La literatura como “máquina” productora
de sentidos
Son también
creadores, artistas, poetas.
Como Walsh,
esos mecánicos crean una máquina que
escapa a sus intenciones iniciales.
Walsh
metaforiza el proceso por el cual él mismo se hace escritor, su pasaje del ejercicio
de un oficio hacia el arte.
La “Máquina”
del cuento no es más que la máquina literaria que él mismo construyó.
En el
cuento, un mecánico astuto construye un aparato para engañar a una vieja
incauta, vendiéndosela como instrumento capaz de hacer el bien o el mal a las personas.
“En el fondo
siempre he sido un artista. No se rían, melones, si al final yo mismo no sabía
lo que estaba haciendo. Era una especie de inspiración divina que me agarraba y
me decía poné esta válvula acá y este buje más allá y acortale el
cigüeñal. Cada mañana se me ocurrían nuevas ideas y de noche no podía dormir
pensando en la Máquina.”
El trabajo del mecánico es una metáfora de
los procedimientos literarios de Walsh, partiendo de fragmentos y recursos
argumentativos extraliterarios o tomados de las literaturas “menores”.
Como dice Imperatore: “La máquina hecha
a partir de motores en desuso emula procedimientos de construcción que también
son artísticos, se trata de selección y montaje“
Pero el
proceso de creación artística no se redujo a ese procedimiento mecánico. Entra
un elemento de revelación -la inspiración divina- que indica cómo la selección
y el ordenamiento deben ser realizados.
Ese elemento
actúa por medio del autor independientemente de sus motivaciones y objetivos.
La máquina,
en cuya eficiencia su creador no creía, funciona.
WALSH,
Rodolfo."La máquina del bien y del apenas”. En: LUGONES, Pirí (org.).
Los
diez mandamientos.
Ed. cit., p. 10.
IMPERATORE, Adriana. “Voces,
prácticas y apropiaciones de lo popular en la ficción de Walsh. En:ZUBIETA, Ana
M. (comp.):
.Letrados
iletrados. Apropiaciones y representaciones de lo popular en la literatura
. Buenos
Aires: Eudeba, 1999, p.184.

Piglia se
referirá, en
La ciudad
ausente a aquello que Walsh metaforiza en este cuento, la “máquina de narrar”:Inventar una máquina es fácil, si la
persona consigue modificar las piezas de un mecanismo anterior. Las
posibilidades de transformar aquello que ya existe en otra cosa son infinitas.
Como Walsh,
pero de manera más explícita, Piglia tematiza la “máquina de narrar”. En la
trama de La ciudad ausente a la gran
“máquina de narrar”, que es e lEstado, es posible oponer máquinas
construidas con retazos de motores viejos, desarmados en talleres del fondo en
los suburbios de las ciudades. Ellas generan pequeños relatos fragmentados que
pueden llegar a componer el gran contra-relato.
La “máquina del bien y del mal” es un
dispositivo “moderno” que sustituye al “árbol del bien y del mal” y con el disputa el grado más alto en la creación: la
producción de sentidos.
Enfrenta,
así, la naturalización de las narrativas hegemónicas por la acción de un
trabajo prosaico y terrestre, al alcance de los plebeyos.
La idea de
una “máquina de narrar” forma parte del repertorio temático del sistema literario
argentino, ya a partir de Macedonio Fernández.
La máquina
literaria de Walsh, así como la “máquina del bien y del mal” de su cuento, es
capaz de crear sentidos no sólo para los lectores. Transformó al propio Walsh y
dio un sentido a su propia acción. Él construyó una máquina de narrar que ganó
autonomía. Hay un momento en la biografía político-literaria de Walsh en que
toma conciencia de eso, y es después de escribir Operación Masacre
.Como el
mecánico astuto del cuento, el autor quería ganar dinero, en el caso de
Operación
Masacre con una primicia periodística. Él lo reconoció durante un debate
en la Universidad de Buenos Aires, en 1973: “- Dígame Walsh... ¿qué ideales lo
llevaron a escribir Operación Masacre? - ¿Ideales? Yo quería ser famoso...
ganar el Pulitzer... tener dinero…”
.Pero la
máquina de narrar historias creada por Walsh modificó su historia personal, en primer lugar, porque su
producción narrativa fue para él, también, un
método de conocimiento, según él mismo reconoce: “Operación Masacre
cambió mi vida. Haciéndola comprendí que, además de mis perplejidades íntimas,
existía un amenazante mundo exterior“
Por un lado
tenemos la escritura como un oficio al alcance de cualquiera, pero capaz de
crear sentidos; por otro, el elemento de inspiración irrepetible. La tensión no
se resuelve. No hay manual o normativa, como parece indicar el título de la
colección en laque el cuento fue publicado: Los diez mandamientos
.
El relato
del mecánico es el de una frustración, la de haber construido la máquina
productora de sentidos y no conseguir reproducirla.
Pero La máquina del bien y del mal
también
tiene parentesco con Corso con Las tres noches de Isaías Bloom
con Mensaje a Pérez Griz entre otras
obras, en la captura del habla marginal.
En el cuento
que estamos examinando, la narración en primera persona, domina todo el cuento.
También hay una conexión con Cartas
Cuento producido
a partir de correspondencia hallada en un archivo, de un chacarero pobre y endeudado. En Cartas se insertan tramos de
la correspondencia con la sintaxis y la ortografía del chacarero no letrado. En
estos cuentos, la captura del discurso del otro es radical y está emparentada con
procedimientos utilizados por Walsh en su actividad periodística.
La captura de que hablo se coloca como una cuestión político-literaria
desde la constitución del sistema literario argentino. Ya en El matadero de
Esteban Echeverría, la voz del no letrado es apropiada y encapsulada en el
estilo directo, separada claramente de la voz del narrador. La apropiación de
un habla-acción, un habla que convoca a la violencia, sirve como justificación
paranoica de las élites para la violencia preventiva contra los pobres .Siguiendo
la tradición, en La fiesta del monstruo Borges y Bioy Casares construirían después un
cuento con narración en primera persona por parte del protagonista
pobre-peronista-violento, en el cual esos adjetivos funcionan como sinónimos,
con efecto tan demonizador como el del relato de Echeverría
Pero en la
obra literaria de Walsh, los procedimientos de inclusión de esa voz cambian el
tema, ora radicalizando el conflicto, como en Las tres noches de Isaías Bloom a
la manera del Arlt en Los siete locos por el uso de dos registros lingüísticos bien
definidos, ora por el control discursivo absoluto, como en
La máquina
del bien y del mal y en Corso a la manera del Torito
de Cortázar.
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