeto sujetado, la idea de identidad estática, la cual nos estatiza el cambio, no permite avanzar, no permite conocer, nos atrapa y  nos cautiva.
Se trata de cuestionarse. Pero esto nos incomoda, es el infinito de posibilidades, que se abre a la multiplicidad y ante esto, descansamos en un umbral, en un límite. El ser es lo más inamovible de lo humano, ese ser habita la vida, allí aparece la multiplicidad, él decide qué vida habitar, ese umbral es decidir que hacemos de nosotros a partir de lo que han hecho de nosotros. Allí comienza la forma donde uno habita lo que habita, es decir una ficción, una ficción que es un relato.
De todo esto se trata, de devenir otro, significa poder fugar a otras figuras sin estar interceptado, sin estar detenido por una sola figura, se trata de poder encontrar, y así encontrarnos. Dar lugar a aquello nuevo, buscar potencias, intensidades que hagan a una movilidad de cuerpos. Cuerpos porque el sujeto desaparece y aparece la figura que lo coarta, que lo empodera.
Allí aparece el acento en el acontecimiento. Y por eso no somos y somos, no somos, sino que vivimos en estado de insinuación y somos uno, lo somos todo. No hay nada que temer porque todo es nosotros. No debemos tomar  las cosas como son, sino abrirnos a entenderlas, participarlas, examinarlas, deben atravesarnos. Entender es transformar lo que es.
Porque de esta manera nos abrimos a posibilidades… Como se diría en el cuento  Tlön, Uqbar, Orbis Tertius,  “todas las posibilidades son posibles”. A partir del cuento pudimos dar cuenta de todo lo trabajado, todo lo aprendido… porque allí se da cuenta del poder de la imaginación y del idealismo, sobre todo allí donde la percepción se pone en juego por sobre la existencia. Se construye entonces, donde la experiencia de cada uno aporta, la construcción del lugar tiene que ver con la imaginación que cada uno tiene de ello.
 Las cosas dejan de existir en cuanto no son pensadas y dejan de existir cuando las dejamos de pensar, ser es ser percibido. Entonces, la experiencia que cada uno tiene importa, pero… ¿Se tiene la experiencia? La experiencia nos hace nacer como ficción que la posee, la experiencia nos pertenece siendo que le pertenecemos.




Tlön  nos enseña sobre esto desde un primer momento, ya que desde un principio se nos presenta como lo desconocido, como lo inquietante. No acostumbramos a tener este tipo de lectura, ya que es un mundo imaginario, un idealismo, sus habitantes habitan idealismos, todos son parte de una misma entidad, todos los hombres son un mismo hombre. Los lenguajes en Tlön  son extraños, el tiempo es vivido en términos de acontecimiento, los habitantes caminan sobre espacios lisos, los cuales carecen de puntos de referencia, sin saber dónde ir, sin señales, sin marcas. Allí se busca escapar de la lógica cerrada de identidad, cuestionar lo sujetado, hacerse desujetado, ir hacia lo asombroso, hacia lo desconocido, conocer las cosas atravesándolas y poder atravesarse, poder entregarse, ir más allá, crear, movilizarse, arriesgarse, experimentar, no interceptarse, mudarse a Tlön, ser interferido por lo tlöneano.
La idea de Borges es dar cuenta que el todo no implica nunca la idea de unidad.
“Mientras dormimos aquí, estamos despiertos en otro lado y que así cada hombre sean dos hombres “ [2]
Poder pensar en dos hombres hace escapar a la idea de la unidad, de lo único. Y esto abre a la idea de disponibilidad, disponibilidad como aquella posibilidad de pasaje de las figuras en los cuerpos como atravesamiento de lo extraño, así Tlön  lo podríamos tomar como un dispositivo para intervenir idealmente, en el cual se va hacia caminos de lo diferente lo desconocido lo abierto lo alternativo, lo posible, posibilidades de mejorar, sin límites que te detengan, que te etiqueten, que te empoderen.
“… la poesía y el poeta podrían estar llamados a salir de la literatura y entrar en procesos creativos más vitales e inmediatos que refresquen, sino reanuden, los vínculos de esta disciplina artística con la sociedad.”[3]
A partir de esto tratar de alejarse de automatismo que nos coloca como muñecos, como hablantes todopoderosos dueños de sus actos, de sus palabras, con la fantasía de un yo que se gobierna a sí mismo y que todo le pertenece. En el lenguaje las cuestiones de poder se ejercitan, asignan lugares, posiciones en la vida. El poder clasifica, la lógica de poder es la lógica de propiedad. Esto nos ubica en una sociedad de control de manera tal que en los tiempos contemporáneos, nada queda por fuera del control, estos regímenes de poder operan pensando en cuáles son las técnicas de dominación. En estos tiempos contemporáneos pasa algo paradojal, nos controla la idea de “hace lo que quieras”, sería un sistema basado en la libertad, pero es una libertad como ficción porque en realidad, ¿Que tan libres somos? ¿Existe tal libertad? La peor libertad es que te digan “hace lo que quieras”, el sistema capitalista en el cual habitamos nos dice “hace lo que quieras” pero en realidad, cada uno “hace lo que puede”. Se trata de una ficción que se genera donde yo me creo dueño de mis actos. Habitamos una sociedad de consumo que consume la vida que habito, todo está sumergido al consumo. Nos controlamos unos a otros condenando a los que se salen de la norma, del límite, esto hace oponernos al cambio. El consumo te consume.


“Tentación al consumo”


El poder trata de amoldar cuerpos a su necesidad, allí donde pensamos que nos liberamos, al mismo tiempo nos sujetamos. Hace a un sujeto-sujetado, ese sujeto de sostenimiento de atributos, ese sujeto de categorías, ese sujeto de identidad fija. El poder se ve en nosotros, está en nosotros, pasa por nosotros, el poder se encuentra en todos lados y el lenguaje ejercita esto, ejercita cuestiones del poder, el lenguaje impone sus gramáticas y a partir de esto, podemos pensar en las preposiciones.
Las preposiciones realizan patrones que unen personas, inducen expectativas y trazan lógicas de correspondencias”[4]
Por medio de las preposiciones, la gramática hace a ese sujeto sujetado, te guían, te señalan, te unen, pero también te sujetan, te fijan, te amoldan… Un hablante sujetado a la cultura que lo ubica en un lugar fijo.
Pero debe huirse, escaparse, abrirse de esto, vivir sin esto ¿Pero cómo se hace? ¿Es fácil o difícil? ¿Existe la clasificación de lo difícil y de lo fácil? ¿Quién lo dice? El hablante debe ser tomado como quien no habla, sino que hablan aquellas figuras que lo acontecen, que lo atraviesan, que lo interfieren, esas figuras que pasan y hablan en sus formas de habitar el mundo.
Por esto la pregunta aquí seria ¿Quién escribe cuando se está escribiendo? ¿Escribe el saber?  ¿Escribe la duda?  ¿Escribe el apuro? Escriben figuras instaladas en un cuerpo que habita, que habita formas de estar en la vida, el cuerpo como soporte de aquellas figuras…así podemos huir de la identidad del sujeto y presentar una movilidad de figuras que pasan por el cuerpo, una movilización por aquellas figuras que pasan.
Poder pensar en todo esto, es desviarse de un camino único. Es desviarse de un camino hacia muchos caminos de posibilidades que hagan que el sujeto huya del cautiverio para hacerse un viaje de cambios, un viaje de pasajes.



[1] Beckett,S 1953 , “el innombrable” , Paris.
[2] Borges, Jorge Luis, en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius , Ficciones , 1944
[3] Faesler, Carla , en Dentro de la gramática duerme el poder , el poema como instrumento de resistencia y critica .
[4] Percia, Marcelo  en Teatro preposicional, Buenos Aires.


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“Un” desafío: Ir más allá de lo conocido

El presente trabajo es una propuesta para aquellas existencias habitadas por lo estructurado y ancladas en el sentido común. Sin embargo, no se pretende hacer exclusión alguna sino por el contrario dar lugar a conocer las infinitas posibilidades que existen para extenderse, haciendo alusión al título expuesto, hacia lo no conocido. Para ello en principio será necesario comprender diferencias fundamentales, pero también poseer una apertura hacia los flujos de sentido a los que pueden llevar variados conceptos.
Se parte de una diferencia fundamental entre lo que se conoce como grupo en oposición a lo grupal. El primero se trata de un territorio segmentado que contabiliza cuántos integrantes lo componen y aferrado a consignas. En él se consagran modelos, normas y culturas constatando lo programado y cultivando identidades individuales y de conjuntos. El autor José Saramago expresa estas ideas en su escrito "El Grupo" de la siguiente manera: “Son diez o doce personas asustadas-un grupo. […] se espera que de doce debilidades nazca una fuerza. El grupo tiene esta ilusión."
La frase citada remite a la ilusión de unidad que sostiene el grupo; una de las principales diferencias con lo grupal. Y definiendo a este último, se trata de la conexión de lo no existente, de lo no pensado, en el cual no hay identidades fijas, sino anonimato. Algo que merece ser aclarado es que lo grupal no son los grupos, sino que trasciende a estos rompiendo con aquella ilusión grupal de la que se habló al comienzo del párrafo.  
Haciendo centro de aquí en más en lo grupal se destacan variadas características que le competen como la importancia que da a lo acontecido de forma inesperada. Se lo considera una memoria de lo desconocido, en espera de lo único e irrepetible. Lo grupal desbarata aquellas formaciones ya instituidas.
No puede dejarse de lado las infinitas multiplicidades que brinda el prefijo “lo” delante de una palabra, para ello pueden citarse dos autores que tratan la cuestión y que nos permiten pensarlo. Por un lado el autor De Brasi expresa: “Lo grupal dice, a un oído atento, sobre conjunciones, disyunciones, atravesamientos; evoca multiplicidad de formas y repertorios que arman esas fluidas – a veces efímeras – “positividades” llamadas grupos”. “Lo Grupal (y la producción de subjetividad), especie de acontecimiento blanco que dispara el neutro “lo”, neutro del que carecen todavía algunas lenguas […]”. Por otro lado, el autor Blanchot expone: “Lo neutro es aquello que no se distribuye en ningún género: lo no-general, lo no-genérico, así como lo no particular”.
Teniendo en cuenta lo descripto por los autores citados en el párrafo anterior, puede decirse que el neutro “lo” abre a la multiplicidad de sentidos, una forma de escapar de los lugares fijos que el lenguaje y su gramática imponen, es el neutro que des-articula. Lo neutro deja ver las potencialidades ya que se trata de un lugar vacío disponible.

“Una” pista: Habitar lo infantil

Hay tantas preguntas,
tantos mundos por explorar
[…]
Pero lo que más quisiera hacer
es poner la imaginación a volar.

A partir de ahora, la propuesta planteada por este escrito sugiere pensar lo grupal desde la existencia del niño. Puede pensarse y concebirse al niño como a la espera de acontecimientos inéditos, sabiendo que en su ser aun no existen verdades absolutas y acabadas y que no está totalmente inmerso en la lógica del sentido común. El niño recibe y acoge constantemente lo desconocido y novedoso. Un ejemplo son los múltiples “¿Por qué?” que el niño pregunta debido a que no se conforma, a que no se sujeta en un lugar, ni a una respuesta fija sino que está disponible a todas las potencialidades posibles. El niño que apenas fue acercado al lenguaje no discrimina acontecimientos, todo llama su atención y forma parte de lo nuevo que difiere de él; resistiéndose a quedar confinado en las opciones existentes. Pero por sobre todo y en relación a las características de lo grupal, el niño “todavía” no posee una identidad fija.
Decir que el niño no posee todavía una identidad fija, permite interrogarse acerca de: ¿Qué es poseer una identidad fija? ¿Es posible poseerla? De aquí nace la afirmación de la construcción y la invención de la identidad del individuo no como algo que le pertenece, sino como una emergencia de la colisión cotidiana entre distintas fuerzas que atraviesan su experiencia diaria. Se trata de una ficción, de poner en escena a un personaje u otro según las exigencias de las circunstancias, pudiendo crear muchos personajes ya que hay infinitas posibilidades.
Estas ideas y pensamientos acerca de la imposibilidad de poseer cual objeto una identidad, proviene de algo fundamental de la condición humana y que ejerce un fuerte poder sobre los seres hablantes: el lenguaje.

“Una” solución:La literatura infantil       

Siguiendo con la propuesta inicial de este trabajo, dirigiendo el interés hacia lo desconocido puede considerarse a la literatura infantil como una forma, entre tantas, de hacer trampa al lenguaje. Quizás a partir de esto surjan interrogantes como: ¿Por qué debe hacerse trampa al lenguaje? ¿Qué se gana con dicho acontecimiento?    
En el lenguaje (en su expresión la lengua) se inscribe el poder, encontrándose así a los hablantes habitados por este. Sin embargo la paradoja está en el desconocimiento de dicho suceso, los seres hablantes creen gobernar lo que dicen y sobre todo lo que piensan. Esto último, relacionado al tema de la identidad mencionado previamente, es solo una mera fantasía en la cual se vivencian como preferencias y elecciones libres; sin saber (o admitir) que se trata de clasificaciones opresivas, naturalizaciones del sentido común a las que se acostumbran. En palabras del autor Percia: “La naturalización es más efectiva que la prohibición: el influjo de una lengua que hace pensar, sentir y decir como si lo pensado, sentido y dicho brotara de un manantial interior”  
A pesar de este hecho innegable, se conoce una manera de correrse de aquel lugar fijo, de aquella imposición heredada e imposible de rechazar. Dicha manera es expresada por el autor Barthes: “no puede haber libertad si no fuera del lenguaje. […] solo nos resta, si puedo así decirlo, hacer trampas con la lengua, hacerle trampas al lenguaje. […] por mi parte yo la llamo: literatura”
Entonces retomando la forma de trampa al lenguaje “seleccionada” en este escrito, la literatura infantil, se procede a desarrollar dicha concepción. El escritor que se propone dedicarse a la literatura infantil requiere de un trabajo previo, arduo y desafiante.  Se parte de una base: hacer literatura, es sinónimo de hacerle trampas al lenguaje, se trata de buscar significados allí donde no estaban, de instaurar un espacio de dimensiones desconocidas, de permitirse ir más allá de lo cotidiano, trazando caminos divergentes y utópicos, únicos y e inasibles. Hacer literatura es una experiencia lúdica y de descubrimiento de los propios límites y potencialidades a partir no solo de la escritura, sino también de la lectura de textos literarios. Pero en lo que respecta al escritor que decide avocarse a la literatura infantil se trata de asumir una posición que no es la que habita, lo adulto, sino habitar lo infantil.  Según las características del niño descriptas anteriormente puede plantearse el siguiente interrogante: Para ser escritor de literatura infantil ¿Se requiere de una existencia en busca de lo único e irrepetible? ¿Se requiere estar dispuesto a ir más allá de los lugares fijos que el lenguaje impone?

“Una” figura sin ataduras

“La culpa es de los gnomos que nunca quisieron ser ñomos. Culpa tienen la nieve, la niebla, los nietos, los atenienses, el unicornio. Todos evasores de la eñe. ¡Señoras, señores, compañeros, amados niños! ¡No nos dejemos arrebatar la eñe!

Podría ser de gran ayuda en el seguimiento de la propuesta inicial de este trabajo citar a una reconocida escritora llamada María Elena Walsh. Caracterizando “su” escritura puede decirse que escribió de una manera en la que se deshacen los límites impuestos, se des-ordena la sintaxis, se desarma la semántica para llegar a algún sentido entre los infinitos bordeando lo decible, hasta allí, existente. Con su “improcedencia lógica” desestructuró las reglas y autoridades, haciendo triunfar a la incongruencia sobre lo razonable e invitando a la reflexión y a la risa. 
La autora citada en la introducción de su libro Chaucha y Palito escribió: “Hay palabras misteriosas, también otras que no quieren decir nada, como los dibujos en las alas de las mariposas. Se volaron, sencillamente. O todavía no se posaron en las enciclopedias”. Ahí estaba su secreto: sus cuentos y canciones le escapaban al realismo, al orden y a la justa medida, para zambullirse en la fantasía, el descubrimiento y la imaginación.
La escritora de esta forma se liberaba de las ataduras del lenguaje y convoca mediante sus obras a ir más allá, hacia la multiplicidad, hacia lo heterogéneo en oposición a la tendencia homogénea del sentido común y la lógica clasificatoria. La importancia estaría puesta en el acontecimiento como estado impersonal.
A modo de conclusión del presente trabajo se exponen los fines para lo que fue escrito, ampliando los mismos que fueron propuestos en el comienzo. Se espera haber sido una invitación a pensar, a reflexionar acerca de la posición que tomamos frente al saber. Este escrito apunta hacia la disponibilidad de búsqueda de posibilidades y de multiplicidades. Se trata de estar vacío, para llenarse con infinitos sentidos, sin instalarse en los meros significados “supuestamente” ciertos y acabados. ¿Es posible vivir la vida sin estar sujeto al sentido común? ¿Vivir la vida sin pensar que nos pertenece? ¿Vivir sin clasificaciones y lugares fijos? Existen infinitas respuestas, quizás pensando en las múltiples existencias que se pueden habitar curando la enfermedad de lo uno y la insistencia en una identidad personal. En esta oportunidad fue pensada a través de lo infantil, de la existencia del niño ¿Cuáles otras existencias podrían ser? 
    

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Para comenzar este parcial se podría retomar la frase que presentó la primera de las ideas novedosas, para mi persona, en esta materia: “Lo grupal no son los grupos… solamente”. Con dicha frase se aborda la idea de que LO grupal es diferente a EL grupo, siendo el primer concepto algo neutro, con multiplicidad, dando importancia a lo que sucede y no a lo que es. Los grupos articulan lo existente, mientras que lo grupal conecta “lo no pensado”.
Siguiendo con esta idea, Marcelo Percia afirma que “
Lo neutro es una astucia para escapar de los lugares fijos que el lenguaje nos impone. Lo grupal no se reduce a lo que los grupos insisten en ser. Lo grupal sirve de pasadizo para escapar del terreno pantanoso de los grupos. Los grupos parecen ciénagas que tientan a entrar y no dejan salir. “(1)
Al hablar del lenguaje podría afirmarse que el sujeto nace “sujetado” al mismo. El lenguaje nos obliga a decir ciertas cosas y posicionarnos de determinadas maneras, es por eso que no sólo abre mundos y posibilita sino que también clausura y nos encierra. Entonces, en el hablar analítico se le hace trampa al lenguaje y aparecen palabras nuevas, fuera de lo esperado y de lo que estamos obligados a decir. Este hablar nos descoloca, nos sorprende, nos dispersa. Se huye de lo establecido e impuesto, se escapa del sentido común en el que está inmerso el sujeto.
En el texto “Sujeto: pulso de una acción, latido de un verbo”, Marcelo Percia afirma que “El sentido común organiza la percepción del otro para una lógica de masas que convendría distinguir de las lógicas colectivas. La lógica de masas captura regularidades y previsiones (el otro interpretado) y prescribe acciones protectoras inclusivas y explulsivas: si hago lo que se dice, soy relevado de mi singularidad, de mi responsabilidad, de la desquicia de los predicados que flotan en el mundo como potencias inconvenientes. Si vivo como se dice que hay que vivir, me sumerjo en el Uno del sentido común y si pienso como piensa la gente, me preservo de la soledad y de la muerte.” (2)

Por todo lo mencionado, podría decirse que el cuerpo está atravesado por el lenguaje, por muchos decires que parecen propios pero que no lo son, entonces, el cuerpo es una ficción. Esto se trata de que el sujeto no es más que distintas figuras habitadas todo el tiempo, en lucha con el sentido común. Es la gramática la que pone a los sujetos en un lugar de identificación al poner el foco en “lo que es”, en el sujeto; en cambio, si en lugar de poner el acento ahí se pone en “lo que pasa”, desaparece esta lógica clasificatoria, este sujeto sujetado. Esto puede pensarse en la clínica, como ya se mencionó anteriormente.
Con esta idea, puede hablarse sobre la producción de subjetividad como distintas maneras de habitar el mundo. A partir de esto puede plantearse la identidad como una ficción, una invención que emerge de una unión de características que no son fijas, sino que van cambiando en el acto de devenir sujeto. De esto habla Cinthia Rolón al decir “Ligado a la problemática de la identidad esta línea de sentido,   afirma  la construcción e invención de la identidad del individuo no como algo que le pertenece, sino como una emergente de la colisión cotidiana entre distintas fuerzas que atraviesan su experiencia diaria. ¿Es posible  dejar de ser los que somos para devenir en otros, que luego serán otros?” (3).
Al leer ese interrogante, entra en mí la misma duda que plantea dicha autora: ¿es posible dejar de ser lo que somos? ¿Somos alguien fijo o somos alguien que siempre cambia y adopta distintas figuras? Y pensando en esto viene a mi mente una profesión que refleja claramente los temas tratados: el ser actor.
Para dar una definición de qué es un actor, puede decirse que en las artes escénicas, un actor es una persona que crea, interpreta y representa una acción dramática basándose en textos, estímulos visuales, sonoros y otros, previamente concebidos por un autor o creados a través de improvisaciones individuales y colectivas, utiliza voces, recursos corporales y emocionales, intervenidos o intuidos, con el fin de transmitir al espectador el conjunto de ideas y acciones dramáticas propuestas; pueden hacer uso de los recursos técnicos para manipular títeres, marionetas y homólogos; puede interpretar sobre la imagen o la voz de los demás, ensaya buscando combinar su creatividad con el director; actúa en lugares donde se representan espectáculos públicos con las actuaciones y / o en otros medios. Podría relacionarse esta profesión con los temas trabajados y analizados en la materia a lo largo de este tiempo y que, brevemente, fueron expuestos a lo largo de este trabajo. El actor, así como el sujeto, habita o es habitado por distintas figuras todo el tiempo, estas figuras son necesarias para organizar nuestras vidas. Uno decide sobre opciones, pero la cuestión se encuentra en no dejar que estas figuras nos capturen y encierren por completo; no pasar a ser esclavo de ellas.
Para finalizar este parcial me gustaría mencionar una frase que dijo Julio Chávez al ganar el Martín Fierro 2012 al “Mejor actor”. Creo que refleja lo aprendido hasta ahora en la materia:
“Me siento enormemente agradecido por tener un oficio tan humano como es crear ficción. Deseo que cada ser humano tenga la posibilidad de crear la ficción que se le cante; es el derecho que tenemos como humanos”.
Tenemos el derecho y la posibilidad a crear un espacio nuevo,  mundos posibles. Tenemos el derecho y la posibilidad de cambiar y romper con lo establecido, lo prefijado, lo esperable, lo naturalizado, lo dado como “normal” por el sentido común del grupo. Tenemos el derecho y la posibilidad de vivir por vivir y esperar el surgimiento de algo nuevo que nos sorprenda. Tenemos el derecho y la posibilidad de jugar con el lenguaje  y crear ficciones.



(1)  M. Percia “Lo grupal, la cuestión de lo neutro”
(2)  M. Percia “Sujeto: pulso de una acción, latido de un verbo”
(3)  Cinthia Rolón “Yo como ficción”


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"El sentido común es el menos común de los sentidos”

Introducción:

El presente trabajo propone articular los conceptos vistos en clase y los presentes enviados por mail con el fin de escapar del engaño de aquellas verdades absolutas (Percia, Marcelo). Poder conectar con lo no pensado y construir algo nuevo a partir de las clases y poder probar y no aprobar en tanto como afirma Marcelo Percia en la siguiente cita:
La distinción entre aprobar y probar reside en que se aprueba algo ya establecido como bueno, mientras sólo se prueba lo que no se sabe. (Percia, M, s.f:1)
Es decir que este trabajo no busca ser aprobado por la mera repetición de conceptos ya establecidos como correctos sino probar, ahondar en lo desconocido y construir algo nuevo. En primer lugar realizando un marco teórico de los conceptos vistos para luego articularlos con distintos aspectos.


Desarrollo:

A modo de introducir un marco teórico, definiremos de manera aproximada Lo grupal como un acontecimiento blanco que dispara lo neutro, no objeto de ninguna designación, (De Brasi, s.f). Importa el acontecimiento, conecta con lo no pensado como un acto de construcción a consecuencia de algo.     Acontecimiento blanco en tanto no tiene tonos, no tiene colores por lo que es todos a la vez, encierra la potencia de transformarse en todo. Al no tener colores, o en términos verbales, conjugación, no va a cobrar importancia quién realiza el acto, sino el acontecimiento en sí.  
Los grupos, por otro lado, no son opuestos a lo grupal sino que son excedidos por el mismo. Lo grupal es aquello que acontece, mientras que el grupo, es lo que es. El grupo articula lo que hay, tiene roles, identidades, status. Lo grupal lo trasciende, es algo más, viene a realizar un plus en aquello que está allí. El grupo es condición necesaria para que devenga lo neutro, que va a des-articular, rompe con el sentido común y así deviene lo grupal, es decir, el grupo es condición para lo grupal.
  Maravillosa cosa el lenguaje humano que, para el español, Lo grupal y El grupo tienen significados des-semejantes, explicados con anterioridad, pero además semánticamente son dos palabras distintas, con artículos diferentes.
Sin embargo para otros idiomas, como el inglés, son palabras similares con artículos equivalentes: the Group- the group. Cabría cuestionarse si la semejanza semántica tiene correlación con las relaciones de grupo de las sociedades angloparlantes, en especial, la sociedad Norteamericana la cual se puede ubicar como la cuna de las sociedades de consumo y de control.
 En esta línea de pensamiento introduciremos mi tercer presente donde discutimos el poder y el ejemplo del paseador de perros argumentando la oposición a lo comentado en dicha clase sobre el paseador como poseedor del poder sobre el perro.
Consideramos importante entonces, en esta oportunidad, hacer una distinción. En primer lugar establecimos que el poder en lo grupal no existe en tanto no hay un discurso único, lo cual en el e-mail negamos haciendo énfasis en la posibilidad de que los perros, al estar domesticados, también estén introducidos en el lenguaje y por lo tanto puedan tener un discurso propio.
No obstante ahora podemos apuntalar que cuando envíe dicho presente estaba posicionada en los automatismos y confundí el grupo, con lo grupal.
De esta manera podemos ubicar entonces relaciones de poder en los grupos, y allí discutir entonces la posición pasiva o activa de las mascotas, en tanto los grupos son aquellos que poseen los roles que pueden ser intercambiables. Es en la gramática de los grupos donde se encuentra al poder debido a que la gramática con sus leyes clasifica, ordena y automatiza. Fija lugares en el sentido común y en base a eso las personas son solubles a ser dominadas.
  Por lo tanto en lo grupal no existe el poder ya que se des-construyen las gramáticas al permitir conectar con aquello no pensado, con la multiplicidad. Des-sujetar al sujeto de aquellos lugares donde la gramática lo sentó.
Foucault establece que “el poder es la capacidad de conducir de manera no física las conductas”  y agrega “es la cosa más cotidiana y la mejor compartida”. Encuentra al poder en todas las esferas de la vida que caracterizan a una sociedad y que no pueden establecerse sin un discurso (Foucault, M)
El poder necesita “producir la verdad” para funcionar. La verdad hace ley, elabora el discurso verdadero que al menos en parte, transmite, promueve efectos del poder (Foucault, M,s.f: 3)
  Debe señalarse entonces que son las preposiciones las que atribuyen las posiciones de los sujetos, fijan los cuerpos al sentido común y hacen creer que es el mismo sujeto el que habla cuando en realidad en ese discurso se ubican todas las voces que lo precedieron. Es necesario preguntarse:

¿Quién habla cuando se está hablando?

Consideramos interesante relacionar esta pregunta con  la película Más Extraño que la ficción (ver anexo 1). Es una metáfora de como una persona vive su vida creyendo que la domina hasta que de pronto escucha que una voz ajena  que  va relatando todo aquello que realiza, piensa y hace.
En un primer momento se lo diagnostica como esquizofrénico, se lo quiere ubicar en un lugar de demente por alejarse de aquello que el lenguaje establece, que cada persona es dueño, como dice el dicho popular, “de lo que dice y esclavo de lo que calla”. Pero más tarde se demuestra que el protagonista no está realmente loco sino que existe otra voz que lo condiciona, que no es el sujeto quien habla y que al hacerlo, no es libre tampoco.

¿Es la gramática, como poder, la que encasilla como loco a todo aquel que da cuenta de la ficción? En tanto al darse cuenta podría romper con esa lógica y poner el peligro el poder.
¿Sale del sentido común porque está loco o es designado "loco" por salirse del sentido común? (Presente 12/5)

  Es importante comprender que cuando una persona habla, no habla un sujeto sino que hablan las figuras que afectan a dicho cuerpo, las figuras que ocupan el lugar del sujeto en un momento determinado. Es necesario salir de la razón humana que asigna los lugares fijos, el sentido común, la identidad, para poder comprender lo que está afectando al sujeto. El título de este informe establece “el sentido común es el menos común de los sentidos” (Greele, H) y sustraemos de esta frase la eiségesis[1] de que el sentido común es el menos común de los sentidos en tanto es algo impuesto por la gramática del poder y no algo que surge a la persona como construcción interior propia. Se vive el mundo creyendo poseer una identidad y con las reglas que el sentido común impone como medida de lo normal.
Las atribuciones y designaciones que conlleva una identidad son vividas como una cárcel para la persona, algo acusatorio, el no poder cumplir con aquello que la identidad instaura como lo correcto y el destino de la vida puede generar síntomas en los cuerpos. Desde el psicoanálisis también se afirma que el no poder cumplir con el ideal del yo que fundan los padres desarrolla síntomas en los sujetos. Muchas veces los padres, creyendo que hacen un bien al niño, regidos por aquello que el sentido común funda como adecuado, simplemente esperan que el niño repita aquello que ellos no pudieron cumplir, promueven a sus hijos ideales como aquello que deben realizar pero basados en sus propios deseos inconclusos. ¿Allí se encuentra la identidad del niño? o ¿el niño crea su identidad apoyándose en la identidad de los padres?
   Entendemos por identidad a la narración que una persona hace de sí mismo, pero en tanto narración, es una ficción del autor que la escribe. En la formula “yo soy…” se está fijando al cuerpo a una definición de sí que va a negar todo lo demás que puede acontecer, es ahí donde debe operar lo neutro, des-figurando lo fijado para devenir multiplicidad. “Lo…habita en mi”, ya no interesa la identidad del yo sino todas las figuras que pueden atravesar ese cuerpo.
   Aquí en relación al primer presente podemos sostener que en lo grupal no se requiere de la identidad, sino de los estados, se juega una teatralidad de los estados, mientras que el grupo necesita representar lugares e identidades, se juega una teatralidad de las representaciones.
   Para nuestro campo de trabajo es importante que entendamos esto y la importancia de clasificar a las personas en un diagnóstico, una identidad,  como por ejemplo: “Juan es esquizofrénico”  como si todas las esferas de la vida de Juan estuviesen acalladas bajo la figura esquizofrénica que lo habita, como si no pudiese devenir ninguna otra cosa porque ya fue clasificado en una definición.
   En la clínica se debe buscar romper con la idea de único que impone la gramática y tratar sobre aquello que acontece inesperado. Trabajar no con técnicas, las cuales repiten un protocolo definido que conduce a un resultado único y general, sino con dispositivos que por el contrario son construidos para la ocasión que acontece.
  Sin embargo, en lo programático que funda el sentido común, en aquellas leyes fijas a seguir puede devenir lo neutro, lo inesperado. Establecimos un ejemplo de esto en el presente del 19/5 cuando hablamos de la película Matrix (ver anexo 2) ya que se puede ver como en lo programado en una computadora, donde se supone no puede haber fallas debido a que las computadoras  se manejan con axiomas lógicos matemáticos, surge un acontecimiento nuevo, un resultado no esperable en esos axiomas que predicen los resultados de todos.
La Matrix se rompe con aquello nuevo que acontece de lo que ya estaba allí, se abre la multiplicidad en esos cuerpos fijados en lugares por el sentido común establecido por los robots.
Asimismo, podemos relacionar ese ejemplo con la siguiente frase:   La pura lógica es la ruina del espíritu”  (Saint-Exupéry, A,) es decir, cuanto más nos regimos por la pura lógica más nos alejamos del espíritu humano, cuanto más adentrados estamos en el sentido común, más lejos estamos de aquello que podríamos devenir, de la multiplicidad de nuestros estados. Al fin y al cabo, ¿qué tan seguros podemos estar de que la lógica en tanto tal es lo correcto, lo puro, la verdad? Según el diccionario de la Real academia española se entiende por axioma “Proposición tan clara y evidente que se admite sin necesidad de demostración.” Y en relación a las matemáticas “Cada uno de los principios fundamentales e indemostrables sobre los que se construye una teoría.”(Real academia española, 2001). ¿Por qué “indemostrable”? ¿Efectivamente podemos afirmar algo, en este mundo tan cambiante, como una verdad absoluta sin necesidad de ser demostrado? Cuando en realidad, las ciencias fueron modificándose a lo largo de la historia, avanzando, teorizando y negando aquellas cosas que con anterioridad afirmaban. Incluso la matemática que suele considerarse el ejemplo de algo estático tuvo descubrimientos importantes, sería ignorante afirmar que la matemática fue la misma a lo largo de los siglos. 
   Encontramos una relación entre lo expuesto previamente y lo trabajado sobre el texto de Tlön (Borges, J, L, 1994) el cual establece la posibilidad de escribir una ficción sobre la historia de un mundo inventado, con leyes matemáticas propias, clima, historia, todo lo que podría caracterizar a un planeta habitado por seres. Entonces ¿cómo podemos afirmar que uno es real y el otro no? ¿Por qué el planeta de Tlön es ficcional y nuestro planeta tierra es real? ¿Quién establece la varilla para diferenciar uno del otro?




[1] Una interpretación que refleja las ideas personales o el punto de vista del intérprete; leer en un texto algo que no se encuentra allí.

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SER UNA LENGUA

¡Qué lindo sería vivir sin ser un sujeto! Des-sujetarnos SER UNA LENGUA, 

vivir en soledad y en caos.  ¿Suena extraño? Algo que, según el sentido 

común, se ve como “malo”. Pero... ¿Por qué? 

Vivir. Vivir en un mundo caótico como ideal. ¿Ideal? Si, ideal. El caos como 

renovador. Vivir renovando. Vivir ordenando a través del caos. 

YO, MIO, PROPIEDAD palabras que se usan tan regularmente. ¿Qué es mío? 

¿Qué es tuyo? ¿Qué es nuestro? NADA. Toda esta ficción nos vuelve dentro 

de una lógica la cual nos subsume, nos consume, nos aniquila. 

La gente luchó y mató (aunque hoy en día se sigue viendo lo mismo) por un 

pedazo de tierra, por una idea, una teoría ¿Con que fin? ¿Cuál es el objetivo de 

la propiedad cuando luego del paso por esta tierra no queda nada? Lo mismo 

ocurre con apropiarse y aferrarse a nuestras ideas. ¿Nuestras? 

Quizás es más importante dejar de un lado a ese YO narcisista, posesivo, 

egocéntrico y ficcionario para darle lugar a las ideas, a lo que se dice y se 

hace. Ese decir es llevado a cavo por una lengua hablante, una lengua que 

desliza una producción de ideas. 

La idea de anonimar los cuerpos resume lo postulado. Anonimar los cuerpos 

para abrir paso a la multiplicidad de lenguas hablantes. 

Otra idea muy distinta es la lengua como opresora. Opresora en cuanto 

a su acto clasificatorio. Pero… ¿Quién habla cuando se está hablando? 

El yo, respondería cualquier ingenuo, pero no. El yo es una ficción que se 

entrama en nuestras vidas. Aquel que habla es aquella figura que ocupa el 

lugar del sujeto. EL LENGUAJE APUNTA AL ESTUDIO DEL PODER. LA 

FANTASIA DE UN YO QUE GOBIERNA LO QUE DICE. ¿Gobierna? ¡Qué 

ficción tan enorme! Es una vida que no dominamos y sin embargo pensamos 

que la gobernamos. ¡Qué irónico! Protagonizamos vidas que no gobernamos 

y sin embargo nos creemos omnipotentes y dueños de nuestra vida. Es un no-

gobierno que se nos presenta como libertad. 

Pero en este caso, la idea se postula en base a ¿Qué pasa si 

miramos más allá de la cuestión sustancial? ¿Qué pasa si nos 

transformarnos en un pura-lengua, un puro-decir, en ese órgano móvil inquieto 

Pero… ¿A que se llama lengua en este caso? No se hace referencia a la 

lengua hablada por una determinada cultura, país o región. Sino a la lengua 

como ese órgano muscular situado dentro de la boca de un hablante. 

¿Cuándo decimos que tenemos algo en “la punta de la lengua” estaremos 

haciendo referencia a lo propiamente des-gobernado? Esa punta de la lengua 

que jamás sale de sí. Se inquieta, re revela, busca su salida. Pero sigue ligada, 

ligada a ese sujeto soporte de categorías y atributos. 

La lengua no puede abarcar todo. No lo abarca por ese “lo tengo en la punta de 

la lengua” que no quiere salir, no quiere revelarse, no quiere des-ligarse. 

Pensar la lengua como un mapa del decir, del hablar, del expresar, del sentir. 

Y se habla de la lengua y no de la palabra, ya que la misma coarta la idea de 

la posibilidad. Se circunscribe a certezas que se instauran como verdades del 

Cuando los dientes, filosos y opresivos muerden esa lengua para no expresar. 

La acallan, la coartan, la inmoviliza. Esa expresión “mejor me muerdo la 

lengua para no hablar”. LIBERTAD. Liberar a esa lengua de los barrotes 

de los dientes para darle paso al fluir de ideas y pensamientos. Esos dientes 

como sistema de poder frente a la lengua. Esa lengua que lucha por salir, por 

expresarse, por des-sujetarse. Pero sigue allí, anudada a ese cuerpo y a ese 

Darle importancia a la lengua, a lo que dice, lo que expresa, lo que comunica y 

no al sujeto que porta esa lengua. IMPORTANCIA AL CONTENIDO Y NO AL 

Otra frase popular hace referencia a “tiene una lengua filosa”. El 

término "filosa" hace referencia a que dicha lengua NO CALLA NADA. Dice, 

expresa, siente, se mueve, es escurridiza, habla sin medir. No se somete al 

poder que le ejerce el otro y, mucho menos al poder del propio sujeto. Es una 

lengua que dice lo que piensa, sin medir consecuencias. Y lo que importa aquí 

es ese fluir en el decir y LO QUE COMUNICA. 

Filosa como cuchillo nuevo, como espada de samurai, como filo sin estrenar. 

Filo que corta sin dudar, sin imprecisión, sin problema. Corta, corta todo lo que 

tiene a su paso. A esta lengua se hace referencia, a la lengua que avanza sin 

cesar, produciendo saberes y expresándolos sin ningún obstáculo. 

A su vez, se puede entramar otra frase: “lengua larga”. Dicha frase se 

correlaciona con la anterior. Cuando se establece que una persona tiene 

“lengua larga” hace referencia a que habla, expresa, se mueve, dice sin parar. 

Expresa ideas, se trata de des-sujetar, al punto que el sujeto ve como extraña 

Larga. Larga como el Amazonas o el Nilo. Como un río, como ese contante 

fluir de idas y producciones sin cesar. Esas ideas, que como el agua de un río, 

se lleva todo lo que tiene por delante sin medir consecuencias. Arrastra y lleva 

todo a su paso. Empuja, presiona, se revolotea por moverse y avanzar.

Pero, por otro lado, se dice en el lenguaje cotidiano: "te comieron la lengua 

los ratones". En esta frase se puede ver la oposición a las frases citadas en el 

Esta expresión hace referencia al PODER. Un intruso, el ratón, come a este 

órgano móvil con ansias de expresarse, de excorporeizarse. Pero es tal el 

poder que ejerce que se queda acallado, dominado por un simple ratoncito. 

NUEVAMENTE LIBERAR. Liberar a esta lengua del ratón, como la liberación 

planteada líneas más arriba sobre la "cárcel de los dientes".  

Luchar contra ese ratón que quiere imponer su poder. La lengua debe 

imponerse ante ese roedor que viene a acallar su discurso. Expresar a toda 

No hay que dejar de resaltar que siempre lo importante es anonimar ese 

cuerpo y darle paso a la lengua, a lo dicho, al discurso propiamente dicho y no 

Si nos adentramos a la estructura orgánica de la lengua, se puede establecer 

que cada sector de la misma cuenta con distintas respuestas frente al gusto.

Dulce, amargo, salado y agrio componen dichos sectores. 

¿Por allí no pasaran las ideas? ¿No serán rozadas por estas formas de 

Cuando se dice una frase de amor o halago hacia alguien… ¿Pasará por los 

vestigios “dulces”? Y dicha suposición se puede hacer para todo tipo de ideas 

(insultos, discriminación, verdades, chistes, etc.)

Quizás habría que darle importancia a ese “mapa de la percepción”, por donde 

se escurren las ideas. ¿Habría que hacerlas pasar por el lado dulce al hablar? 

¿Hay que eliminar el lado agrio o amargo de las ideas? Quizás no. Quizás es 

importante todo tipo de producción de ideas, ya que… ¿Quién establece lo 

correcto e incorrecto? ¿Quién juzga la catarata de decires que se entraman en 

SER UNA LENGUA. Ser una producción de ideas que viven en soledad y que 

día a día intentan des-sujetarse.

Ser una lengua que expresa sin importar, sin someterse al poder.

Ser una lengua sin sujeto, des-sujetada. SOLO UNA LENGUA.

SOLO QUEDAN LAS IDEAS Y LA PRODUCCIÓN DE SABERES.

Es por ello que la propuesta de ser una lengua es una forma de anonimar los 

cuerpos para desbaratar lo identitario y dar paso a las infinitas narraciones.


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Debo confesar, (o la confesión me invade), que en un comienzo la materia no me parecía de lo más agradable ya que se viene de un sistema bastante estructurado, “ACOSTUMBRADA”  a ello, los pensamientos invadieron mi ser, pensamientos que jamás pensé me atravesarían…
Apuntando al texto de Percia (El Teatro preposicional), [1]“El poder no solo es el poder, sino los poderes que hablan en nosotros, como voces autorizadas, mandatos obstinados, ojos insomnes. Hablan en nosotros, como si solo fuéramos muñecos inermes de un ventrílocuo…”
Ventrílocuo: (Proviene del latín ventrilocuus, “el que habla con el vientre”) es el arte para modificar la voz para imitar otras voces u otros sonidos. Forma parte de la brillantez de la actuación, el que la emisión de voz, se haga de la forma más discreta posible, esto es, que el ventrílocuo sea capaz de dar voz al muñeco, sin mover, o casi sin mover, los labios, de modo que una vez proyectada la voz, parezca originarse efectivamente en el propio muñeco.  Leyendo esta definición me invaden múltiples ejemplos de ello, que en lo colectivo lo vivimos día a día en todos los aspectos, tanto a nivel político, universitario, familiar, etc. Vivimos en una sociedad subordinada, creyendo que es lo más habitual vivir así, caemos en un automatismo, y caemos en la trampa de “CREER” que nuestro YO Gobierna lo que dice. Estamos equivocados, no es así, nos dibujan algo que no es, ¿vivimos en una fantasía? ¿Estamos tan lejos de Tlon? ¿Estamos sumergidos en un mundo que nos imponen, que no somos dueños de lo que hacemos? ¿Estamos viviendo en un mundo de libertad? ¿En un mundo donde en verdad podes vivir como querés? Definitivamente NO somos libres.
Somos muñecos ventrílocuos como lo expone Percia, no vivimos exponiendo nuestros ideales, nuestros deseos, nuestras verdaderas metas, nuestros verdaderos objetivos.
Entonces, ¿Quién habla cuando se está hablando? (Volviendo al muñeco ventrílocuo), decir que habla el sujeto es ser arrogantes, decir que habla nuestro YO es solo una fantasía. NO HABLA EL SUJETO SINO LA FIGURA.  La palabra sujeto está cargada de atribuciones, cargada de definiciones, si hablamos de sujeto y queremos desmontar esta idea, hay que dar vuelta a la gramática, y esto refiere a que siempre vamos a estar sujetados a algún acontecimiento. Cuando menciono esto me viene a la mente, o mejor dicho me invade la palabra MULTIPLICIDAD, ACCION, bien, pues estos conceptos remiten a lo colectivo, lo múltiple, lo indefinido, HOY PUEDO ESTAR TRISTE, PERO LUEGO PUEDO ESTAR FELIZ, acá vamos a la multiplicidad, a lo múltiple, NO VAMOS A LO SOY TRISTE, SOY FELIZ... Pero si vuelvo nuevamente a que vamos a estar sujetados a algún acontecimiento se ve viene a la mente LA CAPTURA, recortamos algo de todo lo que nos invade y de ello nos sujetamos.
En "La lotería de babilonia", comenta Percia en su texto, Borges nos presenta la idea de vivir múltiples vidas para romper con el concepto de unidad. Pero vivir múltiples vidas no significa ser muchos ni ser el otro ni ocupar su lugar, sino que significa estar disponible para ser atravesado por múltiples figuras, figuras desconocidas. 
Volviendo a la palabra sujeto, que está cargada de atribuciones,  ¿Sin las atribuciones podríamos referirnos a algo? ¿Sujeto como sostenimiento de los atributos? ¿Qué significa sujeto? ¿Significa que estamos sujetados? ¿Volvemos nuevamente a la palabra Poder? Innumerables interrogantes hay dentro de esto.
¿Y si hablamos del pensar? ¿Somos dueños de nuestros pensamientos? ¿Estamos gobernados por nuestros pensamientos, nuestros deseos? Es difícil responder a todos estos interrogantes pero no es imposible, porque no existe lo imposible, lo imposible es creado en una sociedad para reglamentarla y no ser avasallada. Acá es donde aparece nuevamente el poder.
Pero ojo hay alternativas que escapan al “Sistema” que hacen crear subjetividades y escapan al sentido común. Son aquellas que se encuentran en el campo de la artística, la estética, que hacen sumergirnos en algo nuevo, algo sorprendente que luego lo absorbemos como parte de nuestra vida cotidiana, pero siempre algo nuevo aparece. La estrategia para escapar del sentido común. Lo artístico, la estética, son alternativas que producen subjetividad, nuevas visiones, ponerse en otro ojo, colocarse en otro punto y enfocarlo desde allí, hacernos ver otro panorama ¿Que no es el habitual? Elegir otra carretera.
Y la Instalación con características de cambio relacionada con tiempo y espacio. Aparece con algo novedoso que luego se nos hace costumbre, o ¿En esa costumbre siempre hay algo nuevo?, como cuando leemos un texto, en la primera lectura leemos por arriba, en la segunda más detalladamente, y en esas lecturas vamos descubriendo SIEMPRE ALGO NUEVO... La instalación artística va mas allá, no hay que pensarlo en unidad, hay que pensarlo en forma colectiva, y pensarlo como algo no establecido que se nos escapa, y que siempre está predispuesto a sorprendernos.

Para ir cerrando voy llegando a la conclusión de que se vive en una sociedad del etiquetamiento, del apuntar con el dedo, del que si no seguís lo que los demás hacen, o el prototipo indicado no sos parte, ¿De que no sos parte?
¿Del encasillamiento, del etiquetamiento? Esto me hace pensar en la locura, dejarse llevar por  pensamientos, sin interesarse por el que dirán, entonces ¿Quién está más loco, el que sigue sus sentimientos, o el que sigue el “Sistema”?. Definitivamente la gran mayoría vive en un mundo de ficciones como lo describe Borges.
Entonces el análisis, el analizarnos,  sería como una instalación artística en donde el paciente va se desconecta y lo invaden múltiples conexiones, algo no establecido que ni él sabía que estaba dentro de él. Como lo dijo una vez Marcelo Percia, el análisis No es una experiencia para conocerse sino para desconocerse porque siempre vamos a encontrar algo nuevo, algo novedoso allí



[1] Percia, Marcelo . El teatro preposicional. Biblioteca Teoría y Técnica de Grupos.


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Pensamientos e ideas

¿Qué es la vida? Un frenesí
¿Qué es la vida? Una ilusión,
Una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
Que toda la vida es sueño,
Y los sueños, sueños son.
Pedro Calderón de la Barca. La vida es sueño.

¿Qué es la vida? –se pregunta Segismundo, el personaje emblemático de la obra de Calderón de la Barca. ¿Qué es la vida? Una potencia infinita de posibilidades podrían servir de respuesta a esta pregunta. Si tan solo hiciéramos una prueba y formuláramos esta pregunta a un grupo de personas, recibiríamos indudablemente distintas respuestas. ¿Cuántas? ¿Qué tan al límite podemos llevar a esta pregunta? Es incalculable, agobiantemente interminable la colección de respuestas. Es que no podemos soportar esa sensación de desasosiego, nos sentimos agobiados, ese fluir constante e infinito nos genera un vértigo y un malestar que no podemos manejar. Si la vida es eso que pasa, ese imprevisto, impensado, incalculable, nuestros cuerpos serian meras partes de carne habitadas de vez en cuando por figuras, sensaciones, emociones, como un eterno fluir de un rio caudaloso, entonces no podemos dominar nada de lo que pasa, esas sensaciones no nos pertenecen. Y entonces Segismundo responde: un sueño; La vida es un sueño, una ficción, una ilusión. La vida es eso que creemos que es la vida mientras soñamos, es eso que construimos para poder dominar ese cuerpo, ese fluir. Entonces eso somos nosotros. Eso soy yo. El yo que gobierna mi vida, con sus determinadas características, intenciones, sentimientos constantes, anclados al sentido común. Elegimos ser sujetos, sujetados a eso que en realidad es efímero y se nos escapa. Elegimos resguardarnos tras eso que somos y tenemos. Todos los días nos sentimos aliviados de volver a tomar la pastilla azul que Neo rechazó y poder quedarnos más acá del agujero de Alicia. [1]
  
"¡Lo que allí se contaba era su propia historia! Y estaba en la Historia Interminable. El Bastián, ¡aparecía como un personaje en el libro cuyo lector se había considerado hasta ahora! ¡Y quien sabe que otro lector lo leía ahora precisamente, creyendo ser también solo un lector...y así de forma interminable!
Y a Bastián le entro miedo. De pronto tuvo la sensación  de no poder respirar. Se sentía preso en una prisión invisible."
Michael Ende. “La Historia interminable”

Bastián, el entrañable personaje de Michael Ende, en determinado momento descubre que ya no es simplemente un lector de la historia, sino que la historia le sucede, lo sucede, él es un personaje. Lo que hasta ese momento creyó que era su vida, eso que consideraba real  se mezcla, se diluye con lo fantástico, con lo imaginario, con lo ficcionario. A su vez se pregunta por todos aquellos que estarán leyendo su historia creyendo ser lectores pasivos, ajenos a la historia, ajenos al guion. Piensa en aquellos que leen a los que leen y así sucesivamente, tanto que Bastián siente miedo, esa idea lo agobia, le saca el aire, esa idea de simultaneidad infinita nos aplasta. Creemos ser libres cuando en realidad estamos también presos en la prisión invisible de Bastián. Hay un poder superior que nos encarcela, el lenguaje. El lenguaje es una legislación, nos obliga a decir, nos fuerza a encausar nuestros pensamientos en palabras determinadas y de una manera determinada. Creemos estar diciendo lo que pensamos, lo que queremos decir, pero decimos lo que la lengua nos permite decir de ese pensamiento confinado por el lenguaje. Es decir, no podemos escapar de él, porque no existe nada fuera del lenguaje.
Barthes nos dice que “Solo nos queda hacer trampas con la lengua, hacerle trampas al lenguaje. A esa fullería saludable, a esa esquiva y magnifica engañifa que permite escuchar la lengua fuera del poder, en el esplendor de una revolución permanente del lenguaje, por mi parte yo la llamo: literatura”.[2]  La literatura es esa astucia, es la manera de romper con el automatismo, confronta, al igual que el arte, al sentido común y nos aventura por lo no pensado, al escape de las estructuras del lenguaje.

“…La Emperatriz infantil existía ya antes que nosotras. Pero no es vieja. Ella es siempre joven. Mira: Su existencia no se mide por tiempo, sino por nombres. Necesita un nombre nuevo, siempre un nombre nuevo…”
 Michael Ende.  La Historia Interminable.
Borges, García Marquez, Calderón de la Barca, Michael Ende. Nombres Propios, estas palabras sueltas, nos remiten a personas y sin dudarlo, en nuestra cabeza resonará algo relacionado con la literatura, pero no solo eso, con la buena literatura. Como expresa Carla Faesler en su texto “Dentro de la gramática duerme el poder” desde chiquitos, en la escuela se nos enseña quienes son los grandes escritores, se nos muestra el camino a seguir; se marca una dirección para nuestros pensamientos, ideas e imaginación.
Solemos estar tan entrenados que las ediciones de los libros, muchas veces, tienen impreso el nombre del autor aún más grande que el título del libro, toda una estrategia de marketing en la que se le da más importancia al autor, a ese nombre, a esa vida, a ese ser que a la obra. Es por eso que lo grupal, según Marcelo Percia, no se reduce a sus pensadores ni escritores, es revuelta anti identidad, desbarata todo tipo de identidad individual porque da lugar a la potencia de los infinitos relatos, se acerca más a la voz inaudible del habla colectiva, para arrimarse a lo que acontece inesperado, impensado.
La emperatriz infantil en la novela de Michael Ende necesita un nombre nuevo para salvarse, para ser tiene que ser nombrada, algo que le identidad y nombre eso que ella es para así también  salvar su mundo, Fantasía. No se sabe cuántos nombres ha tenido, no es posible recordarlos. Es como si quisiéramos aprehender nuestro ser, no es posible, y aunque quisiéramos recordar todas las figuras por las que hemos sido atravesados tampoco podríamos lograrlo, porque: ¿Quien recuerda cuando se recuerda? Si los cuerpos son atravesados por un constante fluir de figuras, acciones, pensamientos y sentimientos que los habitan, estamos contantemente resignificando el pasado cuando pensamos en él. Debemos inevitablemente recurrir a la memoria...a ¿? memoria… ¿Que figura es la que ahora contiene esos recuerdos? ¿O es que la figura que ahora me habita se ve interferida por la figura de lo recordado? ¿O se ve interferida por la figura de lo acontecido del pasado?
En “Cien años de soledad” la obra de García Marquez, se nos presenta un personaje de una mítica belleza, se la describe como la mujer más bella del mundo y más adelante en la historia solo se la nombrara: “Remedios, la bella” ella es definida por su belleza, ella es la belleza, y todos la conocen como tal. Es que a veces nos dejamos encandilar por lo que es y no le damos importancia a aquello que acontece inesperado, a la potencia acallada. En el caso de Remedios, la bella, podemos vislumbrar un aire mortífero, su aroma inconfundible y desesperante desquicia a los hombres que la conocen. Cuatro hombres que la pretenden mueren, pero lo que se tiene en cuenta es su condición de bella, acorde a la idea de lo único y se deja de lado todas las demás versiones posibles. En nuestra sociedad tenemos esa manía de seleccionar lo mejor, el hombre más fuerte del mundo, la mujer más hermosa del mundo, el más rico, el más alto, el más viejo, etc.
Para salvarnos deberíamos desprendernos de esos adjetivos y características que creemos que somos y dejarnos sorprender, dejarnos conocer e invadir por lo novedoso, lo imprevisto, lo fugaz, entregarnos a lo vertiginoso, extraviarnos, perder el rumbo. Podemos acercarnos como nos señala Barthes en relación al lector, “Al rocío de innumerables flujos de sentido”. [3]
Existen momentos en que nos sentimos interceptados por una inspiración, por una idea, un frenesí que el yo no controla, que nos impulsa, por ejemplo, a escribir un cuento una historia algo que nos parece genial, inédita, hermosa. Pero horas después el yo vuelve a leer esas palabras habitado por las formas de lo critico, lo evaluativo, lo sabido; en fin, el sentido común y se ríe, se avergüenza al comparar desde los parámetros de la literatura buena. Entonces, ¿Quién escribe cuando se escribe? Sera que en esos momentos los pensamientos nos piensan, la imaginación nos imagina y la inspiración nos inspira. Somos interceptados por un ansia de trampear el lenguaje.
A veces ni siquiera le damos el espacio, bloqueamos esa intercepción por no acontecer en el lugar o momento adecuado. Nuestro yo quiere gobernar, quiere hacerse cargo y debe seguir un orden, unas leyes. Nos hace vivir como sujetos reprimidos, disciplinados. 

“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: "¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?" Pero en cambio preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?" Solamente con estos detalles creen conocerle. […]De tal manera, si les decimos: "La prueba de que el principito ha existido está en que era un muchachito encantador, que reía y quería un cordero. Querer un cordero es prueba de que se existe", las personas mayores se encogerán de hombros y nos dirán que somos unos niños. Pero si les decimos: "el planeta de donde venía el principito era el asteroide B 612", quedarán convencidas y no se preocuparán de hacer más preguntas. “
Antoine de Saint-Exupéry. “El principito”

Esta ficción que nos gobierna impulsa a categorizar, marcar, calificar. La gramática inevitablemente califica, nos oprime y nos obliga a oprimir para confrontar a lo vertiginoso de la multiplicidad simultánea e infinita. Queremos significar y catalogar, porque es lo más fácil, nos tranquiliza, nos señala un camino a seguir, un discurso a seguir, nos enseña un mapa y nos encastra en un lugar de la máquina; donde sabemos cuál es nuestra función y nuestro propósito. Tendemos a llenar los silencios, a contener lo vacío. Se nos acerca al disciplinamiento social, a ese acontecer que debe tener momento y lugar, que ordena y atribuye. Lo infantil, ese ánimo de vivir, jugar, saltar, reír ¿Esta inevitablemente destinado, sujetado a estructurarse? Esa relación con lo travieso, la imaginación y la fantasía habitada en la pureza y autenticidad que le atribuimos a lo infantil, ¿Se contamina con la cultura? ¿O es que al final de cuentas todos queremos haber domesticado al zorro?[4]


[1] En alusión a un dialogo en la película “Matrix” (1999) escrita y dirigida por los hermanos Wachowski. “Morfeo-Qué eres un esclavo, Neo. Igual que los demás, naciste en cautiverio. Naciste en una prisión que no puedes ni oler ni saborear ni tocar. Una prisión para tu mente. Por desgracia no se puede explicar lo que es Matrix. Has de verla con tus propios ojos. Esta es tu última oportunidad. Después, ya no podrás echarte atrás. Si tomas la pastilla azul fin de la historia (la historia acabará). Despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creer. Si tomas la roja, te quedas en el país de las maravillas y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos…”
[2] Barthes, Roland. (1977) Lección inaugural.
[3] Barthes, Roland (1970) Escribir la lectura.
[4] En relación al fragmento de “El principito” de Antoine de Saint Exupery (1943). Dice el zorro:” —. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito  igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...”

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DIAS DE NEBLINA     De Roberto Arlt
    Me encantan estos días neblinosos, estas calles lustrosas de humedad y el escalofrío que hace que los transeúntes se acurruquen en la forma de sus galabanes, mientras garúa lentamente y en las casas se encienden las luces.
    Me encantan estos días. Cuando más desapacibles son, menos gente hay por la calle. Hay momentos en que uno cree que tiene la ciudad a su disposición.
    Camina y alguna que otra persona pasa apurada por al lado de uno. [...] Pero me encantan estos días. Me encantan porque pertenecen a países que nunca he visto.
   [...]  Por eso quiero estas calles encajonando neblina, frías, locas, solitarias.
[...] Me encantan estos días. Y estos paseos al azar. A las seis de la tarde no se encuentra nadie en la puerta de su casa, las calles adquieren a esa hora una soledad fantástica e implacable, uno podría morirse en medio de la calzada, que nadie se molestaría en averiguar lo que ocurre.
    Esta realidad no me causa fastidio. Me parece lógica y perfecta; así es de perfecta y lógica el alma de la gente.
    Además, personalmente a uno nadie lo conoce [...]
[...] En esta ciudad no hay adonde ir. Piensa en el cine, pero al cine no se va solo; piensa en algún amigo, y luego llega a la conclusión de que a los amigos es mejor tenerlos de lejos. Podría escribirle una carta a Fulana o Mengana, más en cuanto pensó en Fulana o Mengana las manda al diablo [...]
    Se pierde en cualquier calle arbolada. Se levanta el cuello del sobretodo, y le dirige una mala mirada a un ventanal iluminado y se pregunta:
    - ¿Vale, en realidad, la pena el trabajo de vivir?
   Uno, todos los días hace lo mismo, dice las mismas mentiras y las idénticas verdades; aburre a unos y distrae a otros, molesta a alguno y se hace odioso a varios, ¿vale la pena de vivir? ¿Para qué?  [...]
    La neblina se vuelve más espesa. Las campanas de los tranvías resuenan más alarmantes; los hombres van y vienen, y en realidad, morirse es casi como vivir. Con la diferencia, claro está, que cuando uno está muerto no debe aburrirse tanto.
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Fragmentos escogidos de la breve narración de Roberto Arlt “Días de neblina”. Este es uno de los textos que se encuentra publicado en su libro “Nuevas aguafuertes” junto a otras breves 28 narraciones.
    Lo abrumador. La ciudad vivida como lo caótico, agotada en murmullos. Voces que acallan pensamientos. Lo perturbador.  
    La desestructuración para escaparse de aquello que abruma…
     Sentirse a gusto en lo solitario.
    Lo solitario para poder encontrarse con lo profundo de la figura...  Lo solitario, los paseos al azar. Ruptura de lo cotidiano. A veces el murmullo de la ciudad pareciera no dejar que aquello ocurra. Voces heterogéneas retumbando a distintos ritmos.
    Lo abrumador desplegado en algún sinfín de vozarrones, atraviesa al cuerpo. Cuerpo interferido por estados y pensamientos, cuerpo que duerme y despierta inmerso en aquel mar de voces. Vive entre las oleadas cotidianas. Es parte de la marea. Sigue a la ola. Pareciera que a veces de tan inmerso se hunde, necesita bocanadas de aire…
    Todos los días. Se recorren caminos ya caminados. Una y otra vez. Todos los días. Muy señalizados o no tanto. Todos los días. Caminos que contienen sinfín de huellas, sinfín de marcas, sinfín de coordinadas, sinfín de referencias…
 [...] En esta ciudad no hay adonde ir.
    El discurso colectivo es un murmullo. Un rumor indefinido poblado de voces. Un mar repleto de mensajes. Superposición y heterogeneidad. Bullicios sociales que buscan ser escuchados.
    Inmersos en lo cotidiano. Inmersos en sentido común. Inmersos en ficción.
    Lo ficcionado de todos los días.
    Esta realidad no me causa fastidio. Me parece lógica y perfecta; así es de perfecta y lógica el alma de la gente. 
    “Esta realidad”. Cuerpo habitando aquella realidad, la habita en la medida en que ES, ES PERCIBIDO, de una u otra manera… Múltiples formas de ser percibido... Múltiples formas de habitar… La realidad como diversas formas de habitar aquello que acontece… Lo acontecido, lo vivido, infinidad de cuerpos sintiendo y viviendo. Construyendo ficciones. Ficciones ficcionadas por el sentido común.
    Además, personalmente a uno nadie lo conoce [...]  Lo no conocido. Cada uno y todos, todos y cada uno, habitados por cada uno y por todos. Todos conocen a todos. Nadie conoce a nadie. Todos conocen a nadie. Nadie conoce a todos. Lo interior, lo propio, lo profundo, lo esencial, lo más real… ¿Lo más real? Ficción. Lo ficcionado. Multiplicidad.
    Un cuerpo atravesado por infinitas figuras, un cuerpo que contiene todas las figuras, hay un pedazo de todos en cada uno. La identidad propia es una ficción.
  Multiplicidad no como partición de la unidad, sino como flujos de vida que nunca se completan. Late la idea de que cada vida puede alojar todas las potencias posibles. Posibilidad del diferir en uno mismo.
Existencias sin identidades fijas…
El azar conlleva la idea de lo imprevisto, lo imprevisible, la incertidumbre y con ello la idea de multiplicidad. Lo múltiple contemplado en lo azaroso. Salirse de lugares fijos, abrirse al azar y así a la multiplicidad. Contenemos infinitas formas posibles de ser, de estar. No hay un fin. Lo inacabado.

    Un puente hacia la literatura Borgeana “La lotería en Babilonia”…múltiples figuras que pueden atravesar los cuerpos a través de La Lotería. La Lotería como potencia.
   […] La Lotería es una interpolación del azar en el orden del mundo y aceptar errores no es contradecir el azar; es corroborarlo. […] El número de sorteos es infinito. Ninguna decisión es final, todas se ramifican en otras. […]
    Una civilización presidida por el azar. La incertidumbre, lo imprevisible, confirman el azar. La multiplicidad. Los sorteos. Lo sorteado, mecanismo por el que se pone en juego la multiplicidad. La supuesta identidad personal acontece como salto inesperado, contingencia. La identidad propia estalla de ambigüedad. Estalla como ficción.
    La lotería como potencia en la literatura Borgeana. Lo solitario de los paseos al azar en la literatura Arlteana… Paradigmas desbaratados. Lo neutro, astucia para escapar de lugares fijos que el lenguaje impone. Aquello que fue acallado por el sentido común. Ruptura de lo único. Irrupción del azar. Lo neutro en lo solitario de lo neblinoso. Urgen paseos al azar. Urge la escapatoria de lugares fijos. Disfruta lo vacío de las calles de la ciudad. Encuentra la posibilidad de salida a lo instituido. Lo inesperado. Ilusión de ruptura de la ficción…
    -Yo entro chiquita -enumera fantasías- y las esculturas me hablan y me cuentan su propia historia. Todo se haría realidad. Una dice “Soy el Apolo, soy la Reflexión”. Explicaría por qué está fragmentado: “Soy uno cuando me encuentro con mis amigos, soy otro cuando estoy con mi familia; soy muchos, eso diría”
Cada vida puede alojar todas las potencias posibles…
Fragmento de una entrevista a Marta Minujín, para el diario Página 12, en el año 2006. Esculturas de Marta Minujín.

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Primero que nada, quiero destacar lo mucho que me costó llevar a cabo este trabajo, tanto en su inicio como en su desarrollo la consigna me resultó sumamente dificultosa. Reflexionar sobre los trabajos, sobre las reflexiones de otro no me plantea una dificultad tan grande, pero sobre las mías, sí. Ahora, ¿por qué resulta tan difícil? Principalmente porque este trabajo implica una deshabituación, es decir una “irrupción de lo no previsto en el paisaje estable de las cosas.”[1]. Habituada a la lógica universitaria, en la que las evaluaciones consisten en preguntar acerca de los planteos teóricos de determinados autores, la consigna de tener que trabajar sobre mi propia producción resultó sumamente imprevista.
Por otro lado, se trata de una consigna que busca poner en juego un concepto muy trabajado en la clase, lo grupal. Lo grupal, nos dice M. Percia[2] es potencia, se trata de las múltiples posibilidades que atraviesan los cuerpos y por la que los sujetos pueden optar. Entre ellas encontramos las posibilidades del sentido común, sí, pero también encontramos otras, diversas e infinitas, tan infinitas como la cantidad de conexiones de ideas que pueden darse en una persona. Lo grupal da lugar a la posibilidad de diferir en uno mismo, a la posibilidad de alojar lo Otro de Uno, de romper definiciones estancas en la espera del devenir.
Entonces, la consigna de reflexionar sobre las reflexiones pone en juego todos estos factores. Predispone los cuerpos para ser atravesados por múltiples pensamientos dando lugar a la posibilidad de la fuga de sí, desarticula la clásica respuesta del estudiante universitario, lo interpela y lo empuja a asumir eso Otro de él mismo.
Los temas sobre los que reflexioné luego de las clases fueron varios: la sujeción del sujeto a la estructura del lenguaje así como las distintas formas de romper con esta fijación, el concepto de lo grupal como posibilidad del devenir y de diferir en uno mismo, y las distintas figuras que atraviesan al sujeto y las identidades que éstas conforman. En el presente trabajo voy a intentar hacer conexiones entre estos conceptos, ya que en una reflexión retrospectiva encuentro que éstos se implican los unos a los otros.
El lenguaje (con sus discursos) es el dispositivo de preferencia en el que se inscribe el poder. El poder concebido al estilo foucaultiano como una fuerza que no se posee ni se cede, una fuerza en movimiento que atraviesa los cuerpos, se expresa en el lenguaje de manera opresiva. Obliga a decir, clasifica. Y lo hace de forma totalmente natural, ya que se vale de un recurso muy importante, el sentido común. Hablar, dice M. Percia[3], no es comunicar, sino sujetar.
La lógica clásica nos compele a definir al sujeto a partir de los predicados a los que se liga. Sostiene M. Percia (2009)[4] “no hay sujeto como identidad previa a la acción”, el verbo pide un responsable, alguien que venga a hacerse cargo de ese predicado. Se le pregunta al verbo ¿quién? Así, se posiciona el sujeto, que ya no importa tanto por sí mismo, como por la acción que viene a asumir. Tenemos como resultado un sujeto estancado en un predicado, cerrado a la multiplicidad. Un sujeto definido.
La sintaxis, por otro lado, se encarga de fijar relaciones entre sujetos, y esto lo consigue gracias al uso de preposiciones. Las preposiciones son herramientas de la lengua que, en su afán por someter los cuerpos a los discursos (discursos de poder, siempre de poder), designan, clasifican tipos de relaciones, sin dar espacio a lo múltiple. Éstas se presentan como un repertorio que ofrece al sujeto lugares fijos a partir de los cuales posicionarse en relación a los otros.
La lengua, valiéndose del sentido común, de la costumbre, de la fuerza de la mayoría somete al los cuerpos a definiciones y a clasificaciones, sujeta a los sujetos. De esta forma se desdibuja, se olvida el hecho de que los cuerpos y los sujetos estamos atravesados, condicionados, conformados por multiplicidades, por potencias que cambian, que se relevan y se combinan de manera constante. La multiplicidad que echa por tierra la idea de lo de lo Uno, del yo y de la identidad.
En esta perspectiva se inscribe el pensamiento Deleuziano de rizoma. Claudia Mora[5]  dice que el pensamiento rizomático se caracteriza por entender que las organizaciones en apariencia estables son configuraciones pasajeras de fuerzas y de devenires, que en determinadas circunstancias toman la consistencia necesaria para conformarse como una cierta unidad que tiene  un  orden  por sí misma, pero esta unidad  no es un fundamento último sino una agrupación determinada de elementos múltiples que  se entrecruzan.
En este sentido, Deleuze entiende a la identidad y al mismo yo como construcciones ficcionarias, se trata de un conjunto de multiplicidades que continuamente se inventan y construyen a partir del modo en que las distintas fuerzas atraviesan los cuerpos. El sujeto ya no como un constructo fijo, definido, sino en constante construcción, cambiante.
Las multiplicidades que atraviesan los cuerpos pueden ser entendidas como figuras. Las múltiples figuras son una manifestación del devenir. Como dice M. Percia[6], refiriéndose al cuento de J. L. Borges “La lotería de babilonia”, “muchas y diferentes vidas no se traduce como ser muchos ni ser el otro, ocupar su lugar o ejercitar la empatía con el semejante, se trata de no impedir que lo desconocido nos traspase”.
Para habitar la multiplicidad y no quedar captados por la fijeza del sentido común es necesario poner en juego formas de escape de este apresamiento que supone la gramática. Y resulta que estas trampas al lenguaje que ponen de manifiesto la multiplicidad, que de otra forma queda sometida a la sintaxis, pueden hacerse en el seno del lenguaje mismo. Nos dice Roland Barthes en una cita retomada por M. Percia[7] sólo nos resta, si puedo así decirlo, hacer trampas con la lengua, hacerle trampas a la lengua”.
Una de estas formas consiste en realizar cierta inversión de lugares, correr el foco del sujeto como responsable de la acción y ubicarlo en el acontecimiento mismo. A diferencia del sujeto, el acontecimiento no comporta definiciones, el acontecimiento está abierto a la multiplicidad, el acontecimiento es único y efímero, en constante devenir. Y el sujeto, ese constructo fijo y estanco, se posiciona ahora como un espacio a ser atravesado por múltiples figuras, un espacio a ser creado y recreado.
Lo grupal, tanto como lo neutro son propuestos por M. Percia[8] como una de estas trampas al lenguaje con el lenguaje mismo. Lo neutro evita las clasificaciones, no es ni masculino ni femenino, ni activo ni pasivo. Lo neutro no define, da lugar a la posibilidad a la potencia, lo mismo con lo grupal. Es, como nos dice el mismo autor, lo posible, más allá de lo uno y más acá de lo otro, un intento de escapar a las figuras consolidadas. Y lo mismo con lo grupal, lo grupal es la potencia que espera el momento en que se produzca una fuga del sentido común, una diferencia en uno mismo, ese momento único en el que la multiplicidad se pone de manifiesto con toda su complejidad. Lo grupal es la fuerza de lo no pensado, de lo que sorprende y desconcierta, de lo que desorienta y de lo que rompe con el plan.
Otra forma de intervenir los discursos de poder son las intervenciones e instalaciones estéticas. Una intervención estética tiene como objetivo visibilizar lo visible, problematizar lo problemático, aquello que se encuentra naturalizado por el sentido común y, como tal no genera cuestionamientos. La intervención debe lograr que los actores de la misma puedan pensar algo que usualmente no es pensado, sin importar qué sea lo que se piensa. Importa que ponga en circulación el deseo de pensar, el deseo de cuestionar lo establecido.
Toda instalación estética es violenta para el no advertido, supone una conmoción en sus cuerpos, los golpea, los confronta con la desarticulación de lo establecido, de lo consolidado por el sentido común. Una instalación estética tiene la difícil tarea de producir una deshabituación en los espectadores, una deshabituación que lleve a pensar por fuera de lo prefijado por el sentido común.
Para concluir, quiero destacar que, después de todo este recorrido por mis presentes y en una relectura de la bibliografía, fui intervenida por el recuerdo de un libro, un clásico: El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry[9]. El arte, lo artístico también tiene esa función de impacto sobre el cuerpo, de afectación, que genera discursos singulares y múltiples. Dice R. Barthes, en una cita que luego es retomada por M. Percia[10], “A esa fullería saludable, a esa esquiva y magnífica engañifa que permite escuchar la lengua fuera del poder, en el esplendor de una revolución permanente del lenguaje, por mi parte yo la llamo: literatura”. La literatura es revolución, es subversión a la fijeza a la definición, a la opresión del lenguaje. La literatura es multiplicidad de discursos, de textos de intertextos, multiplicidad de lectores-escritores (al estilo barthesiano), multiplicidad de versiones y de opiniones, de afectaciones. Y todas por fuera de las normas del sentido común.
Traje a El Principito como ejemplo porque es uno de esas historias que, en mi opinión, jamás se agotan de significado, y en cada lectura despiertan nuevos pensamientos y nuevas interpretaciones. Multiplicidad por donde sea que se lo mire.



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¿ Des-andar la gramática?
¿Es posible?

Construyendo recorridos                                          viviendo sin certezas
                           Creando extravias                            atajos                túneles infra-intra mundo
Vaciándose de sentidos                    equivocándonos                        torciendo   
                                                                   no sabiendo…                          deviniendo
                                                                    soltando
Soltando sentidos                                 perdiéndose                                             dejándose caer
                                                                 Intentándolo                                            azarandonos                                                               Re- seteandonos                           cambiando la receta                                 interviniendose
                                              Sintiendo otro gusto desconocido                   des- okupandonos
                                                                Sorprendiéndonos
                                                                      tloneando

Casi como viviendo sin bordes, saltando nuestras propias vallas de lo que debe ser, casi dejando de ser lo que no somos, lo que somos.
Ir y venir desandando caminos, cruzando, yendo para atrás, cortando caminos, saliéndose del camino, agarrando atajos, senderos, huellas, atravesando lo no transitado, bajándonos de la autopista y dejando de pagar peajes. Perdiéndose….
Desbaratar sentidos, es desatar intensidades en el cuerpo, cuerpo bañado en lenguaje que soporta intensidades, etiquetas, nombramientos, y que también sufre y  ¿enferma?
Echando mano del arte, de la literatura para hacerle guiños al lenguaje, zancadillas, confundiéndolo, mareándolo, para traccionar otros sentidos, girando los sentidos y las formas. Alojando otros sentidos impensados.
Pensarse distinto, cambiando sentidos, ¿nos cambiamos a nosotros mismo? Cambiamos presente, ¿cambiamos pasado? , cambiamos tiempos.
¿Qué es el tiempo? Más que otra demarcación que nosotros mismos creamos, el tiempo lineal… no perder tiempo, perder qué?
Pensar “un rato” ¿qué es un rato? Un rato le hace zancadillas al tiempo, al lenguaje, porque sus límites se desdibujan, como banda de Moebius, ¿cuánto es un rato? Cinco minutos, media hora, tres horas, no lo sé… escaparse al rato, perderse en un rato, alojar un cuerpo en un rato, descansar en un rato.
El arte es un rato, una poesía es un rato, una fotografía es un rato, allí nos podemos perder, marear al lenguaje y no dejar que se nos peguen sentidos como estampillas , cambiar pieles en un rato y ser otros, ser uno. Por un rato…
Venimos al mundo como seres vivientes en un baño de lenguaje, las palabras nos habitan  “Es imposible moverse sin ellas…. Pero tampoco solo con ellas”[1], dejarse habitar por otros sentidos, desde el asombro, desde otras estrategias.
Reconociendo que en el reverso de cada palabra y de nosotros mismo, (que acaso somos un montón de palabras que fuimos dichos y hechos), no hay nada más que un vacío, un borde, un abismo. Renunciar a esa supuesta “esencia” es renunciar a ser “nombrados“.
Porque no existe esa esencia, solo existen decisiones y acciones, atravesadas por el infinito poder que habita en  cada una de las cosas que hacemos, que decimos, que escuchamos y que leemos, en la forma en que sentimos las cosas. No hay donde pararse para ver “la verdad” porque ella misma es una mentira y una verdad siempre y en todo momento. Podemos ser conscientes de la decisiones que tomamos cuando hablamos, cuando escuchamos algo y también podemos inventar estrategias para esquivar los sentidos, hacer tajos al lenguaje, desgarrarlo , desmenuzarlo, desarmarlo desamatarlo y volverlo a armar? ¡“Armar”!  ¡Las palabras son armas que se disparan y disparamos!, que pasa si nos des armamos, nos sentimos desnudos de todo,….se podrá vivir sin lenguaje, sin palabras ?....
Desintoxicar al cuerpo de deberes, de verdades, de formas, creando múltiples puertas, rompiendo puertas, alisando espacios, estirando saberes. Es un desafío, es… de nuevo el lenguaje me aprisiona, es difícil…de nuevo el lenguaje me aprisiona… es …. Aprisiona... o libera o….Comencemos a tlonear.
Descubrir que somos “un conjunto de pliegues, de fisuras, de capas heterogéneas…inestables, y que desde el interior o por debajo, amenazan…”[2] eso que llamamos cuerpo…
Ese soporte transitado, señalado, marcado, nombrado, amado, olvidado, abandonado  y manoseado llamado cuerpo, aparece en la clínica y cuenta una historia ,como tantas, también sufre y padece esas palabras que hizo carne.
Ese viviente es un  álbum de fotos para ver, se pueden cambiar las fotos?  Despegarlas, de la hoja número dos y cambiar la foto por la que está en la cuatro, o mejor ¡No! Sacar una foto hoy y ponerla en la hoja uno… o sacar todo y dejarlo en blanco?
Con-mover. Hacer otro álbum?  inventar las figuras, los recuerdos, ooooo quizá eso es lo que sucede siempre?...somos un invento? figuritas de álbumes ajenos y propios…?
¿Hay que llenar un álbum? ¿O se hace igual querramos o no? El álbum de nuestras vidas…
¿Nuestras? Ja ja. ¿Qué es lo propio? , lo apropiado... ¿hay lo nuestro?
Por querer conservar eso que creemos nuestro, es que lo identitario se funde, se solidifica y parece inamovible.
Pero podemos decidir dejar lugares señalados, abandonar nombres.
Sentarse con el itinerario de nuestras vidas y preguntarse ¿Dónde están las señales? Los recuerdos, todos ellos están in-corporados, hay que recordarlos...? Pero al mismo tiempo hay que olvidarlos… para eso hace falta tiempo de ratos  y paciencia….
La posibilidad de “…una existencia diferente… nos conmociona… nos arroja al abismo de lo impensado, lo insensato…”[3] y eso puede ser una receta deliciosa quizá! Una nueva receta! Nuestra receta!
Cartofotografíar nuestro álbum, con la posibilidad de intercambiar siempre esas figuritas, que no son más que eso figuritas.

El tiempo está viviéndome.
Más silencioso que mi sombra, cruzo el tropel de su levantada
      codicia.
Ellos son imprescindibles, únicos, merecedores del mañana.
Mi nombre es alguien y cualquiera.
Paso con lentitud, como quien viene de tan lejos que no espera llegar.[4]

Mis ojos se humedecen, me emociona              me sorprende                se detiene el teclado.
Tengo que ponerle un nombre a este montón de palabras…
¿Soy yo paula silveira?
Son todos los que me intervinieron en grupos comisión 1
gracias….


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Releyendo los mails que mandé me doy cuenta que nombré a “La fuente” de Marcel Duchamp en el primer mail y al surrealismo en el último, así que espero no traicionarme y darme el lujo de intentar conectar de la mejor manera posible las ideas que trabajamos en los prácticos con el arte. Desde mi ignorancia, voy a tratar de hacer un análisis propio (aunque sea pobre) del ready-made de Duchamp.
Algo de lo que me percaté es que no se llama “mingitorio” o algo que tenga que ver con su función, sino “La fuente”, es decir que ya el nombre del ready-made nos indica que éste es otra cosa de lo que en realidad es: no es necesariamente lo que su nombre indica o algo que tenga que ver con su utilidad, sino que puede ser otra cosa, o mejor, múltiples cosas. En este sentido, encontramos en el arte el concepto de “diferir de sí mismo” como esa capacidad de uno mismo de dar con las múltiples posibilidades. Al pasar, también es importante mencionar que clínicamente, si pensamos con una lógica clasificatoria, el acto de catalogar o clasificar a un sujeto (decirle: “vos sos esto”) deja por fuera muchas cosas producto de la multiplicidad, ya que un cuerpo está atravesado por múltiples afectaciones. Otra cuestión interesante es que “La fuente” no está como si nos encontrásemos un mingitorio en un baño, sino que está al revés: causa asombro, es lo distinto, lo sorprendente, conmueve, desestabiliza, es lo no pensado. Borges lo dice mejor: “Los metafísicos de Tlön no buscan la verdad ni siquiera la verosimilitud: buscan el asombro” (Borges, 1941: 25)
Entonces, tenemos dos ideas fundamentales que hallamos en el arte, la multiplicidad y el asombro, y que también encontramos en lo grupal. Este último entendido en tanto espacio de infinitas narraciones, lo imprevisible, lo múltiple, lo indeterminado, lo posible (rompe con lo único), lo que está solo (abierto a la posibilidad). Lo grupal es anónimo: en Tlön no hay plagio, habla el acontecimiento. No importa lo que es (el mingitorio en “La fuente”), sino lo que acontece inesperado (las ideas que un sujeto puede tener a partir del contacto con el ready-made). Importa el acontecimiento que pasa transversalmente (rompe con la idea de lo único, también es importante para la clínica en su acto de no clasificar) y no la etiqueta vertical. Con respecto a esto último fue muy interesante la ilustración con los ejemplos del alcoholismo y la obesidad. Cambia totalmente la forma de ver a un sujeto el pensarlo como atravesado por figuras (lo alcohólico, lo obeso), y no simplemente como un sujeto alcohólico u obeso. En esta línea me parece atinado situar la diferencia entre el sentido, que ama el deslizamiento de las ideas y va cambiando, y el  significado, que es una certeza y cierra una idea. En Tlön no hay certezas, no existe el signo igual en matemática. Esta distinción entre el sentido y el significado se puede ver tanto en “La fuente” como en un sujeto atravesado por lo alcohólico. En el primer caso, distintos sujetos pueden pensar cosas distintas sobre este ready-made y dejarse atravesar por distintas figuras, y no verlo simplemente como un mingitorio, es decir, encasillarse es lo que es. En el segundo caso, el sujeto penetrado por lo alcohólico está atravesado por infinitas afectaciones que lo hacen actuar de una determinada manera, está sobredeterminado, y no es nada más que un sujeto alcohólico al que hay que intervenir clínicamente suprimiendo sus síntomas (en este último caso estaríamos teniendo en cuenta lo que es y no lo que pasa). Es importante, entonces, tener en cuenta la des-determinación (Brassi): un efecto está determinado por múltiples causas, está sobredeterminado, hay múltiples causas y múltiples efectuaciones. De esta manera, estaríamos rompiendo la díada causa-efecto (relación biunívoca). En el arte y en la clínica, entonces, hallamos expresiones de lo grupal en tanto acontecimientos blancos (neutros) que pueden ser atravesados por las distintas figuras del sujeto.
En el último práctico, a partir del trabajo en grupo de “La apariencia desnuda” (1973) de Octavio Paz, se me esclarecieron varias cosas en relación a la conexión entre el arte, lo grupal y lo neutro. Octavio Paz señala que un ready-made disuelve la noción de obra de arte, es, por el contrario, un “gesto” del artista. No tiene significación, es neutral. Fuera de su contexto original, desalojado, el ready-made pierde significado y se transforma en un objeto vacío, en cosa en bruto. Análogamente, llegamos a la conclusión de que los ready-mades serían, en un dispositivo clínico, las figuras del sujeto: un acontecimiento blanco atravesado por distintas afectaciones.
Se me ocurrió un ejemplo que, aunque un poco tonto, quizá sea interesante para pensar el concepto de “figuras del sujeto”. Supongamos que tres sujetos ven “La fuente” de Duchamp. A cada cual le va a pasar algo distinto, le va a llegar algo distinto de eso que ve. A un primer sujeto lo atraviesa lo asqueroso, lo repulsivo. Desde la clínica psicoanalítica, podríamos pensarlo como una estructura neurótica obsesiva, aquel que todo lo que tiene que ver con las excreciones corporales le causa asco. A un segundo sujeto lo atraviesa lo “aliviante”, recrea esa sensación de voluptuosidad al orinar después de aguantar mucho tiempo. Este segundo sujeto se apega más a la función específica del mingitorio, y no lo ve al revés, sino como si lo viese en un baño. Por fin, a un tercer sujeto lo atraviesa lo abúlico, una sensación de indiferencia que no le provoca ni atracción ni rechazo. En el primer caso tenemos a un sujeto atravesado por lo asqueroso, en un segundo momento a un sujeto penetrado por lo aliviante, y en un tercer tiempo a un sujeto afectado por lo abúlico. Entonces: lo asqueroso, lo aliviante y lo abúlico; distintas figuras del sujeto que lo afectan a cada uno de manera singular. En este sentido, “la obra es la idea”: cada uno pone una afectación en la obra, afectación que siempre será no particular sino singular.
Elegí esta expresión artística, porque me parece que permite pensar los contenidos de la materia transversalmente, “rizomáticamente”, ya que se trata de algo neutro. “La fuente” entonces como acontecimiento blanco: es neutro, el significado se lo da el sujeto, es una subversión: siempre hay otra versión posible. Y también escogí “La fuente” de Duchamp puesto que lo grupal está atravesado por lo cultural y lo estético (en el sentido artístico y de existencia). Entonces, la pregunta que podríamos hacerle al lector es: ¿qué se te ocurre al ver el ready-made de Duchamp, cuál es la figura del sujeto que te atraviesa en este momento?
Con respecto a la clínica, como veníamos adelantando, no hay que decirle a alguien lo que es (encasillarlo), sino lo que le pasa, es necesario encontrar surcos posibles, distintos, sin necesidad de disciplinarlo en el mundo de una forma determinada. Para ello hay que hacer venir a la superficie lo que ha sido acallado, expulsado o naturalizado. El efecto gatillo dispara un marco de posibilidades (encontramos aquí devuelta la idea de lo múltiple, como respuesta a lo que se cree único). Es muy interesante pensar a la clínica como un acto político, contestatario, de ruptura. Con el tema de la clínica, me quedó la sensación de que es algo que todavía tenemos que trabajar mucho.
Y ahora hablando del arte en general, es necesario que el artista devenga otro para hacer arte, se olvide de sí, de su yo, y se deje atravesar por lo que el arte está expresando en ese momento; dejarse atravesar, en última instancia, por las figuras del sujeto. Estas pueden encontrarse en la música en la felicidad de estar vivo que transmite un Impromptu de Schubert, lo angustiante que se siente al escuchar el Réquiem de Verdi; también en el teatro, cuando un actor tiene que bucear en su aljibe de experiencias, sensaciones, recuerdos, para interpretar un personaje y transmitir a la audiencia eso que puede ser lo esperanzador, lo angustiante, lo nostálgico, lo abúlico, es decir, las distintas figuras del sujeto. Este “devenir otro” (Deleuze) que de una manera tan clara se ve en la época de oro del cine italiano, con actores tan versátiles como Vittorio Gassman y Ugo Tognazzi, con sus personajes tan entrañables, en los cuales se puede notar una transformación increíble en la forma de caminar, de hablar, en los gestos, ademanes, expresiones. Otro ejemplo que nos da cuenta de que es preciso que el artista se olvide, por un momento aunque sea, que es un conductor conducido, un hablante hablado, un sujeto sujetado, y rompa de esta manera con el pensamiento automatizado del sentido común. Es en esta emoción y afectación que causa el arte en cada uno de nosotros que encontramos, precisamente, lo no pensado, ya que el arte ama lo que se sale del cauce. La poesía con los recursos tan ricos de la metáfora y neologismos es quizá el prototipo de este intento de huida del sentido común. La poesía hace delirar a la lengua, le hace decir cosas impensadas, tiene la potencia de la ambigüedad. Con la metáfora tenemos la llave para abrirnos a distintos sentidos y salirnos del surco, posibilitado el pensamiento abierto. Y el neologismo, que encontramos en las lenguas de los hemisferios austral y boreal, nos permite hacerle trampa al lenguaje con el lenguaje (Barthes), salirnos de lo sujetado del mismo, romper con su automatismo, des-sujetarlo. Tanto en el arte plástico, como en la música, en el teatro, en el cine, en la literatura y poesía, encontramos resistencias al sentido común que desbaratan el sitio de certezas y habilitan lugares de disidencia y creatividad, en fin: acontecimientos blancos.
Me resultó muy interesante el concepto de “farmacon” como aquello que simultáneamente libera y condena, produce liberación y padecimiento al mismo tiempo. Al hablar nos liberamos y condenamos, por ello es imprescindible tener algún tipo de contacto con el arte para escapar, de vez en cuando, de esta prisión que es el lenguaje.
Creo que el mayor desafío (por lo menos para mí porque es lo que más me cuesta) es el de conectar ideas y no articular pensamientos.
Para cerrar, me gustaría decir hay dos cosas que me parecen muy interesantes (sinceramente lo digo, sino no lo diría) de la materia y sobretodo de la cátedra: en primer lugar, los contenidos; y en segundo lugar, que nos den un espacio (éste, entre otros) para poder desplegar nuestras ideas. Hay una banda inglesa que me gusta mucho, se llama Keane y tiene una frase en una canción (“Won’t be broken) que dice: “not know where we’re heading” (no sé a dónde nos dirigimos). Se trata de eso, ¿no?, no saber hacia dónde nos dirigimos para abrirnos paso hacia lo múltiple e imprevisible.





“La fuente”, Marcel Duchamp (1917).

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Ideas. Preguntas

Partir de una idea concreta puede ser engañoso, dogmático. Pero puede ser también oportunidad de partir de una duda, un malestar, un cosquilleo.  ¿Soy ese que creo ser?  ¿Tengo estos bienes?  ¿Son míos? ¿Mi identidad? ¿Soy solo eso que parece que soy? O ¿puedo ser más?   ¿Puedo ser menos? O yendo más lejos: ¿puedo ser otros? ¿Muchos?
Partir desde preguntas parece ser  un campo fructífero para el pensamiento. Pensamiento que se juega en una dimensión  separada de la del saber. Si sabemos algo, si ya está escrito, plasmado en un manual, en un código, en un diccionario, no debemos pensar más en dicho saber. Pero cuando nos atraviesa la duda, la pregunta, que puede dispararse desde un aula o a partir de una película, la otra dimensión, la del pensamiento, puede  presentarse y tomarnos (si no estamos demasiado distraídos con ese universo de saberes que pretende completud y consistencia.)[1]
Esa es la idea, esa es la lógica, la otra lógica propuesta.
Dicho pensamiento puede atravesar todo, cada término, cada caso, de  un conjunto que se apropia de la verdad del discurso único y común. Al atravesar esas ideas, conceptos del sentido común se muestra. Revela, se-vela, se vela una noche, no se sigue durmiendo. Al no dormir al no hacer lo que se supone que hay que hacer, se pueden descubrir alternativas, otras posibilidades.
Pero sucede que  esas “cosas” que quizás encontremos no puedan definirse. Tal vez no sean algo nombrable, decible, calificable, clasificable [2] (por lo menos desde una mirada superficial). Caemos en un pantano nos dirá Percia.[3]  Tal vez si nombramos eso intentando decir lo que es, intentando definirlo, no seamos justos. Pero  lo seríamos si en vez de pretender  ser exhaustivos en la definición (lo que es) optamos por solo aproximarnos a lo que pasa.
Dejamos entonces que el término neutro “lo” entre en escena, que inicie el concierto. Percia plantea que “Lo neutro es una astucia para escapar de los lugares fijos que el lenguaje nos impone”[4]. Si planteamos un artículo: el, la, ellos, limitamos lo que sigue. Si es “el” no puede ser “la” u otro. Sucede que “Lo neutro no articula”[5] se resiste a anticipar el sustantivo, no se reduce a lo predecible, no atenta contra el suspenso.
El sentido común (común, o sea de grupo) es lo predecible, plantea caminos a priori, y al hacerlo desconoce otras vías posibles. Marca un mapa. En cambio lo neutro aplicado a los grupos desliza lo acallado por el sentido común, ofrece posibilidades, “pone en evidencia lo que puede ser en potencia”[6], dibuja líneas diversas, garabatea, boceta, prueba una melodía.
El infinito sirve para pensar esta potencia. Borges lo deja entrever en la lotería de babel:
“los ignorantes suponen que infinitos sorteos requieren un tiempo infinito; en realidad basta que el tiempo sea infinitamente subdivisible, como lo enseña la parábola del Certamen con la tortuga”. (Borges, 1941)
No hay conjunto que sea exhaustivo. No existe universo que sea universal. Que tome todo. Lo que sí es universal es la potencia de exceso de un universo dado[7]. Siempre existirá un término que no caiga en los patrones de definición del sentido común.
Común de un grupo o de grupos. Lo grupal no está determinado por esas leyes de lo común. Sobre lo grupal se juegan “en potencia todas las posibilidades, el acontecimiento blanco”[8]
Este blanco es vacío, un lugar vacío, disponible, un pentagrama solo con las 5 líneas. Es soledad, silencios. Lo grupal admite posibilidad, hace disponibles los guiones, los roles, lo juegos (siempre distintos cada vez que ruedan). Y suena algo, lo neutro se oye, dice. “pero aun así nadie puede tomarlo como palabra, no habla una persona, lo que habla es lo que pasa…algo que circula más allá de lo que se escucha”.[9]
No habla una persona, no firma un autor, no se suscribe un nombre. No importa quién, porque ese quién es una ficción. La identidad se plasma en  un documento, en una lista (negra o de alumnos). Son sustantivos propios (de un sujeto) pero ahí no se juega la subjetividad. Dar un nombre no es pensar lo que pasa.  Pasa, visita, se mueve. “Ese movimiento es la potencia de lo grupal”[10]
Ese movimiento nómade no entiende la supuesta unidad de los grupos que pretende ser totalitaria, marcando un para todos, para cada uno. Cometiendo un particularismo (ley que siendo para algunos pretende ser universal).[11] Lo grupal juega en el eje de lo singular del exceso, del desborde, de la huida, de lo que escapa por las capas de la lógica previa.
Lo singular puede darse en situaciones de grupo. En forma de ebullición. “una conversación entre muchos es oportunidad interferencial.”[12] Partículas vibrando, saltando, chocando, interfiriéndose, interrumpiendo. Pensando con otros pensamientos.
Que distinto el estar interceptado, bajo la lógica de lo uno, siendo uno más en la serie y nada más que eso. Para estar interceptado (e interferido) se hace necesario una fuerza que intercepte que detenga. Un poder que configure una identidad. Pero Foucault ve el poder como un juego de fuerzas, las fuerzas tienen como objetivo otras fuerzas. Su ser es la relación.
Juego de poderes, de fuerzas, de relaciones. Algunas determinan identidad, interceptan. Cortan el devenir de posibilidades. Por lo tanto si la identidad de un individuo es una de las posibles:
“no hay identidades naturales, esenciales, originarias, sino tan solo multiplicidades de experiencias y apariciones (Rolón, 2014)
Somos entonces posibles:
 “sujeto ligado al devenir de estados diferentes… Pluralidad de fuerzas conectado con el devenir del mundo y los otros.”(Rolón, 2014)
Oliverio Girondo lo expresa: “Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail un conglomerado, una manifestación de personalidades… no pasa media hora sin que me crezca una nueva personalidad”. (Girondo, 1932)
La ficción del sujeto o del Yo, no es más que una máscara” [13] El desafío esta en permitirse devenir otro. Ahí lo grupal muestra la ocasión de posibilidad de diferir de uno mismo[14], de no usar la misma ropa, escuchar la misma música, de leer lo mismo  (mismos libros y mismas lecturas) de tener una  sola personalidad; sino cambiar de ropajes (más allá de las modas de lo conocido), escuchar otras músicas (atonales, orientales), no ser la misma persona, leer levantando la cabeza, asociando al “texto material, otras ideas, otras imágenes, otras significaciones”[15]. Ser muchos, ser múltiples. Ser atravesados, tomados, traspasados por la multiplicidad, por el movimiento. Crear, no repitiendo, ni creyendo que un “Yo” es el creador,  sino como les pasa a los poetas, ser un instrumento (de pasaje) de la inspiración, que toma y trasciende a la persona. Se fuga después de haber afectado.
Se trata entonces, no de una relación de  obediencia a lo establecido, no se trata de ser medidos por el sentido común de los grupos (instituciones, discursos, políticas, culturas, sociedades, etc.) de quedar incluido inmerso, atrapado, protegido por “la lógica de masas que captura regularidades y previsiones y prescribe (pre-escribe) acciones protectoras inclusivas y expulsivas”[16]
No se trata de quedarse al cuidado de la lógica del para todos, al resguardo de la soledad y de la muerte por no hacer lo que se supone que se debe[17]. No es quedarse a la sombra de un sentido. Sino de apelar a lo singular, a lo múltiple, a lo otro extraño e inesperado, a lo otros, a las  posibilidades, a ser deviniendo; se trata de poder escuchar “la urdiembre de voces, palabras, pensamientos, actos, recuerdos que se tejen y destejen…” Es sentir la subjetividad como potencia de pasajes. Sentir incertidumbre, indeterminación, múltiples terminaciones, angustia, soledad. Todo esto por la libertad de pensamiento, por la salida del  arrogante y tedioso sentido único de lo ya conocido.
Ante la pregunta de un alumno, que expresa el malestar que lo toma, el cosquilleo que lo atraviesa, el miedo que quiere ser de  su propiedad, y que le hace decir: Si lo interno está vacío, si detrás de las puertas no hay nada. ¿Solo queda ser deviniendo? ¿Tiene sentido una vida así? Podemos responder: No solo tiene un sentido sino que muchos.



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La noción de sujeto, el concepto de yo, de si-mismo, la individualidad, la interioridad, todo lo que considerábamos como sostén que permite pensar un sujeto que se define en un “yo soy”, un “yo tengo”, deviene en dudas, incertidumbres. Cada vez que intentamos responder esas dudas, más nos acercamos a la mentira, a la ficción…
 Intentamos abrir a la multiplicidad de posibilidades, abrimos paso a lo no pensado, a lo que acontece en devenir hacia lo desconocido. Intentamos de-construir, intentamos devenir en ideas; ya no interesa quienes somos, como nos llamamos, nuestras identidades; interesa lo que sucede, lo que acontece, las acciones, las performances, las ideas, las figuras que atraviesan nuestros cuerpos. Como se puede leer en el cuento de J. L. Borges: “los metafísicos de Tlön no buscan la verdad ni siquiera la verosimilitud: buscan el asombro[1]. Interesa lo desconocido, lo asombroso, lo extraño, lo que sucede en ese momento, entre esos cuerpos, en ese espacio (en lo académico). Y es así, de esta manera, en la que va surgiendo lo grupal.
 Las nociones de lo grupal, la multiplicidad, lo anónimo que abre a diversidad de posibilidades, son concepciones que intentan poner en cuestión a la idea de sujeto; cuestiones que ahora vamos aprehendiendo, pero que en un principio, causaron sensaciones de extrañeza, incluso, de incomodidad, y porque no, de negación.
 Pero, ¿qué es lo grupal? Marcelo Percia, nos ofrece una idea: “Lo grupal trasciende el grupo, escapa a los sentidos, cuando hablamos de astucia nos lleva a pensar que puede escapar del engaño de aquellas verdades absolutas.”[2] A partir del concepto de lo grupal, relativizamos el sentido común, lo naturalizado: ponemos en cuestión, lo que ya está dado. Lo grupal como potencia de lo que puede devenir, como posibilidad abierta, como multiplicidad de narraciones, figuras, discursos; lo grupal como disidencia, como diferencia, como ruptura y subversión del sentido común, del lenguaje estructurado que nos fija en lugares, posiciones; como refugio de lo no pensado, del acontecimiento blanco[3]que contiene el germen de múltiples posibilidades como la luz blanca contiene en si misma todos los colores del arco iris; como anonimato de cuerpos atravesados por figuras, como espacio para la incertidumbre, para pensar lo no-pensado, para pensarnos no-yos, para actuar de-construyéndonos. Son múltiples las concepciones que hacen a lo grupal, definiéndolo sin definirlo, bordeando la noción sin alcanzarla…
 ¿Cómo podemos deconstruir la noción de sujeto, y todo lo que ello pre-supone?  Trabajamos en este espacio de reflexión, distintas maneras de poner en cuestión el sentido común, la idea de yo: utilizando el lenguaje (lenguaje boreal y austral de Tlön), la gramática (lo neutro, des-sujetando, des-articulando), las intervenciones e instalaciones estéticas (Ready-made, flash-mob), los dispositivos…
 La creatividad va abriendo múltiples caminos; lo neutro des-sujeta los sujetos, no hay personas, hay cuerpos anónimos, des-articula, no atribuye género ni número; utiliza la literatura; las pre-posiciones, son violentadas, friccionadas para que no establezcan posiciones fijas, y que nos abra a otras posibilidades de relaciones entre los cuerpos…
 Sin embargo, como nos dice Barthés: “Si se llama libertad no sólo a la capacidad de sustraerse al poder, sino también a la de no someter a nadie, entonces no puede haber libertad  sino fuera del lenguaje.”[4] Nos encontramos así en una paradoja: ¿como deconstruir el sujeto a través del lenguaje, si es el lenguaje el que nos pone en relación de dependencia, nos somete y nos sujeta? ¿Cómo podemos poner en cuestión la noción de sujeto, si el lenguaje nos habla, produce automatismos de los cuáles es casi imposible salirse? “A nosotros… solo nos resta, si así puedo decirlo, hacer trampas con la lengua, hacerle trampas al lenguaje”[5].
 Justamente, esto mismo se ha desarrollado: hemos trampeado al lenguaje, utilizándolo, intentamos salirnos de los lugares que nos impone, de sus ataduras y sus capturas: leemos, reflexionamos, jugamos con neologismos y lenguas que no existen (para el sentido común). Y es ello mismo, lo que se impone realizar en este escrito: me atraviesa una figura de “escritora”, y la idea que se presentó, es la de utilizar un breve cuento para contar las distintas sensaciones que atravesaron este cuerpo, mostrando a través de él, como es que se juegan estas cuestiones del lenguaje, que entre-ven un sin-número de supuestos automatizados, de los cuáles es difícil des-pegarse, pero a los cuáles, a partir de la propuesta que nos ofrecen desde esta materia, vamos a poder cuestionar y tenerlos en cuenta, desde otros puntos de vista.


Sensaciones extrañas, contadas en primera persona:

 Llego a mi clase temprano, con expectativas y ansiedad por saber lo que nos van a proponer. Sin embargo, desde el principio, caigo en un tropiezo: no es lo que esperaba, no tiene nada que ver con lo que me comentaron mis compañeros. 
 Intento entender, comprender, pero no puedo. ¿Qué es lo que me dicen?, ¿por qué tengo que des-hacerme de mi yo, de mi-misma?. ¿Por qué no me puedo definir por lo que soy, por lo que tengo?. Me siento perdida, estoy confundida, estoy incómoda; leo y leo y sigo sin entender: ¿no soy libre?, ¿el lenguaje me habla?, ¿soy un sujeto, soy una nada?  
 Continúan las clases, y yo sigo sintiendo que cada vez entiendo menos. Pienso, pienso, y dejo de pensar.
 Comienzo a comprender: soy anónimo, soy un cuerpo, soy una idea. No soy mas la chica que no habla, soy el lenguaje que calla. Incluso, puedo poner en cuestión la idea de ser. Yo no soy la perdida, ni la que está confundida, las figuras de extrañeza invaden los cuerpos y se expresan a través de las palabras que se dicen solas. Ya no pienso que no entiendo, entiendo que las ideas me piensan. Ya no soy, es mi cuerpo. Ya no hablo, el leguaje habla a través de una boca. Es por ello, que para poder comprender que el sujeto no es más que una noción que no establece más que ataduras, tuve que abrir mi cabeza: dejar de pensar en , y pensar en la multiplicidad.
 Pensar en mi experiencia muestra como sigo dentro de una lógica que me sujeta, que no me deja escapar. Tengo que pensar en términos de los acontecimientos que suceden en ese momento: como se ponen en juego las distintas ideas, los flujos que producen las sensaciones en esos momentos. Es poético, pero habla de algo que va más allá del mi mismo.
 ¿Cómo explicar lo que siento, si no es lo que siento, sino lo que me siente? Incluso en esta misma pregunta, el lenguaje me hace caer en una trampa. Yo, me, mi, ¿Cómo hacer para des-sujetarme? Y ahí lo tienen nuevamente, des-sujetarme.
 Tenemos, que, sin ningún remedio, utilizar el lenguaje en su contra: hacemos uso de él, y de los conceptos que presupone, para ponerlo en cuestión. Los automatismos son difíciles de eludir, pero podemos hacer el intento. Ello es lo que esta clase me inspira seguir haciendo: de-construir mi yo, devenir en lo grupal…


 Este pequeño, breve texto, que no pretende ser un gran cuento, ni mucho menos, es una idea que se presentó para poder relatar desde un punto de vista particular, como me ha atravesado lo que hemos estado trabajando con el correr de las clases. Las palabras marcadas en negrita, permiten dar cuenta de lo difícil que me fue poder prescindir de conceptos como el yo y el mí en este relato, poniendo de manifiesto, que si bien podemos de-construir estos conceptos, por lo menos desde mi punto de vista, es difícil no hablar desde un mi-mismo.
 Sin embargo, de-construir el concepto de sujeto clásico, no tiene solamente como fin, por así decir, poner en jaque la idea del yo y de la identidad como propia, sino que también tiene consecuencias en la clínica, y en cuestiones sociales y de poder, que permiten una manera distinta de concebir la realidad.
 Por ejemplo, en la clínica, de-construir la idea de sujeto, considerando distintas figuras que atraviesan los cuerpos, permite no categorizar a los individuos o en-casillarlos según distintas patologías: ya no será el deprimido, por ejemplo, sino que lo-deprimente atravesará a ese sujeto en ese momento dado. Pensar la problemática clínica desde el concepto de lo grupal, produce una abertura de posibilidades, que permiten trabajar con pacientes de otras maneras. Incluso, puede dar un nuevo concepto de síntoma, como nos dice Marcelo Percia: “¿Qué relación hay entre síntomas y figuras del sujeto? Aquello que puede ocupar las figuras del sujeto, puede devenir síntoma cuando se instale en el cuerpo.”[6]
 En otro ejemplo, se pueden ver las posiciones que se establecen en la relación con los otros, mediante las pre-posiciones, y como propone Barthés, el poder que obliga a asumirlas, ya que el lenguaje se impone como automatismo, como sentido común. Es por ello que propone jugar con las pre-posiciones, y hacerle trampas al lenguaje. Esto acarrea, romper con las posiciones pre-establecidas, y dar paso a algo nuevo.
 En estas propuestas, se encuentra en germen cuestiones relacionadas a lo grupal, y es por ello que es importante conocer estas ideas, para poder leer todo lo que acontece en la realidad, no ya con una sola mirada: la mía, sino desde la multiplicidad: las posibilidades, son infinitas…


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Para este primer parcial decidí tomar un cuento que leí hace tiempo y en el momento de hacer este parcial se me vino a la mente como un ejemplo que incorpora varios temas que venimos tratando, es decir, refleja la idea de vivir en un mundo que no va más allá de lo conocido pero siempre existe alguien que se “atreve” a pasar esa barrera de “el sentido común” y ver más allá de lo pensado. Me atrevo a decir que a partir de las ideas que me propuso esta materia, cambie mi perspectiva de ver las cosas y de ver esta historia, es decir, lo pensé como nunca antes se me había ocurrido pensarlo. El cuento se llama "Planilandia. Historia fantástica en varias dimensiones" y fue escrito por Edwin A. Abbott. Se me ocurrió verlo desde los distintos autores que venimos trabajando hasta ahora en la materia. ¿Cómo tomarían Marcelo Percia y otros autores a este pequeño relato desde la perspectiva de lo grupal, de lo neutro, desde la multiplicidad, desde el poder, desde las instalaciones e invenciones grupales, desde lo interferido y lo interceptado?
El cuento es relatado por un habitante de un mundo bidimensional, es decir de una realidad que sólo tiene longitud y anchura, pero no altura. Es un mundo habitado por distintas figuras geométricas (cuadrados, rectángulos, triángulos, etc.). Ellos pueden moverse “libres” por esa superficie, pero no pueden ir más allá de eso, es decir, no pueden ascender ni descender. Para ellos es normal esa limitación, la ignoran y no se les ocurre pensar en la posibilidad de la existencia de otra dimensión.
El narrador de la historia tiene un sueño singular. En él es trasladado a un mundo unidimensional, sus habitantes son puntos y rayas. Se mueven hacia delante y detrás, pero siempre sobre una misma línea, llamada "su mundo". En vano intenta el narrador explicar al monarca de "Linelandia" que existe otra realidad, y que él en su país es un cuadrado, línea de líneas. Ante tan delirantes afirmaciones, el rey y sus súbditos, puntos y rayas, se arrojan sobre el cuadrado, quien, en ese mismo instante, vuelve a la realidad de Planolandia.
Pero aquél día le tenía reservada otra molesta experiencia. El cuadrado le enseña a su nieto, el hexágono, los fundamentos de la aritmética y su aplicación a la geometría. Después de escuchar cómo se obtiene la potencia de dos, es decir, 2² y relacionarlo con la superficie, preguntó si 2³ tendría algún sentido geométrico. "Nada, absolutamente nada" replicó el "abuelo - cuadrado" a lo que el nieto contestó que un cuadrado de tres pulgadas, expresada en 3², se debía mover de alguna manera, que no alcanzaba a comprender, cuando el resultado era 3³. El abuelo incurre en el mismo error que el rey de “Linelandia”, no quiere escuchar a su nieto y por eso le dice: "Vete a la cama, tendrías más sentido si no dijeras cosas tan insensatas". Durante toda la tarde le sigue rondando la voz de su nieto. Ante lo cual se responde: "Este chico es un alcornoque. Lo aseguro, 3³ no puede tener ninguna correspondencia geométrica". En ese momento se escucha la voz de un extraño visitante que viene de "Espaciolandia", un mundo de tres dimensiones. El cuadrado ve a su visitante como un círculo y no puede comprender lo que ve. El visitante procura explicarle que es un círculo de los círculos, en su mundo: una esfera. Trata de convencerlo pero, como no lo logra, no ve otra solución que llevarlo a su mundo. En "Espaciolandia" el cuadrado descubre que es un cuadrado de cuadrados, o sea, un cubo, y exclama: "¿Esto es la locura o el infierno?". "Ni lo uno ni lo otro", le dice la esfera, "solo un mundo de tres dimensiones".
Cautivado por tal experiencia, el cuadrado desea explorar mundos más elevados: de cuatro, cinco y seis dimensiones. Pero la esfera no quiere ni oír hablar de semejantes disparates y lo devuelve a los estrechos límites de Planolandia. El cuadrado siente la gloriosa misión de promover la existencia de las tres dimensiones. Pero es rechazado por los habitantes de su mismo mundo y es tomado como un “loco”. Es condenado por el Supremo Tribunal a cadena perpetua. Cada año lo visita el Círculo Supremo para ver si mejora su estado de salud mental. Y cada año el cuadrado no puede resistir la tentación de intentar convencerlos.
En este pequeño resumen que hice sobre esta historia se puede visualizar la idea de “un mundo limitado” en donde las personas tienen miedo o se rehúsan a creer que haya algo más que lo que ven en “su” realidad.
 Este cuadrado que se “atreve” a creer en la existencia de otro mundo, es el que se desliga del lenguaje “cuadrático” y decide salir a explorar en su sueño esos otros mundos que están ahí. Marcelo Percia dice al respecto: [1]“Lo grupal es, también, el nombre de un movimiento disidente del pensar. El neutro lo, aparece como una astucia para escapar de los lugares fijos que el lenguaje nos impone (…)”. Es decir que, no vive solamente en un mundo bidimensional en el que uno se puede mover hacia delante o hacia atrás, existen multiplicidad de formas de moverse, no existen lugares fijos. Este cuadrado no es solo un cuadrado, está atravesado por todos esos mundos que tienen existencia, las rayas que forman el cuadrado provienen de ese otro mundo llamado “Linelandia”, esas líneas pueden formar un cuadrado más elevado y volverlo cubo. Esto habla de la multiplicidad, de que este cuadrado no es un cuadrado aislado y autónomo, es producto de múltiples “voces acalladas” porque esas voces son tomadas como propias, el cuadrado cree que es cuadrado porque sí, en un primer momento, no porque proviene de sus antecesoras, las líneas. Es un “hablante hablado”. Un cuadrado que comenzó siendo líneas que lo fueron formando e hicieron lo que es.
Pero, como se ve en la historia, esos habitantes creen ser “libres” cuando en realidad no lo son. Aquí estaría en juego el poder. Me refiero a que, como dice en el principio “Ellos pueden moverse “libres” por esa superficie, pero no pueden ir más allá de eso, es decir, no pueden ascender ni descender. Para ellos es normal esa limitación, la ignoran y no se les ocurre pensar en la posibilidad de la existencia de otra dimensión.”, esas “voces autorizadas” les hacen creer a sus habitantes que ellos mismos son libres de elegir moverse por donde quieran, cuando, en realidad, el lenguaje “cuadrático”, los limita, los obliga, a través del sentido común, a seguir un patrón de conducta que los antecede, es decir, que ya existía antes de su llegada a ese mundo. En relación a esto dice Marcelo Percia: [2]“Las relaciones con los otros, antes que proximidades y distancias deseantes, son posiciones a las que estamos obligados por la lengua. El poder obliga con la fuerza de la costumbre, con la presión de la mayoría, con la naturalidad del sentido común. Pero esas obligaciones se presentan ante nosotros mismos como preferencias y elecciones libres.”. El mismo cuadrado que narra la historia, es un “muñeco inerme de un ventrílocuo” como dice Marcelo Percia, ya que esta tomado por esas voces autorizadas que lo obligan a pensar de una manera y no de otra. Por ejemplo, este “abuelo-cuadrado” se enoja al ver que su nieto le quiere hacer creer en la existencia de una correspondencia geométrica que no es “conocida” en su mundo.
En otro momento de la historia, cuando el cuadrado descubre ese otro mundo llamado “Espaciolandia”, se encuentra asombrado al desconocer ese mundo que le muestran, se encuentra interceptado, es decir, [3]“se siente detenido, eclipsado por un pensamiento que se le impone (…)”. Luego comienza a comprender y sentirse maravillado por esa “novedad” que lo invade, esa irrupción de lo imprevisto ante sus ojos, esa des-habituación. Esa salida de lo habitual, del sentido común, de lo establecido. Esa instalación de un espacio tridimensional que el cuadrado no está acostumbrado a ver. Eso lleva al cuadrado a sumergirse en mundos nuevos, en mundos que para sus otros “pares cuadrados”, esa lógica de masas, es algo impensable y eso lleva a que el cuadrado sea tomado como un “loco”, a que sea excluido de esa masa por no tener ese “ sentido común” con el que todos se manejan. Como dice el siguiente pasaje: [4]“Si vivo como se dice que hay que vivir, me sumerjo en el Uno del sentido común y si pienso como piensa la gente, me preservo de la soledad y de la muerte.”.
Lo mismo ocurre con los habitantes de “Linelandia” y “Espaciolandia”, solo creen en la existencia de “su” mundo y cuando el cuadrado les quiere hacer ver que existe más de un mundo lo echan y lo toman como un “loco”. Es decir que, las personas no se atreven a ir más allá de su mundo basado en el sentido común, y el que se atreve va a ser excluido por “pensar lo no pensado”. 
Entonces, como reflexión final, si ese cuadrado se siente maravillado por esos mundos imprevistos ¿No vale la pena arriesgar el sentido común para ver que hay más allá de su mundo bidimensional, a pesar de tener que ser tomado como “loco”? ¿No vale la pena pasar esa raya de “lo pensado” y tratar de concebir  “lo no pensado”?


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Retomando los presentes, habría que comenzar diferenciando entre el grupo y lo grupal. Los grupos expresan determinaciones, etiquetan. Ponen en una sola voz, la del grupo, todas las voces. Se desarrollan roles fijos y estáticos, sin posibilidad de cambio. A diferencia de los grupos, lo grupal es la voz inaudible del habla colectiva, es lo espontáneo, lo no fijado, la espera de lo único. Acá, podemos pensar la idea de lo neutro, también como único que no es ni femenino ni masculino, no se encuentra adentro ni afuera y es lo neutro. Justamente, lo que nos permite que lo grupal pueda devenir, la salida está en lo neutro. “En la proposición lo grupal  no son los grupos, lo neutro transforma  la negación en enunciado infinito (no son los grupos ni las instituciones, ni las comunidades, ni las multitudes ni los conjuntos) No importa lo que es sino lo que acontece (en los grupos, las instituciones, las comunidades, las multitudes, los conjuntos) inesperado” [1]
Podría pensarse en la película ‘’Rojo como el cielo’’, en donde aparece un grupo de compañeros de colegio que están regidos por las normas y determinaciones que esta institución les impone. Al principio de la película, cuando el padre de Micro decide mandarlo a un colegio para chicos no videntes, está conforme con su decisión ya que piensa en que su hijo estará con chicos iguales que él y Micro podrá compartir esa identidad con ellos. Hacia el final de la película, vemos una escena en la que podemos pensar lo grupal, en la que los padres aplauden la obra que hicieron sus hijos. Esta escena muestra el devenir, que más allá de su condición de no videntes, Micro y sus compañeros transformaron su realidad creativamente y no quedaron fijados  a su condición. También hay otra escena en la que podemos pensar lo grupal, es cuando  se escapan al cine y en un momento no pensado emerge una risa espontánea entre los compañeros. Todos se empiezan a reír, como acto emerge sin ser anticipado y por lo tanto es espontáneo y único.
Marcelo Percia dice ‘’lo neutro: ni uno ni otro, ni una cosa ni otra, escapa a toda definición, no puede clasificarse. Lo grupal no se reduce al repertorio de los grupos conocidos’’[2] Si bien lo grupal no son los grupos, requiere de ellos. Pero lo grupal abre la posibilidad de no quedar fijado a las leyes identificarías que los grupos imponen. Micro es un claro ejemplo porque, pese a su limitación con la visión, se permite creatividad y transformar su realidad. Él no queda fijado a su condición sino que la utiliza como potencia para poder devenir y tender hacia lo nuevo e inesperado.  Aclara Percia, ‘’Lo grupal se resiste a las generalizaciones de los grupos, a la enumeración de rasgos que parecen comunes, a la descripción de casos particulares de un universal ya establecido. Lo grupal es espera de lo único’’[3]
Así  pensar lo grupal invita a reflexionar sobre ese momento único e inesperado que acontece en el presente. Es el aquí y ahora en donde sucede. Cada momento en que acontece lo grupal es particular, es vívido por ese grupo únicamente. Por el contrario, en los grupos existen generalizaciones y rasgos pre determinados en los cuales los grupos no pueden devenir en lo grupal.
Marcelo Percia en ‘’sujeto, pulso de una acción, latido de un verbo’’ nos dice que no hay sujeto como identidad previa a la acción sino que en la vacilación ante lo indeterminado, es ese suspenso late lo singular. En la clínica no podemos pensar al otro determinado por el sentido común. El sentido común es una lógica de masas, en la que el otro es como yo .Lo indeterminado propone que el otro es portador de lo otro: lo desconocido, lo misterioso, lo que vive fuera de sí, lo único. “No hay sujeto como identidad previa a la acción y que esa acción solo toma conciencia de sí ante el espejo roto de la pregunta” [4]entonces aquí también podemos hablar de poder. ¿De qué poder hablamos? Del poder que habla en nosotros como voces autoritarias. Sujetos hablados por el sentido común. Cómo dice Barthes “el poder es un parásito que anida, copula y se reproduce en las formas que nos dan existencia”[5]. Ese objeto del  que estamos atados, que nos inscribe el poder desde siempre, es el lenguaje. Al hablar del lenguaje podría afirmarse que el sujeto nace “sujetado” al mismo. El lenguaje actúa como ligadura, ligazón social. Así, el poder obliga con la fuerza de las costumbres, con la presión de la mayoría, es decir con el sentido común. “…entonces no puede haber libertad si no fuera del lenguaje. Desgraciadamente, el lenguaje no tiene exterior, es un a puertas cerradas…” “encerrados en el lenguaje planeamos fugas con palabras”,[6]  por eso no solo nos abre caminos si no que nos encierra,  nos captura. Se trata de combatir contra las formas estáticas  que nos encadenan y rigen las relaciones con los otros. “El lenguaje nos habita, mucho antes de hablar…”[7] la gramática instala el poder y es el lenguaje quien nos permite dar cuenta de estas cuestiones de poder. No se trata solo de una herramienta para comunicarnos, sino que es algo mucho más profundo, permite la construcción de las relaciones sociales  y también las representaciones personales.
Entonces, podemos decir que el sujeto no es más que un cuerpo atravesado por distintas figuras, figuras que van cambiando, que vienen y van, otras que permanecen. Figuras que nos atraviesan todo el tiempo. Son figuras las que ocupan el lugar de sujeto y por esto podemos decir que no hay una única forma ni lugar de habitar, si no que la existencia es un lugar de incertidumbre. Son estas figuras las que nos gobiernan.  Refiriéndonos a este lugar de incertidumbre podemos hablar de la lotería en Babilonia, donde Borges presenta una versión de la historia humana como juego imperfecto y el azar como ironía, porque no sabemos y no podremos saber nunca que depara nuestro destino.
Así, poder pensar la clínica desde  “lo que pasa” y no “lo que es”, es decir tratar de entender los modos en que estas figuras ocupan los lugares, desprender, cuestionar que haya otras tentativas posibles. Plantearse la identidad como una ficción, una construcción que emerge de  varias características que cambian en el acto de devenir sujeto, tomando estas características como esas figuras que nos habitan y que nos marcan como voy a vivir.
Al vivir en una sociedad, sabemos que nuestros pensamientos no son nuestros sino que son precedidos por pensamientos de otros, es decir, que nuestros pensamientos también son de otros: No hay una sola voz sino una polifonía de voces, al hablar también somos hablados por los otros. Asimismo, el analista debería correrse de la idea de la esencia de cada sujeto, porque es una contradicción pensar en la esencia de cada sujeto porque no permite que cada sujeto devenga sujeto.
Para finalizar,  me resulta interesante este nuevo desafío que nos brinda la posibilidad de cambiar y romper con lo establecido. Es familiar y cómodo, por eso cuesta tanto romper con ello, con el sentido común. Nos resulta “normal” estar ahí y actuar como lo hacen todos. Debemos aprovechar el desafío e ir un poco más lejos que los demás, desnaturalizarnos, desujetarnos, desencaminarnos, deshabitarnos.

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Atrapados, atravesados, acorralados. Las trampas de permanencia y de salida.




Maxim Kantor

‘’Lo grupal no son los grupos solamente’’


Así se propuso pensar en lo grupal desde un primer momento. Pero… ¿cómo ‘’LO GRUPAL’’ y no solo los grupos? Si YO me anoté en una materia llamada ‘’Teoría y técnica de grupos’’. ¿Cómo? ¿Tampoco hay una técnica? ¿Y entonces?
Parece un poco abstracto, o distinto, o quizás solo algo en lo que nunca nos detuvimos. La propuesta fue, algo así como, ir cada lunes dejando afuera las estructuras que tenemos incorporadas desde que lo institucional y el sistema nos atraparon y que incorporamos y reproducimos con tal naturalidad, que ésta idea de ruptura con lo establecido, con lo sujetados que estamos al sistema y a sus modos de reproducción, se nos presenta en un primer acercamiento como irrisoria, como imposible de figurar y de poder llevar a cabo. Pero sin embargo, el recorrido realizado a lo largo de las clases nos permitió adentrarnos en la idea.
Es decir, ahora se puede pensar y entender porque ‘’Lo grupal no son los grupos solamente’’, e incluso agregar proposiciones similares como: lo verdadero no son las verdades, lo real no son las realidades, por pensar algún ejemplo. Y esto se debe, justamente, a la idea de poder pensar y expresarse a través de ‘’lo neutro’’, para de este modo no definir, hablar sin sujeto, no anclarse en las ideas prefijadas sino posibilitar las posibilidades, permitir que advengan distintas figuras que vistan a ese artículo neutro que se presenta desnudo y como tal puede ser completado por una multiplicidad de figuras distintas. Y de este modo, concebir lo no pensado. De este modo, si se piensa sólo en cuestiones de ‘’grupos’’, uno se pierde en los roles, las identidades, los status, en los sujetos sujetados a una cultura, en lugares fijos  determinados. Por ejemplo, si se piensa lo desconocido, en términos neutros, esa figura puede ser tomada desde distintos puntos de vista según qué se piense como desconocido, permite ser vestida con distintos disfraces, y de ese modo sale de las fijezas de las palabras definidas. Lo desconocido puede ser pensado como algo enigmático, como algo interesante, como un desafío, y de muchas otras maneras. Y así, las diversas figuras pasan por ese lugar, y tienen valor de acontecimientos.
Al decir de Percia
 ‘’Lo neutro es una astucia para escapar de los lugares fijos que el lenguaje nos impone. (…) Lo neutro es un modo de concebir lo no pensado. (…) Lo neutro es un ardid para pensar con la lengua sin encallar en sustantivos establecidos. (…) Lo neutro: ni uno, ni otro, ni una cosa ni otra, escapa a toda definición, no puede clasificarse. ’’[1] .
Es a partir de estas ideas que se puede pensar ‘’lo grupal’’ como una idea que no se acaba en los grupos, sino que es propuesta como conexión de lo no pensado, como lugar donde lo que importa es el acontecimiento como tal, lo que pasa, sin sujeto, a través de un anonimato donde son las distintas figuras las que ocupan el lugar de sujeto. No importa el sujeto, importa la acción que sucede, la figura que está en juego en ese lugar. No es el, ni yo, ni nosotros, ni las mujeres, ni los hombres, ni los políticos, ni los alcohólicos, ni los psicóticos, son las figuras que los habitan las que importan, las que tienen valor como acontecimiento. Son lo alcohólico, lo femenino, lo masculino, las figuras que habitan a cada sujeto.

Pero, ¿Cómo se puede pensar en términos de acontecimientos, en términos neutrales, en lo grupal como ‘’desbaratamiento de formaciones ya instituidas’’ (Percia, 2009) estando estructurados por un sistema que nos atraviesa y que nos sujeta en todo sentido, e incluso a través del lenguaje nos maneja y enajena de nosotros mismos, controlándonos e imponiéndonos constantes controles y estructuras? ¿Cómo se puede pensar fuera del sistema capitalista en el que estamos inmersos si nos venden la idea de libertad mientras nos controlan a través del consumo, que atraviesa nuestra cotidianeidad? Y además, ¿Cómo se puede salir del sentido común, que es el impuesto y aceptado por el sistema, que nos pone en estado de homogeneización permanente?
Es justamente a través de la escritura y la literatura que se puede lograr escapar de esos encasillamientos de las estructuras impuestas y del sentido común, como trampa de salida. El lenguaje es un instrumento que reproduce la idea de sujeto sujetado, que lo mantiene en determinados lugares fijos y reproduce el sentido común. Pero a su vez, el lenguaje mismo tiene la salida: es cuestión de saber utilizarlo y poder desbaratar esas fijezas a través de las trampas a la gramática. Ya que:
‘’La gramática pone en acto estos problemas: dada una preposición, para saber cuál es el sujeto se interroga al verbo: el obrar de la pregunta recuerda que no hay sujeto como identidad previa a la acción y que esa acción sólo toma consciencia de sí ante el espejo roto de la pregunta’’ [2]
Es decir que no hay sujeto antes del verbo, y cuando aparece, está sujetado al verbo, está fijado en un lugar determinado. Estas modalidades de la gramática son las que deben ser repensadas para poder desmontarlas y que advenga el sujeto sin ataduras, atravesado por figuras y donde lo que importe no sea la acción, ni el sujeto que la lleva a cabo, sino el acontecimiento. Donde se introduzca lo neutro, de modo que las expresiones queden cargadas de significaciones posibles. Donde se utilice a la literatura, la poesía y el arte como formas de trampear al lenguaje, porque a través de ellas se pueden cuestionar sus reglas. De este modo, ‘’…se trata de dar a nuestro pensamiento la forma que le conviene, no de vaciarlo en moldes prefabricados...’’[3] (Faesler), como lo hace Borges a lo largo de toda su obra, y particularmente en los cuentos ‘’Tlön, Uqbar, Orbis Tertuis’’ y ‘’La lotería de Babilonia’’.[4] En el primero de ellos realiza una ficción en la que imagina un mundo atravesado por lo grupal y lo neutro, donde hay un idioma particular que pone en cuestión las fijezas en las que nos ubica nuestro lenguaje. En el segundo, es un mundo regido por el azar, donde él se abre paso a lo no pensado como parte de la vida diaria.
Por lo tanto, con esta posibilidad de salida de los encasillamientos, se rompe también con la idea de identidad fija, ya que no es algo que le pertenece al sujeto sino ‘’…una emergente de la colisión cotidiana entre distintas fuerzas que atraviesan su experiencia diaria…’’[5]. Es decir que la identidad es también una ficción, como el yo, ambas como trampas de permanencia en el sentido común y los modos de poder. Porque parecen ser lo que nos define como individuos, lo que nos caracteriza y distingue, mientras solo son modos en que los individuos se ven atravesados por las distintas fuerzas. Porque el sistema capitalista y sus formas de poder se apoderan de nosotros, no tienen atados. Esta idea se refleja en un cuento de Rafael Barrett, en el que se puede pensar la cuestión del sujeto atravesado por las lógicas de consumo y de propiedad. El mismo comienza diciendo:
‘’ Mientras no poseí más que mi catre y mis libros, fui feliz. Ahora poseo nueve gallinas y un gallo, y mi alma está perturbada. La propiedad me ha hecho cruel. (…). ¿Dónde está mi vieja tranquilidad? Estoy envenenado por la desconfianza y por el odio. El espíritu del mal se ha apoderado de mí. Antes era un hombre. Ahora soy un propietario...’’[6]

Sin embargo, es justamente con esos lugares de identidad con lo que la clínica debería trabajar, para correr al sujeto de los lugares donde queda atrapado, donde no puede emerger nada singular, nada particular, no puede diferir de si mismo debido a que se encuentra encerrado en la cárcel de la identidad clasificatoria. La clínica debe ser pensada como un dispositivo que pueda adaptarse a cada situación particular e intenta desujetar al individuo de esa lógica clasificatoria en la que se encuentra inmerso en torno a su identidad.
Desbaratando estructuras, usando los medios de dominación como formas de salida y pensando en poder diferir de sí mismo para no caer en las ficciones del yo, son modos pensados para salir de las fijezas, y de ese modo poder tomar un camino alternativo, que se vaya trazando a medida que se va transitando: poniendo trampas a las estructuras fijadas para salir, fugarse, acontecer.


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Des-enmascaradora materia, harapientas señas, equívoco nombramiento, cartográfica, laberíntica imprevisibilidad, proyecto des-sujetatorio


¿Qué es lo grupal? Definitivamente NO LOS GRUPOS, solamente… Pero no hay que buscar distinguir lo grupal de los grupos mediante murallas sólidas e impenetrables, sino como una esponja con sus porosidades, por la cual se filtran las sustancialidades de ambos. En EL GRUPO hay LO GRUPAL y en LO GRUPAL hay LOS GRUPOS, coexisten, se entremezclan, y hacen que nos confundamos buscando sus diferencias. Pero también hay LO GRUPAL en la INDIVIDUALIDAD, basta con una persona para que pueda darse LO GRUPAL, ¿paradójico no? ¿MULTIPLICIDAD EN LA INDIVIDUALIDAD?
Como sujetos charlatanes que somos, lingüitizados, no podemos con las incertidumbres, buscamos definiciones, clasificaciones, estructuras, técnicas, LA técnica… Y claramente no voy a poder resistirme a la definición de LO GRUPAL, pero para reírme un poco del lenguaje podría decir, utilizando el tlöniano borgiano: multiplicidad, pluralidad, neutralidad, anonimato no identitario, inesperado, desconocido, caótico, azaroso, relevante acontecer.
El lenguaje nos ata, nos sujeta, nos fija, contraponiéndose a LO GRUPAL, pero al mismo tiempo puede des-sujetar… y ahí está lo complicado de la cuestión. ¿Cómo des-sujetarse de algo que sujeta? (me encuentro raramente buscando LA TÉCNICA) Llegamos al mundo atados al sentido común lenguajero, primero nos dan un nombre que, mediante el lenguaje, nos nombra, y ya está, así de fácil… ¡ATADOS AL LENGUAJE! (y a todo lo que él conlleva), y atados a la vez, a un OTRO atador, que nos da una identidad, nos fija a un nombre que aunque modifiquemos en nuestro DNI vamos a seguir reconociendo como nuestro o como algo que supo serlo (aunque sea en realidad de ese otro que lo eligió y nos lo otorgó). Y ante el llamado del otro, seguramente sigamos dándonos vuelta ante tal denominación. El lenguaje fija, y a la vez, si pensamos, neologizamos, nos des-atrapamos, ¡puede crear multiplicidades! ¡Puede desbaratar y salir del sentido común! Asique hay que armarnos de neologismos, tomarnos tiempo para pensar, utilizar la literatura… y así tomar el camino de la des-fijación.



Sujeto lenguajero



Pero no es tan fácil, nos encantan las estructuras, las fijezas, los nombramientos, las definiciones, nos dan comodidad, confort… ¿Quién busca salir del confort? Sólo alguien que sabe que tomar los riesgos lleva a algo aún mejor, la incomodidad, la des-estructuración nos dan miedo… Pero crear nuestras propias reflexiones nos da más satisfacciones que si nos quedáramos en lo único, lo fijo, las “verdades absolutas”, lo sentidocomunesco. Se nos presenta el sentimiento de PROPIEDAD, LO PROPIO, LO MIO, EL YO.
Pero… ¿YO? ¿Puede existir un YO si siempre hay otro OTRO que me antecede y me guía en mis opciones, acota mis posibilidades? ¿Puedo ser YO estando tan marcada por ese OTRO? ¡EL YO ES UNA FICCIÓN!
Y aquello que creo tan de MI PROPIEDAD, me doy cuenta que al final no es tan MIO… incluso hasta lo que creo que es salir del sentido común y de las fijezas está marcado por ese otro, entonces surge la pregunta: ¿Hay algo que sea mío? ¿Algo de mi producción? Aunque difiera de mí, sigue siendo siempre dentro de las posibilidades que me da ese otro… ¿Podré des-sujetarme de ese otro? No lo creo… no creo que nadie pueda des-sujetarse totalmente, sólo aquellos a quienes llamamos locos y está claro que no son bien vistos por la gran mayoría al salir de lo que la sociedad supone “está bien”, y ese estar bien es lo que se encuentra dentro de la esfera del sentido común. Algunos interferidos por el lenguaje (por ideas de OTROS), otros interrumpidos (por una idea fija)… todos afectados, de una manera u otra, por él.
A veces el poner en cuestión lo pre-establecido nos lleva a la angustia, nos angustia saber que nada es PROPIO, y que el YO es una pura ficcionalidad. Queremos sentir que controlamos por lo menos nuestros pensamientos, lo que decimos, lo que hacemos, no sentirnos como títeres de un otro titiretero que maneja los hilos de nuestro  pasado, presente y devenir anclándonos, pre-posicionándonos. Y así es como buscamos devenir otro, diferir de nosotros mismos y elegimos el sendero de la incomodidad, lo laberíntico, la plena incertidumbre.
Vamos en busca de la soledad, y no la soledad como estar en ausencia de compañía, sino la soledad como recurso de apertura mental frente a posibilidades, el estar solo como en estado de reflexión, pensar, abrirse a las diferencias, des-anclarse, como un barco yendo a la deriva, aunque siempre hayan vientos que nos guíen en alguna dirección, la creatividad como medio para afrontar la marea, para afrontar el sentido común. Aunque el lenguaje nos confunda en su definición de soledad, aunque veamos a la soledad como algo negativo, a veces  resulta benéfico, el estar solo, con lugares vacíos abiertos a la reflexión, a la disponibilidad, a diferir de lo que somos y centrarnos en lo que nos pasa, el acontecer como relevante.
Y si lo pensamos un poco, todos los conceptos se entrelazan… lo neutro, la pluralidad, el azar… todos ellos dentro de lo grupal, como enraizados rizomáticamente, como un árbol cuyas raíces se entrelazan, y crecen hacia las más altas ramificaciones.
Borges, con su maravillosa literatura nos da qué pensar… en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, Tlön como una creación colectiva, como fenómeno colectivo (difiriendo de los fenómenos de masa), pluralidad de individuos que se unen en lo NO PENSADO, en la incomodidad frente al sentido común, se unen creando un país ideal, un país que podríamos ver como paralelo a lo grupal, como constituido en torno a ello. Un país donde el tiempo es el acontecer, donde no existen las horas, minutos y segundos sino que se mide por los acontecimientos vividos, por el devenir… a veces incluso el tiempo es negado, un país que se ríe de la fijeza del lenguaje, un país que, como todo lo que se lleva a cabo, y como  los sujetos mismos, sólo existe si se habla de él, sólo vive en la imaginación, en LO NO PENSADO, LO NO DICHO, en LO GRUPAL. Tlön como un lugar para escapar de las fijezas, absoluto cuestionamiento de lo ÚNICO,  un país inundado por la MULTIPLICIDAD, como un escrache al sentido común (creatividad, literatura de por medio). Tlön como DISPOSITIVO, diferenciado de LA TÉCNICA, construido en ocasión de incomodidad.
Tlön como ficción, al igual que cualquier narración, de la cual sólo su autor conoce la veracidad o falsedad. Al igual que el yo, que lo propio, que la identidad… la identidad, de la cual algunos están tan seguros diciendo SOY (¿Soy? ¿Quién es? YO SOY, al soy siempre lo antecede un yo) victoria, soy simpática, estudio psicología, soy novia, amiga, bla bla… algo que nos parece tan usual como definirnos a nosotros mismos conlleva en realidad una cuestión bastante más complicada. Nos habitan sustancias y potencias, fijezas y potencialidades, aspectos inamovibles y otros infinitamente cambiantes. Entonces a la hora de narrar nuestra identidad, nuestra ficción de cómo nos percibimos, debemos preguntarnos acerca de qué nos habita como fijeza y qué nos habita como potencialidad cambiante, lo que cambia según los acontecimientos de nuestro devenir. La creación de identidad como producción de subjetividad, como una manera de habitar el mundo, con sus constantes variaciones, una construcción del YO, al cual me referí anteriormente como ficcional, por lo tanto una construcción llevada a cabo por un sujeto sujetado, al sentido común, al otro que lo antecede, sujetado al lenguaje que lo engaña, poniendo adjetivos a esa identidad, adjetivos que cabe pensar si se dan azarosamente o si están pre-posicionados, pre-supuestos.
Entonces me pregunto… ¿Quién soy? ¿Qué me habita? ¿Qué se mantiene inamovible en mí? Y una pluralidad de preguntas que llevarán seguramente a más preguntas y denotan la dificultad de la tarea… por lo que mi identidad seguirá quedando así: Yo soy… Habito… modificándose infinitamente ya que siento que cada vez más cosas tienen potencialidad de modificarse, y son cada vez menos las que se mantienen incorruptibles.
A esto me refería anteriormente con la multiplicidad en la individualidad, muchas potencias dentro de un mismo sujeto, como un solo cuerpo puede ser atravesado por múltiples figuras. Dentro de un mismo hombre puede haber diferentes figuras que lo habitan, muchos hombres dentro de un mismo hombre, potencialidades

En “La lotería en Babilonia” de Borges, se habla del azar. La Compañía, de la cual nadie puede dar cuenta de su existencia, impone a Babilonia un orden dado por lo azaroso, lo caótico, el orden es el NO orden. El azar, podríamos decir, como el sentido común, donde siempre hay algo de imprevisible, de la incertidumbre, aunque se busquen las verdades absolutas.
Babilonia, un lugar donde reina la incertidumbre, donde la lotería es algo principal, allí las reglas de la lotería se modifican por requerimiento de la población (dispositivo cambiante, se diferencia de LA TÉCNICA), la cual da cada vez mayor poder a la Compañía, la cual premia y castiga, enviándolos a prisión e incluso condenando a muerte; la Compañía como ente de poder, creado por individuos, ¿creado por los individuos al igual que la religión? ¿Igual que Dios? ¿A imagen y semejanza? Como quien puede premiar o castigar, y frente a quien nadie se cuestiona dicha autoridad, no posee identidad por lo que podría pensarse como múltiple, quizás la integraran múltiples sujetos, quizás uno solo habitado por una multiplicidad, o quizás existiera tan solo en la imaginación de los babilonios, quizás ni siquiera sea verdadera su existencia. ¿Será que necesitamos sentirnos controlados y por ello creamos entes de poder que coartan nuestra libertad? ¿Porque de alguna manera siempre estuvimos y estamos “controlados” por otro, y precisamos que acoten nuestras opciones porque no podemos con el “hacé lo que quieras”? Y en realidad, aunque creamos que hacemos lo que queremos, siempre hacemos lo que podemos… Siempre hay algo que nos limita, un otro, una entidad poderosa, un Dios.
“La lotería en Babilonia”, al igual que “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, que la identidad, y que todas las narraciones, resulta ser una ficción, por lo que no sabemos si el relato será real o falso, todo podría haber sido inventado por el autor… por lo que en realidad no habría forma de verificar si existió la Compañía, si realmente sucedió lo que el autor cuenta, pero lo que nos deja el relato es que el azar siempre está presente, el infinito azar… porque aunque estemos pre-posicionados, aunque estemos pre-dispuestos, siempre hay algo del azar en juego, no hay forma de que sepamos qué nos depara el devenir…









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