GRUPO
PLATAFORMA
Declaración a los trabajadores de la
salud mental
Los que suscriben, psicoanalistas que constituyen el
Grupo Plataforma Argentino, integrante del Movimiento Plataforma Internacional,
deciden hacer pública su separación de la Asociación Psicoanalítica
Internacional y de su filial argentina.
Es ésta la culminación de una línea de trabajo previa y
opción crucial para quienes la asumimos, dado que cancelamos así nuestra
pertenencia a una institución que algunos de nosotros contribuimos a crear y en
la cual invertimos muchos años de nuestras vidas, aprendiendo, enseñando,
investigando y ejerciendo el Psicoanálisis.
Sabemos que este alejamiento nos trasciende como
psicoanalistas y aún como personas, cobrando un significado que se proyecta en
un contexto mucho más amplio que el de la vida científico-institucional. Para
explicitar los motivos y los propósitos que nos animan, nos dirigimos a los
trabajadores de la salud mental, incluyendo entre ellos a nuestros colegas. Con
esta comunicación, con trabajos científicos y a través de tareas de docencia,
investigación y asistencia, aspiramos a dar una clara imagen de nuestra identidad,
a todos los sectores. En este sentido publicaremos un anteproyecto de
actividades y estructura organizativa que definirá la forma de incorporación a
nuestro movimiento.
Consideramos que la Obra de Freud, el psicoanálisis, produjo una
revolución en las Ciencias Sociales con su aporte específico de conocimiento
científico y que ese surgimiento estuvo y está determinado, pese a su autonomía
relativa, por el contexto socio-económico-político en el que se practica.
Entendemos que, como más abajo detallamos, el psicoanálisis ha sido
distorsionado y detenido necesitando para retomar su línea de innovación y
desarrollo, de la imprescindible contribución de otras ciencias así como de una
distinta y explícita inscripción social, ineludible en este momento histórico.
Nuestra disciplina provee el conocimiento de las
determinaciones inconscientes que regulan la vida de los hombres, pero la
misma, como conjunto de prácticas sociales articuladas, está regida también por
otros órdenes determinantes: fundamentalmente el sistema de producción
económica y la estructura política. Tales relaciones generan en los individuos
sistemas de creencias acerca del lugar que ocupan en la Sociedad , configurando
las Ideologías de clase. Éstas son entonces registros parcializados de la
realidad de las prácticas sociales destinados a orientar y justificar toda
práctica. Ser coherentes con estos conceptos nos obliga a entender que el
ejercicio científico, indisolublemente ligado a nuestro estilo de vida y a la
organización institucional a la que pertenecemos, está igualmente condicionado
e ideologizado en todos los aspectos por su inserción en el sistema, siendo
tan sólo una particularidad de las instituciones que lo integran y sostienen.
La razón de
nuestro alejamiento pasa por disidencias con la organización societaria
psicoanalítica a todos los niveles: teórico, técnico, didáctico, investigativo,
económico, pero aquí queremos enfatizar uno decisivo, el ideológico. En este
plano el enfrentamiento y las exigencias de acción concreta que comporta es
insuperable e impugna a la ideología global de la Institución , por lo
cual queremos que quede claro que no nos impulsa grupal o individualmente
ninguna intención más o menos reformista ni reivindicatoria
intra-institucional y que las críticas que siguen no aluden a personas, muchas
de las cuales apreciamos, por las que fuimos formados psicoanalíticamente y a
las que formamos. Por nuestra parte hemos sido criticados repetidamente tanto
por quienes sostienen que somos negativos o superfinos como los que nos
reprochan no haber asumido antes lo necesarios que éramos alcanzando desde el
comienzo una línea madura. No volveremos, por ahora, a ocuparnos de las
críticas que desde el quietismo o los pactos con el sistema intenten
entorpecernos.
Sostenemos
que esta separación, producto de un largo y difícil proceso, es indispensable,
y que no puede ser callada y resignada puesto que nos declaramos abiertamente
partidarios de una inscripción cualitativa y cuantitativamente distinta dentro
del proceso social, económico y político nacional y latinoamericano. Como
científicos y profesionales tenemos el propósito de poner nuestros conocimientos
al servicio de las ideologías que cuestionan sin pactos al sistema que en
nuestro país se caracteriza por favorecer la explotación de las clases
oprimidas, por entregar las riquezas nacionales a los grandes monopolios y por
reprimir toda manifestación política que tienda a rebelarse contra él. Nos
pronunciamos, por el contrario, comprometiéndonos con todos los sectores
combativos de la población que, en el proceso de liberación nacional, luchan
por el advenimiento de una patria socialista.
En el marco
institucional, siendo como es partícipe sumiso de ese orden, el pensamiento
psicoanalítico ha sido distorsionado y detenido, paradojalmente, porque la
organización fue creada con la misión de defenderlo y cultivarlo. Esta paralización
está esencialmente dada por la política ejercida desde los cargos directivos,
cuyo efecto, más allá de las buenas intenciones de quienes también son
esterilizados científica y afectivamente por su papel, es consolidar cada vez
más la estratificación jerárquica destinada al sostenimiento del privilegio
económico de quienes están en el vértice de la pirámide. Esto se vuelve a su
vez indoctrinante para quienes están en la base aspirando a llegar a la cúspide
del poder. Mencionaremos algunos hechos que resten a este enunciado el valor
de una mera afirmación y que permitan justipreciar los pactos ideológicos que
se establecen entre Ciencia y Sistema, articulaciones entre estructura
institucional e ideología de clase dominante, que se expresan en esta
modalidad de la práctica científica: la Asociación Psicoanalítica
Argentina está compuesta actualmente por 367 personas de las cuales 194
pertenecen como miembros a la
Institución y el resto al Instituto del Psicoanálisis en
calidad de egresados y candidatos. Este sector de la población no tiene ningún
acceso legal a la política institucional, ni puede recibir información
exhaustiva acerca de la misma so pretexto del cuidado del encuadre analítico.
Por otra parte, del total de miembros aceptados en la Institución sólo los
79 Miembros Titulares tienen voz y voto en las decisiones importantes. De los
restantes, sólo un 116 Miembros adherentes tienen voz pero no poder para tomar
parte en las decisiones. Aun dentro de la minoría dirigente los subgrupos más
encumbrados excluyen con maniobras más o menos legales a los demás.
En el
Instituto de Psicoanálisis existe una situación semejante.
Hay una
Comisión de Enseñanza que es el máximo nivel de la organización pedagógica,
compuesta por miembros titulares que pertenecen a su ve/, a In misma minoría
que rige los destinos de la Institución. Existe también un Claustro de
Profesores, donde votan sólo los profesores titulares y adjuntos, pertenecientes
en su mayoría al grupo antes mencionado. Frente a esa concentración de poder,
para resaltar el contraste, consignamos que un cuerpo de delegados representa
a los estudiantes que se hacen escuchar por su intermedio en la Comisión de Enseñanza en
cuanto a algún tipo de reestructuración pedagógica circunstancial sin contenido
demasiado innovador ni científico, ni objeciones a las relaciones de poder.
Por otra
parte, cabe recalcar que un candidato a psicoanalista se ve forzado a destinar
a su formación entre 40 y 50 horas semanales de trabajo-estudio-dinero, lo cual
significa, o bien una renuncia a toda otra actividad esencial por un período
de cuatro años, o bien su realización en tiempo de descanso a costa de la salud
física y mental. Con todo son, en última instancia, los pacientes quienes pagan
ese artificial sobrecargo, y sorprende ver cómo los candidatos, pese a ese
régimen de exacción, encuentran la forma de usar el lapso casi inexistente que
les resta para elevar su estándar de vida mimetizando las pautas de consumo de
los estratos superiores de la
Institución.
Este
ordenamiento vertical en que la autoridad jerárquica no necesariamente
coincide con el mayor nivel científico sino con la antigüedad y la experiencia
burocrática, tiene un resultado claramente visible. No solamente desnaturaliza
la función específica de la institución de promover la evolución
teórico-técnica del Psicoanálisis: profundizando en los conceptos,
intercambiando conocimientos con otras ciencias, inaugurando procedimientos y
campos de aplicación originales, ensayando formas novedosas en la docencia,
etc., sino que la sustituye por la búsqueda de prestigio, status y logros
económicos.
Ya otras
voces se han levantado en protesta contra la así llamada "falta de
democracia" en la
Institución y reclamando una supuestamente posible reestructuración.
Pero no es
esa falta de liberalidad el punto clave de fractura que nos desliga de la Institución. Sabemos
que la verticalidad administrativa y el paternalismo es justamente típico de
las organizaciones liberales cuya máxima capacidad de permanecer está dada por
una cierta posibilidad que exhiben de hacer concesiones. No ignoramos que esas
características del modelo institucional son efectos indicadores de la
necesidad del sistema socio-político-económico de sostenerse también sobre
los pilares que le representa un poder científico prestigiado y monopolista del
conocimiento que se maneja para su producción específica con las pautas y la
ideología que el mismo sistema suministra en otros ámbitos para su
perpetuación.
Lo que nos
separa esencialmente es que esas modalidades de funcionamiento societario, a
más de los efectos citados, al aislar entre sí a los distintos cuadros en
cuanto a la política interna y a la Institución con la realidad en cuanto a la externa,
van paulatinamente encastillando a los psicoanalistas, con la aquiescencia de
los mismos en su larga espera por el ascenso, en el reducto de un estricto
quehacer profesional a-político y a-social. Esa penosa condición es
racionalizada con el criterio de la "neutralidad valorativa" del
científico, supuestamente posible y necesaria, integrante de toda una
concepción utópica que incluye ilusas esperanzas de cambio social al que como
hombres no podemos aportar porque el profesionalismo nos absorbe y como
psicoanalistas tampoco porque todo intento en ese sentido es acusado de
"violación ética" y "mezcla entre Ciencia y Política".
Así nos
formamos y así hemos formado a otros. Estamos en camino de ser y hacer otros
psicoanalistas, uniéndonos a todos aquellos que deseen colaborar en una línea
afín a la nuestra. Queremos practicar verdadero psicoanálisis. Ésta es una
decisión que nos compromete en el trabajo y la denuncia enrolándonos junto a
otros científicos y profesionales que entienden que su ciencia no puede ni debe
utilizarse para construir un muro aislante que la enajene de la realidad social
ni enajene a la misma de su instrumento teórico, convirtiéndolo de esta manera
en herramienta mistificante y mistificada al servicio del no-cambio. Para
nosotros, desde aquí en más, el Psicoanálisis no es la Institución Psicoanalítica
oficial. El Psicoanálisis es donde los psicoanalistas sean, entendiendo
el ser como una definición clara que no pasa por el campo de una Ciencia
aislada y aislante, sino por el de una Ciencia comprometida con las múltiples
realidades que pretende estudiar y transformar.
GRUPO
PLATAFORMA ARGENTINO: Armando Bauleo, Fanny Barenblit de Salzberg, Gregorio
Barenblit, Carlos G. Bigliani, Lea Nuss de Bigliani, Manuel B. Braslavsky, Luis
María Esmerado, Andrés Gallegos, Diego García Reinoso, Gilberte Royer de García
Reinoso, Hernán Kesselman, Mane Langer, Miguel Matrajt, Guido Ángel Narváez,
Eduardo Pavlovsky, José Rafael Paz, Emilio Rodrigué, Juan Carlos Volnovich.
Fuente: Los Libros, número 25, marzo de 1972,
pp. 5-7.
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