jueves, 23 de abril de 2015

Una escritura eventual de dos (13-04-15)

Pensar lo grupal y lo neutro puede hacerse tanto como un recorrido del pensamiento por una teoría o como una entrada política a modo de cuestionamiento de las formas de producción de discursos y de las prácticas en la clínica. En esta última línea lo grupal aparece como una fragmentación necesaria de la teoría, rompiendo así con la idea de unidad (los grupos no son sino que lo grupal implica) y presentándolo como parte de un todo inacabado que jamás puede alcanzarse donde el foco pasa a estar puesto en los múltiples atravesamientos que subyacen a las situaciones donde se da el “estar juntos”.
Recorrido de un camino donde no hay señalas que indiquen cómo transitarlo  pero sí hay pistas para llegar a un destino posible. Así la idea de pasadizo nos permite pensar estos términos como fuga de lo pantanoso de los grupos (desujetarse de los lugares fijos, los roles fijos, las funciones fijas que nos vuelven a insertar en el pensamiento dominado por la lógica de la identidad); porque en ese pasaje hay algo más que lo primero que la idea de fuga llevaría a pensar en relación al escape, y eso tiene que ver con que el pasadizo y la fuga implican una resistencia a las definiciones que fijan, a los discursos que clausuran, a las representaciones que atan y no sueltan.
Siguiendo un rumbo parecido al nuestro, Juan Carlos De Brasi propone la idea de la desterminación como una ruptura de la díada causa-efecto, como un campo de problemáticas que implica multiplicidad de procesos que se ponen en juego, como una llamada a resignar el lugar de control, como una idea liberadora que nos permite ver que más allá de que tengamos la ilusión de que sabemos o entendemos o controlamos o captamos todo, siempre hay un “algo más” que nos quedó por fuera.
¿Cómo evitar el poder que duerme en la gramática?
Uno no estaría errado si pensara que la idea de lo neutro viene a ofrecerse como artificio de respuesta para una pregunta que podría ser formulada en los términos arriba expresados, como ardid que posibilita la puesta en marcha de un movimiento de deconstrucción que no casualmente parte de lo gramatical del “lo”, disruptivo que crea un espaciamiento de incertidumbre, que propicia el anonimato para dar lugar y preponderancia a lo que puede suceder, que moviliza devenires que permiten diferir de sí.
¿Qué es lo pensable?, ¿qué lugar le damos?

Lo pensable se presenta como aquello a lo que le damos la probabilidad de existencia, como una incomodidad que implica, nuevamente, un movimiento que aunque molesta, nos cambia de lugar o, al menos, conmueve los lugares comunes sobre los cuales nos paramos. Lo pensable invita a apelar a ese “resto” que aún no ha sido explorado, que no se sabe si alguna vez será pero sí se celebra que lata como posible en las cercanías, aunque desconocido, como posibilidad inconmensurable de una infinidad de enunciados que pueden convivir en simultaneidad y que se animarían a advenir si se los fuera a recibir, quizás todo sea una cuestión de animarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario