domingo, 11 de mayo de 2014

CONVERSACIONES EN UN BAR



Ficción  literaria de una Cátedra en final de cursada.


"... Quien dice que no hay querencia
    que le pregunte a la ausencia..."
      (Por el camino, José González Castillo).


Una parroquiana, pide decir.  
Y  dice,  más o menos,  así:
-        Y ahora que la cursada termina…
-       ¿qué hacer  con  las “formas”  universitarias consensuadas?
-       ¿cómo seguir?

 Habla alguien que siente que el virus de la inconformidad
 le ha sido inoculado, cuerpo “contaminado” , materia que ha caído en epidemia por la mordida…académica…
 Andaba un Vlad el Empalador, Príncipe de Valaquia entre las aulas no descubierto…?

 ¡Qué extrañas cercanías acústicas hay entre las palabras infectadas y afectadas!
            Advierte  que la entrada  de la incertidumbre,  la posibilidad,  la opción de maquinar algo nuevo,  la des-territorializacion y hasta el desamparo, pueden devenir  procedimientos....aun a la intemperie y al cobijo de ella.
            Descubre  que en la clandestinidad, vive  “La Conspiración de las Aulas”- homogénea geometría conservadora  de otros bares y pasillos-  donde el incesante control de “Los Sibilinos Capturadores de Cabezas”, (organización de jíbaros con titulación acreditada),  se destinan  al mantenimiento del cautiverio de afulanos / afulanas  en el interior del “Surco Académico de  las Repeticiones”.
            “El Surco Académico de la Repeticiones” –templo laberíntico regido por unos y unas escrituras denominadas “Simulcop del Calcado” - fue construido sobres las huellas del  continuo pasaje de las pisadas, siempre  por el mismo lugar, por los años de los años.
            Mientras tanto, unos otros,  afulanados, devenidos Cronopios inquietos,  están haciendo silenciosamente agujeros  en las  paredes, tramando pasadizos y salidas secretas,  instalando aberturas enigmáticas , pasajes , trampas, escapes, traman fugaderos  y todo artificio que rompa con  los blindajes de las puertas naturales del bar, “La Academia”.
            Estos chabones - chabonas,  se preocupan en hacer correr la voz, de  avivar al “flaneur” distraído a prestar atención a las señales más sutiles e imperceptibles, a los signos que parecen pasar desaperci-viendo, a esos mensajes, indicios, gestos, que avisan : ¡ojo! … hay  rumbos y cartografías posibles.

Escribe Alejandro Dolina  en el libro “EL BAR DEL INFIERNO”:

PRÓLOGO
Profesores de la cátedra de alquimia me han contado la enorme dificultad que supone enseñar una normativa cuyo precepto central es el secreto absoluto.
El maestro debe ejercer al mismo tiempo la divulgación y el ocultamiento.
Para completar exitosamente ambas actividades no tendrá más remedio que dictar clases que tengan —por lo menos— dos significados. Uno de apariencias y otro secreto, que el alumno deberá ir descifrando trabajosamente.
            Tras largos siglos de penosas lecciones, se ha ido construyendo un lenguaje en donde lo que se dice no es lo que se quiere decir, en donde cada palabra no es sino una imprecisa alegoría de otra que no ha sido dicha: el sol es el oro, pero también es el Padre y es Apolo y el calor del cuerpo y el centro del Zodíaco.
             Los siete metales son también las siete heridas de Cristo, las siete virtudes, los siete colores, los días de la semana, las horas y la suma de la trinidad con los cuatro elementos, que vienen a ser —de paso— los cuatro evangelistas.   Desde luego, el aprendiz jamás tendrá la certeza de haber descubierto las verdades escondidas, pues nunca se realiza la traducción definitiva.
            Maestros y discípulos se hablan a través de los tiempos en interminables diálogos y textos que son símbolos y emblemas de otros símbolos y emblemas, cuyo comienzo o cuyo final es imposible hallar.
            Toda conversación es una lección de alquimia. Nadie dice lo que dice, nadie oye lo que oye, nadie escribe lo que escribe. Este último juicio oculta en verdad otro, que es secreto.
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EL BAR


            El libro más confuso que utiliza el Narrador para leer sus relatos es el Libro Violeta. Las páginas contienen unas inscripciones misteriosas, cuyo significado no es posible descifrar.
            La opinión general es que el Narrador recibe del libro una especie de inspiración, bajo cuya influencia va completando las historias.
            Otros hablan de una lengua de metáfora incesante. Pero cualquier idioma admite series metafóricas en que cada palabra es significante de la anterior.
            Y siempre es posible construir una serie circular en la que ninguno de sus términos sea el principio ni el final.
            En el Libro Violeta, la figura escrita representa cualquiera de los términos de la serie.
            El signo que se usa para cielo es también el que se aplica a altura, azul, bienaventuranza, universo, luz, espacio, recompensa, límite, perfección, conocimiento, academia.
            Pero también nube, lluvia, refucilo, tormenta. Y a partir de estos significados, viento, nieve, helada, invierno, soledad, temor y oscuridad.
            Cualquier signo puede aproximarnos a cualquier significado.

 Leer es decidir.


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